Archivo diario: 16 agosto 2009

Me siento inusualmente bien

Hoy me siento inusualmente bien, bueno lo suficiente para contarles algo fresquito. Es curioso. Llega el verano y el que más o el que menos tiene ciertas vacaciones ¿no?, o eso esperamos todos. Bueno pues es curioso. Por ejemplo tu vecino, el de toda la vida, el que te encuentras cuando vas a visitar a tus padres en el ascensor y no te mira a la cara, sí, ese que se cree que tú eres el mismo niñato que ibas con la moto a escape libre por tu barrio, el mismo que te mira por encima del hombro y que no sabe que ese era tu tiempo libre y que al final acabaste tu carrera y que ganas mas que él pero que te importa muy poco que lo sepa. Bueno pues ese maleducado, que en su club de campo va de señorito y que si pudiera te escupiría en la cara, ese espantapájaros, ese te lo encuentras en la playa por la orilla y te dice «¡¡¡Hombreeee que alegría!!!, Manolitooo. Me alegro de verteeee». Me alegro de verte, tiene «guevos» el tema. Para escupirle en toda la cara. El tío esta sólo con toda la familia de su mujer y tendrá ganas de tomarse una caña en el chiringo con alguien claro, para escupirle vaya. Ese mismo que si no te ve allí en la orilla seguirá sin mirarte a la cara en la vida y que a la vez cuando se encuentre a tu padre le seguirá preguntando por ti, como si le interesara. Un transformista vaya. Otro caso, tu vecina la del quinto, la que esta buenísima, si esa, la que no te ha saludado nunca. A esa misma te la encuentras en el bar de copas de la playa una noche de verano y se te tira a los brazos como si hubiera encontrado el eslabón perdido, tiene huevos. La que siempre te ha visto como el cani del barrio, si esa que no sabe que ahora eres abogado y que ya no llevas los Niké si no que vas de chaqueta y corbata habitualmente. Yo bebería un vasito de agua y le escupiría también claro. Otra transformista.

Y así podríamos encontrar muchos casos de personas que te etiquetaron en tu infancia y se creen con el derecho de rectificar veinte años después. No saben que ahora la etiqueta la llevan ellos.

 

Próximo turno: G – Luissiana – Activo

 

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La vuelvo a matar

POR C – 08SANDRA – ACTIVO

La vuelvo a matar, se preguntaba una y otra vez Mario, con un sueño que le podía y pensando que mañana lunes tendría que madrugar. Acababa de 
volver de vacaciones y la casa olía a cerrada, abrió todas las ventanas de par en par y se dispuso a tomar un sándwich con una bebida caliente que 
estaba en la nevera apagada desde hacía 15 días, se tiró en el sofá y comenzó con su esquelética cena cuando de reojo vio que algo pasaba  corriendo por debajo de la cortina del salón, no le dio mucha importancia pero no se le quitaba de la cabeza.
– ¿Qué será? se preguntaba
– Después miraré se respondía él mismo.
Terminó de cenar y se dispuso a acostarse, de pronto, volvió a ver correr algo a su alrededor y que se dirigía al baño, donde ahora tendría que entrar
para lavarse los dientes y hacer pipí.
– ¿Qué hago? Me parece una horrible cucaracha roja, de esas que vuelan, habrá entrado por la ventana.
Mario odiaba a las cucarachas y podían con él, además era incapaz de matarlas porque no soportaba el ruido que hacían al ser estripadas con la 
escoba o con el zapato.
Mario, con un sueño importante, que casi no le dejaba abrir los ojos refunfuñaba:
– A buenas horas he abierto las ventanas.
Era ya la una de la madrugada y tenía que dormir.
– ¿Qué hago? ¿Entro en el baño o me aguanto?
– No, no podré aguantar, con lo que he bebido me lo haré en la cama…
Entre tanto, la cucaracha se paseaba a todo placer por el baño, parecía que se reía de Mario y que intuía que le daba pánico.
Mario, decidido se fue a la cocina y cogió la escoba y se dirigió al cuarto de baño pensando que lo tenía que hacer.
Llegó al baño y sin encender la luz empezó a dar golpes al suelo sin ton ni son, mientras decía:
– Muere, muere asquerosa ¡¡¡déjame en paz!!
Pasaron unos minutos y Mario pensó que con tantos golpes la cucaracha ya estaría más que muerta, aunque no había escuchado ningún ruido 
desagradable.
Encendió la luz y su sorpresa fue morrocotuda, la cucaracha estaba encima de la tapa del inodoro desafiante y parecía mirarle haciéndole burla.
En esto, eran ya la una y media, volvió a apagar la luz y empezó a pegar escobazos de nuevo, esta vez desde mas alto para capturar a su pequeña 
presa. Volvió a encender la luz y se encontró a la cucaracha panza arriba pero moviendo sus pequeñas patas y algún tarro de colonia y lociones 
rotos en el suelo, poco a poco se fue enfadando más y más, se acercó a ella y pensó en pisarla, no le quedaba otro remedio.
En esto que la cucaracha se da la vuelta como puede y sale disparada para la biblioteca y Mario corriendo tras ella y gritando como un descosido 
escoba en mano. El bicho astuta y sigilosamente se mete en una de las estanterías llenas de libros y Mario que la ve empieza de nuevo a dar 
escobazos cayendo más de 20 libros al suelo y pensando que esta vez no saldría de allí.
Repitiendo una y otra vez:
– Voy a matarla, voy a matarla.
Da otro escobazo y plafff, la cucaracha cae de nuevo al suelo panza arriba. Ante su asombro, la sinvergüenza logra alcanzar la pared. Rebota y se 
pone de pie de nuevo. Sus movimientos han sido predichos por el humano, es decir Mario, que ya ha vuelto a agarrar la escoba y sin dificultad 
alguna vuelve a ponerla del revés.
Mario ante tal combate empieza a sentirse mal y a pensar, bueno ya salió del baño, así que no tengo el problema de antes, ahora cerraré la 
biblioteca y mañana la buscaré. Es entonces cuando la cucaracha que parece haberlo oído, está inmóvil cerca de él y se cruzan sus miradas 
fijamente. Piensa que no quiere matarla pero que lo está haciendo poco a poco, ahora el bicho no corre y está quieto, Mario está desesperado y muy
cansado la vuelve a mirar y ve cómo mueve sus patitas lentamente. Mario respira profundamente y dice – esto va a acabar, se dirige a la cocina 
coge una bolsa de bocadillos y con ayuda de la escoba la mete en ella, baja a la calle y la lanza al contenedor sin mirar si cae del derecho o del revés.
Mario, respira tranquilo y piensa:
– Seguro que allí podrá comer algo, me libré de ella y no la he matado…Me siento inusualmente bien.

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