Carta de un niño abortado…
Seguramente más de alguno la habrá leído, pero a quienes no lo hayan hecho les dejo este conmovedor texto que quiero compartir y que a mí me impactó.
Hola Mami: Soy tu hijo, ¿me recuerdas?
El que debió ser mi padre andaba fuera el país, no bastaron las promesas de amor que le escribías, ni tu honestidad, ni tu familia.
En su ausencia surgió otro hombre. De ese romance fui engendrado yo. ¡Qué gratos recuerdos mami, de los tres meses y veintiún días que me acunaste en tu vientre, me sentía tan seguro!
¡Qué bonito era sentir tus caricias, escuchar el timbre dulce de tu voz, jugar con tu universo interno! Sin embargo, había que blanquear tu desliz, tenía que MORIR el delator y ese era YO.
Por entonces supe de los problemas y de las discusiones que tenias con tu amante, mi padre. Él quería verme nacer y tu no. ¡Qué peleas! Hasta que al fin pudiste arrancarle el dinero que costó mi defunción. Por cierto, que triste que a todo le pongan precio en el mundo de los hombres. «Hasta el asesinato de un inocente».
“¡Qué caros son los abortos!”, comentaste. Pero no hay tiempo que perder, lo que tenga que ser que sea de una vez.
No justifico el crimen mamá, pero lo perdono. Lo que no me cabe en la cabeza es la maldad de aquella bestia vestida de blanco. ¡Qué temor tan horrible cuando me apuntaba con aquella enorme aguja, que anunciaba el fin de mi vida!
Recuerdo que en ese momento, presintiendo el final de mi vida, rompí en llanto incesante, pero ni tú, ni él pudieron escucharme. Quise huir, alejarme de aquel extraño monstruo que amenazaba con destruirme.
Mi ritmo cardíaco iba aumentando, sobrepasaba los 200 latidos por minuto, me agitaba, me convulsionaba lo mas fuerte posible para evitar el contacto con aquel tubo letal, pero el espacio era reducido y el agresor llevaba las de ganar.
Finalmente y para desgracia mía, la punta de succión se adhirió a una de mis piernitas y la desprendió de un tajo. Mutilado y con un dolor que no imaginas, seguí moviéndome cada vez mas lento, pues aquel ambiente antes tan agradable, transparente y calentito, se fue volviendo rojizo y cada vez más seco.
La punta de la aspiradora me seguía insistentemente. El médico la introducía y buscaba a ciegas. Le daba lo mismo arrancarme una piernita, un bracito o mi tronco. Como te darás cuenta, para el asesinato en sí, no existe ningún procedimiento técnico, lo importante es matar.
Yo seguí llorando en una agonía impresionante. El tubo volvió a alcanzarme, esta vez enganchándome un bracito, que también fue desprendido.
Negándome a morir, mi cuerpecito desgarrado seguía sangrando, y la manguera jalaba mi tronco, tratando de arrancarlo de la cabeza. Al fin lo logró.
El desmembramiento fue total, solo mi cabeza quedó dentro, ésta era demasiado grande para ser succionada; así que el médico introdujo unas poderosas pinzas y con ellas la aplastó. ¡Ah, que horrible!, mi tierna cabecita explotó como una nuez. Para entonces ya tenía rato de estar muerto.
No sentía nada. Me tragó por completo la sanguinaria aspiradora. Sé lo que te sucedió a ti. Te traumatizó. Conozco mamá, tus largas noches en vela y tus sobresaltos. Sé que me amas, pues sueñas conmigo y más de una vez te has preguntado, si soy niño o niña. ¡Si supieras la alegría que te hubiera traído!
¿Sabes mami, que los niños no deseados al nacer son mas amados?
¡Ah, por cierto, soy niño! Y quiero que sepas que me parezco más a ti que al seductor que te engañó.
Pero no te preocupes, vas a olvidar, ¡yo a cada momento pido a Dios que borre de tu mente esas pesadillas que turban tu descanso y te dan muerte en vida! Mientras te escribo tengo a mi lado a Antonio, bueno es un decir, porque mi amigo es igual que yo, lo mato su mamá porque cuando ella era muy joven, una noche al regresar a su casa, un hombre la violó, y por eso se deshizo de su hijo a los pocos días de haberlo concebido.
A mi amigo le obsesiona una pregunta. ¿Por qué si mi mamá no amaba al hombre que la violó, me mató a mí, que la hubiera amado por siempre y jamás me hubiera avergonzado de ella?
Aquí en el reino del amor, solo entendemos el lenguaje del amor, por eso no comprendemos esos «argumentos» acerca del aborto: que por violación, que por dificultades económicas de los padres, que por no tener más hijos, que «la familia pequeña vive mejor».
Me cuenta que ni en las guerras, se han realizado tan criminal y desmedida masacre.
Con los abortos se ha privado a la humanidad de brillantes poetas, sacerdotes y médicos, de músicos, pilotos, estadistas, profesores, periodistas, licenciados, pintores, arquitectos, ingenieros, escultores… A mí todos me dicen que quizás hubiera sido un brillante cirujano o un pianista. Cuando nos reunamos mami, ya verás que manos tengo: lo que más me agrada es cuando me dicen «tu mami tiene que ser muy hermosa».
No llores mami. Perdóname si acaso yo soy el culpable de tu sufrimiento, lucha por olvidar el pasado para que seas feliz. Si es necesario, olvídate de mí.
¡Ah! Se me olvidaba, aunque me consumo por las ganas de verte, no te des prisa en venir, pues mis hermanos te necesitan más que yo. Hazles a ellos lo que nunca pudiste hacerme a mí. Fíjate que cuando bañas al bebe o lo amamantas, no sé, me entra un poquitín de añoranza de todo lo que pude ser y no fui. No sabes lo que me hubiera gustado que me arrullaras en tus brazos o que me amamantaras con leche de tus pechos, ser acariciado por esas manos tuyas tan lindas y tan semejantes a las mías. Manos de cirujano malogrado.
Y termino pidiendo por favor, no para mi pues comprenderás que ya no lo necesito, sino para otros niños que aun viven en el seno materno, que a ellos no los maten como a mi, si conoces a una joven madre que quiera abortar, un sujeto que monta campañas a favor del aborto, un médico que practica abortos, cámbiales ese corazón de piedra por un corazón de carne. Préstanos tu voz a los millones de niños sin voz y grítales a todos que tenemos derecho a vivir y que, aunque nadie nos ame, tenemos derecho a amar. Si no lo haces mami, estaremos todos muertos.
Exigimos que nos dejen vivir para amar, ¡es tan triste tener un corazón para nada!
Hasta que nos veamos, mami, entonces te enseñaré lo mucho que te quiero, te quise y te querré.
Tu niño.
Sandra
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