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Adaptaciones, películas y versiones extendidas

Una de las muy honrosas excepciones a ese dicho popular que dice “libro bueno, peli insufrible y viceversa” (me lo acabo de sacar de la manga, o de los dedos, mejor dicho), es la trilogía “El Señor de los Anillos”.

Sufriré, con dignidad y entereza que alguien levante la cejita y me diga que soy una friki, pero hay tantos mundos en ese mundo!!, tantas aventuras!!, tantas reflexiones!!, tantas….!!!…bueno, en fin, abreviando: que me gustó mucho el libro. Y sí, respecto a JRR Tolkien, era una auténtica gafapasta. Me leí todo lo que cayó en mis manos; El granjero de Ham, El Silmarillion, Los cuentos inconclusos, El hobbit… y lo peor, no los leí una vez, no, los leí cada vez que tenía la sensación de que todo en el mundo real se estaba volviendo demasiado gris.

A lo que voy, que me disperso… y esto es un post de cine. Cuando me enteré que iban a rodar la trilogía, la verdad es que me sentó como un tiro. Ya se habían hecho unos intentos anteriormente, en particular recuerdo uno abominable en que mezclaban dibujos y personas reales, y temía que fuesen a mancillar mis imágenes de La Tierra Media, de los dominios de Sauron, o del bosque de Tom Bombadil, y que pusieran otras caras y otras ropas a Frodo, a Golum, a Elrond, al Montaraz, a Eowin, a Gandalf, a Legolas, a Galadriel.

Estrenaron la primera película: “La Comunidad del Anillo“. Y allá que me fui, cargada de malos presagios, y sintiéndome infiel a la edición de Minotauro que tantas veces había tenido entre mis manos. Pero, empezó la proyección; y allí estaba la Tierra Media, exactamente igual como la había imaginado, los hobbit eran tal cual, los elfos eran etéreos y hermosos, los poderes del anillo así de absorbentes, y efectivamente la raza de los Hombres, con Aragorn al frente, eran los más amargos y desangelados, en ese mundo imaginario. Salí tan feliz, pero tan feliz, que habría podido pasarme otras tres horas volviéndola a ver. ¡¡ Que gran momento !! , supongo que para un cinéfilo eso es el cine, salir tocado, y no simplemente haber ido a dejar pasar unas horas comiendo palomitas.

Vi las dos siguientes entregas. Me siguieron gustando mucho. Pedí a los Reyes Magos que me regalaran la edición extendida del DVD cuando saliera. Y conservo la reproducción de los Argonaths, esas estatuas enormes que guardaban un paso y que representaban a los reyes antiguos. Y reconozco, que en mi caso y pese a ausencias notables, esas películas conservan el mismo espíritu  del libro.

Reconozco que fue un privilegio sentirse dentro de la película, comprenderla, ser partícipe, sabedor de futuros y sorprendido mirón de los paisajes imaginados y que resultan existir. Si, definitivamente el cine, a veces, es PURA MAGIA.

 

 

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Perdiendo la inocencia…

Sentadas en una esquina del patio del colegio, dos niñas charlaban concentradas, sin ser conscientes del bullicio que las rodeaba. Sus rostros reflejaban auténtica seriedad y preocupación.

-¿Estás segura? -le preguntó María a Laura.

-Sí, me lo dijo Víctor y él no suele mentir.

María se quedó mirando pensativa al frente, viendo sin ver como los demás niños jugaban a su alrededor.

-Vamos a tener que comprobarlo… -dijo María tras el momento de meditación sobre la revelación que le había hecho su amiga.

-Sí… -la voz de Laura reflejaba tristeza. Ambas se sentían tristes ante la idea de comprobar que lo que había dichoVíctor pudiese ser cierto.

*  *  *

Ese mediodía, mientras comía, María observaba con atención a sus padres. Confiaba en ellos. Los quería. Sabía que la querían. Le resultaba imposible creer que pudiesen estar mintiéndole. Se preguntaba a si misma cómo haría para descubrir la verdad… Bueno, sabía lo que tenía que hacer, pero no sabía cómo encontrar el momento para hacerlo sin que ellos la pillasen. Tendría que tener paciencia, y eso era algo realmente difícil.

Después de la comida su padre se marchó a trabajar y su madre se puso a limpiar la cocina. Pensó que aquel podía ser un buen momento… pero le daba miedo. Pasó repetidamente por delante de la puerta de la habitación de sus padres sin atreverse a entrar. Miraba al interior de aquella habitación como si fuese un santuario que su presencia profanaría. Siempre le había parecido una habitación llena de secretos por descubrir, y ahora todavía se lo parecía más.

Cuando acabó de limpiar la cocina, su madre se tumbó en el sofá y María se quedó pendiente, con el corazón en vilo, esperando a que se quedase dormida. Estaba muy nerviosa.

En el momento que se sintió segura del dormir de su madre, se levantó con sigilio y se dirigió a la habitación. Entró sintiendo que aquella habitación la imponía más que nunca y se preguntó por dónde empezar. Estaba claro que había lugares en los que no podría investigar pues quedaban fuera de su alcance.

Primero miró debajo de la cama… sin resultados, lo cual en cierta manera le hizo sentir alivio. Después se volvió hacia el armario y se quedó mirándolo con seriedad. Miró hacia la puerta escuchando con atención antes de abrir con cuidado las puertas del armario. Se puso de puntillas y estiró al máximo su cuerpo para intentar espiar en la parte más alta del armario. No vió nada sospechoso. En los estantes tampoco. Se agachó para investigar por el suelo del armario… y entonces su corazón dió un vuelco. Apenas había sido un destello, pero estaba segura de haber visto algo. Apartó con cuidado lo que estaba por delante, intentado no hacer ruido alguno, y entonces lo vió. Su corazón ya no podía latir más rápido. Era un paquete de regalo envuelto en un papel rojo lleno de estrellas plateadas. No conocía su contenido, pero en aquel momento para ella aquel regalo contenía el posible final de una gran ilusión. Con celeridad lo volvió a esconder y se retiró a su habitación para reflexionar sobre su descubrimiento. Al final llegó a la conclusión de que lo mejor era esperar.

*  *  *

Había llegado el momento de la verdad. Esa noche le había costado y mucho quedarse dormida pero la mañana ya había llegado y el árbol de navidad esperaba. Se dirigió hacia él despacio, con la respiración contenida. Había muchos regalos, pero ella solo estaba pendiente de uno, aquel que no tardó en aparecer ante sus ojos. Se sentó en el suelo, mirando aquella prueba irrefuctable y se sintió triste. Se sintió profundamente estafada: los Reyes Magos no existían… La magia había desaparecido. Los ojos se le llenaron de lágrimas.

 

SONVAK

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¿Quién se ha llevado mi magia?

¿Magia?

¿Dónde está la magia?

 Se miraba en el espejo y no se reconocía. ¿Quién es esa tía con la cara amarilla y el pelo de punta? ¿Soy yo? Imposible. Bueno, a lo mejor en esto consistía la magia, en cambiar completamente de aspecto. Ella había pensando que sería a mejor, rollo pelo sedoso, mejillas sonrosadas y ojos brillantes de la emoción, pero lo mismo era al revés y por eso se veía como si tuviera ictericia, con los ojos arrasados en lágrimas y el pelo de estropajo.

 «A mí me habían dicho que era un momento mágico. La gente me miente o yo no entiendo el concepto«.

 Volvió a la cama y se puso a recordar las últimas 24 horas.

 Se lo esperaban, claro, no era sorpresa. Se despertó con una molestia y pensó: “ vaya… lo mismo es esto”. Volvió a dormirse. Al rato otra vez, uy uy uy… sí que va a ser esto. Aguantó un par de horas antes de despertarle: cariño, creo que esto como retortijones deben ser contracciones. Él con su mentalidad cuadriculada, se desperezó y le dijo: ¿crees? ¿cada cuanto son? voy a por un cuaderno.

 Ella sabía que no iba a ser ni tan malo como en las pelis, en plan sudando como una cerda agarrada al cabecero de barrotes de la cama y con los ojos apunto de estrellarse contra el techo, ni tampoco una situación mística de comunicación con la naturaleza pero, en fin, esperaba algo más trascendente que unos retortijones.

 Pensó que lo mismo al llegar al hospital el tema se encarrilaba y le encontraba la «magia» al milagro de la vida.

 A las 5 de la mañana, él decidió que era buen momento, «no vamos a coger atasco» y se marcharon para el hospital. Como era vísperas de Navidad todo el personal de la clínica estaba de fiesta y al que le había tocado currar estaba de un humor curioso, un humor hostil para ser más exactos.

 – ¿A qué esperabas guapa? -le dijo la matrona- ¿a tenerlo en tu casa?

Pues mire, no tengo ni idea. Lo mismo le sorprende pero  ES MI PRIMER PARTO.

 Habían empezado mal, aquello no era mágico y el edema que había que ponerse luego tampoco parecía indicado para elevar el glamour del momento. Pensó, que lo mismo cuando estuviera en la sala de dilatación sola con él, se mirarían a los ojos, se darían cuenta de la trascendencia del momento y surgiría la magia de saberse próximos a la paternidad.

 Pero tampoco.

 Él entabló una curiosa conversación con el enfermero sobre el funcionamiento de los monitores fetales y los problemas de aparcamiento en la zona de la clínica. Ella sencillamente pensó que a lo mejor la magia de verdad era en el paritorio. Al cabo de una hora, él dijo: uy… son las casi las 8, me voy a ir a cambiar el coche de sitio que si no me van a poner una multa de la hora.»

 – ¿Te vas a ir a cambiar el coche AHORAAAAA?

Hombre, es que son 90 euros. Esto va para largo, voy, aparco y vuelvo. Ni te vas a enterar que me he ido.

 – Esto va para largo, esto va para largo… ¿TÚ QUE SABES????

 Por supuesto a los 3 minutos llegó el médico y dijo: vamos para adentro… ¿dónde está él?

 – Se ha ido a aparcar.

¿Cómo?

Da igual… vamos a ver si encuentro la magia del momento de una puñetera vez… que si me llegan a contar esto… valiente la hora en que me ponía a reproducirme.

 Nada más entrar se dio cuenta de que la gente mentía muchísimo. Allí, en el paritorio, no iba a haber magia de ninguna de las maneras. Una sala fría, en pelotas, en la postura más humillante que jamás te puedas imaginar y con gente entrando y saliendo comentando una fiesta de navidad:

 – ¿Qué tal? ¿A qué hora te has acostado?

– Pues hace nada… 2 horitas… Fulano acaba de llegar.

– ¿Se había terminado la barra libre?

 Ella decidió que lo mejor era dejarse llevar, el marido aparcando, el médico a lo suyo por los bajos, la gente comentando la jugada… no podía ser peor… pero una vez más se equivocaba.

 – Súbete encima de ella que está muy arriba y no sale.

¿ENCIMA DE QUIEN?

 Dos minutos después, le dijeron:

Es una niña.

Y acto seguido

No te preocupes guapa, que este médico cose que da gusto.

 Ahora, 24 horas después, mientras el  pequeño gollum gris dormía en la cuna y  él roncaba en la cama del acompañante pensó que lo de la magia se lo iba a tener que currar muchísimo.

Por molinos

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Kseniya Simonova

No creo en la magia. Creo que en esta vida todo tiene una explicación científica, aunque el ser humano aún no haya sido capaz de de encontrar dicha explicación. Pero sí creo en el arte. No me gusta ir a visitar un museo estándar en el que no hay más que cuadros y cuadros, algunos muy difíciles de interpretar.

Me gusta el arte diferente, ver algo original. Sombras y figuras, esculturas realistas, dibujos con arena… Y de esto último os voy a hablar. Seguro que habéis visto en el Youtube o por la tele alguna vez las obras de Kseniya Simonova. Y si lo habéis visto, seguro que os ha dejado con la boca abierta, como mínimo.

Pero muchos no conoceríais ni siquiera el nombre de la artista. Kseniya es una ucraniana de 24 años que ganó este año la edición del ‘Tú sí que vales’ de su país. Desde entonces ha viajado por todo el mundo ofreciendo su espectáculo.

Un espectáculo, sí, porque los dibujos de esta chica no se van a exponer en ningún museo con su firma, sino que el mérito consiste en la elaboración en sí, de auténticas composiciones con arena. Y ninguno permanece sobre el vidrio, ya que la clave de Simonova está en el continuo movimiento. Crea un dibujo a partir de otro moviendo los dedos al ritmo de la música.

Algunos pueden pensar que es magia, yo, admiro el arte. Os dejo el vídeo y disfrutad.

 

Por: Sara

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Ahora, estoy muerto.

Esta es una precuela… es decir una secuela (en el sentido que la he escrito después) pero que trascurre en un tiempo anterior (desde el punto de vista de la acción) a mi historia ¿Amigo? Publicada en fanfiction.es y en Cuentos de Khrandilhah.

«Ahora estoy muerto» pensaba el elfo mientras se incorporaba del lecho y miraba fijamente al enorme dragón azul que se alzaba a su lado.

Recordaba como le había mordido en el cuello… el dolor, el mareo, la perdida de la conciencia conforme salía la sangre de su cuerpo… Pro también la lenta y dolorosa reanimación mágica, la ingestión del amargo y letal veneno al que fue forzado por medio de la magia y también el dolor… sobre todo el dolor, mientras finalizaba la noche y contemplaba su ultimo amanecer. Su cuerpo se rebelaba contra el agente extraño que había sido introducido por su boca, mientras curiosamente se reanimaba, para rápidamente convertir la fuerza vivificadora del mismo en una fuerza corrosiva, que  le hacia sentir como si le quemaran el cuerpo por dentro.

Horas de profundo dolor y sufrimiento… de perdida continua de control sobre su cuerpo… que le habían llevado a desprenderse de la túnica cuando empezaba a notar que perdía el control sobre sus músculos… y en especial sobre sus esfínteres. Hasta finalmente quedar inconsciente y desnudo en el suelo… en medio de un enorme charco, tumbado por el dolor, pero también por el agotamiento.

– Tenias que regodearte – le espeto el elfo – mostrándome tu poder ahora ¿No?

– Por supuesto – respondió el dragón – si lo hubiera hecho anoche… ayer, te habrías quedado sin cabeza y no le serias útil al Sire…

– Aun lo noto, en mi interior – replico el elfo.

– Eso me dijo que te poseería unos años más… hasta que completaras tu parte del trato.

– He viajado a la lejana Amazonia, traicionado a una amiga… me he humillado entre los elfos del norte para conseguirle un buen candidato que poseer y desde el que dominarlos… ¡Y aun así espera más!

– Te faltan tres seres.

– Los conseguiré – le protesto el elfo.

– Eso espera Él. Pero ahora te será mas difícil.

– ¿Por qué? ¿Porque estoy muerto?

– Sí. Ahora eres uno de los nuestros – le indico el dragón mientras iba reduciendo su tamaño – solo podrás ingerir sangre… que es lo único que saciara el hambre que ahora sientes. Sangre de tus iguales, o al menos de aquellos que sean lo bastante parecidos a ti. Y ya no volverás a ver la luz del sol.

Próximo turno para I – Volvoreta – Activo

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