Archivo de la etiqueta: música

Como el sol cuando amanece…

Genial. No sé si al jefe se le acabaron los temas, o nos quiere poner a prueba. Por si acaso es una semana-trampa, espero salir al paso y aprobar el examen.

Comparto con vosotros el tema ‘libre’ de Nino Bravo, interpretado por Marta Sánchez.

13 comentarios

Archivado bajo Q - Sara - Activo

Regreso moviendo el esqueleto

Altavoces a la máxima potencia. Miércoles, 6 de la tarde, en un piso de un humilde barrio de Lisboa. 4 personas y un solo baño para prepararnos para la tarde-noche. Como cada miércoles, hay fiesta en el Santiago Alquimista. Performance, pantalla gigante y buena música hasta las tantas de la madrugada.

Parece que en algún momento nos invade la pereza de tener que subir y bajar colinas para llegar a nuestro destino, pero entonces el equipo de música comienza a vibrar con una fuerte inyección de adrenalina, y ya va siendo hora de mover el esqueleto. Y de volver por aquí. Una canción con mucha energía y un regreso con muchas ganas.

Espero que lo disfrutéis y también mováis el esqueleto (con cuidado de no romper ningún hueso… 😉 )

9 comentarios

Archivado bajo Q - Sara - Activo

Es todo un reto.

Es todo un reto escribir alguna historia interesante cada vez que me toca en el blogguercedario. Pero, es agradable saber que otras personas se pararán un ratito en su vida para leer lo que escribo, y que comentarán el post con todo el cariño del mundo.

A veces, pongo música de fondo, como ahora:

Y la imaginación empieza a liberarse del resto de la mente, y navega por mundos a parte, se desliza entre las emociones y recorre la inmensidad del cosmos en busca de sensaciones nuevas que la hagan entrar en éxtasis.

Así me siento en este momento.

Gracias.

6 comentarios

Archivado bajo R - Gorio - Activo

Aspective permanecía inmóvil en el suelo

Últimamente habíamos descubierto, cada quien por separado, que en la oficina se podía hacer de todo. Una vez junto a la puerta del baño, mientras meditaba cerca de la ventana, en el mismo lugar en que ahora Aspective permanecía inmóvil en el suelo, escuché una dulce y singular voz, adornada por los acordes suaves y acompasados de una guitarra.

No entendía lo que cantaba, pero igual me gustaba escuchar esa melodía. En eso pasó Gorio y, mirando al techo, intentó descubrir de dónde provenía dicha música. En un instante me miró como sorprendido de que yo también estuviera ahí y me dirigió una sonrisa.

¡Qué buena la canción esta!

Le respondí asintiendo la cabeza e instintivamente le ofrecí un cigarrillo. Entre plática y todo, resulta que los dos resultamos ser músicos, con nuestras respectivas tendencias y gustos completamente polarizados, pero músicos al fin. Guitarristas para variar, bueno, yo con un tanto más de experiencia en el bajo y el contrabajo, pero compartíamos el gusto por los instrumentos de cuerda.

Deberíamos de improvisar algo, me da curiosidad por el resultado de semejante combinación, le dije.

Me hizo un gesto de no estar completamente convencido. Cabe aclarar que yo no era un tipo por demás popular como Sito (el ex jefe), Aspective o el mismo Gorio (que ya era famoso por su intento de conquistar a Sonvak). Me considero más bien del tipo reservado que pasa casi por lo general desapercibido en todas las reuniones y en los pasillos se me nota discreto. Vamos, que un tipo común sin aptitudes y/o cualidades aparentes le propusiera algo a una persona de habilidades comprobadas en la oficina, cualquiera dudaría de su proyecto, por más armado que este fuera.

La oficina en donde trabajábamos contaba con 26 cubículos, correspondientes a las letras, donde cada quien trabajaba en lo suyo. Además contaba con unas salas de reuniones, cafetería y algunos otros espacios de trabajo común. La mía estaba, como vulgarmente decimos en México, como huevo (cojón) de perro: hasta el final. De vecinos solía tener a Cuauhtémoc y a Yuyis, pero esta última había encontrado otra opción de trabajo y había renunciado, o algo así escuché. Te digo que no soy muy atento con los demás. Hay un pasillo central, en primer plano a mano derecha, encontrabas trece cubículos, de las letras A a la M, y al lado izquierdo encontrabas apilados los cubos de la N a la Z. Los baños se encontraban justo al final del pasillo doblando a mano derecha, mientras la sala de juntas era al final del pasillo a mano izquierda. ¿Que por qué escribo esto? Ah, comprenderás entonces que fui yo el que separó a las dos mujeres que estaban transformadas en fieras justo al lado del baño, me quedaba tan cerca de mi pequeño cubo.

Bueno, si lo que quieres es improvisar, entonces deberíamos de ver cuando tenemos tiempo libre e intentarlo.

La respuesta de Gorio por fin me daba una esperanza mayor. Él entró al baño y yo me dirigí a mi cubo, y es cuando veo salir a la menor de todos los bloggers que conformábamos este singular equipo de trabajo. Daniela iba ya de salida con la guitarra en su estuche al hombro y algunos otros papeles en su mano izquierda.

¡Qué sorpresa! Y pensar que en esta oficina hay mucho talento artístico, más que la simple burocracia habitual.

La dejé marcharse sin dirigirle más que un gesto de saludo-despedida. La uruguaya era una de las chicas que más me impresionaba por su trabajo, la admiraba en verdad. Fui a mi escritorio, busqué un folder que tenía archivado muchas de mis singulares composiciones para la música y elegí una: Carente de corazón (que después la transcribiré, puesto que esta letra no es propia del post). En las indicaciones técnicas para la partitura, había escrito: dos guitarras, una voz masculina, una voz femenina. Perfecto, esta sería buena para Gorio, Dani y yo.

Justo era la mañana entonces que decidí proponerles a mis dos compañeros la interpretación de esta canción, a modo de balada; justo era que revisaba los últimos detalles para no estar corrigiéndolos en público; justo era que imaginaba las cuerdas de Gorio y la melodiosa voz de Daniela en mi canción; justo era que… ¡rayos, algo pasa allá afuera!

Salí y miré hacia todos lados, Lino y Alejandro Marticorena se asomaron de sus cubos casi al instante que yo, pero instintivamente corrí hacia donde se escuchaba el alboroto. Sólo vi a un par de mujeres dándose con todo. Usando un poco de fuerza me metí en medio de la pelea, a una la empujé y a la otra la jalé, sin saber aún quien era quien. Debo confesar que me llevé unos arañones espantosos y muchos insultos. Miré a Aspective en un estado como en Shock y enseguida volví la mirada a las chicas: Sara y Dani agitadas aún, dirigiéndose una a la otra una mirada de rencor, pero las dos chicas estaban llorando.

Próximo Turno: A – Codeblue – Activo

Salta turno a: C -o8Sandra – Activo

8 comentarios

Archivado bajo X - Mosquitovolador

EL DIABLO ESTÁ EN SU IMAGINACIÓN

Me encontraba en mi casa decidiendo sobre lo chica que es mi habitación, la cantidad de muebles y la pintura de las paredes. Quería lograr una armonía perfecta, un ambiente en donde cada rincón fuera acogedor. La cama pegada a la pared, el buró al lado, un pequeño librero al fondo y el sistema de audio colgado en los muros.

– No, creo que no es así lo que busco.

No era para menos, me encontraba en un dilema de mi vida entera. Había pasado poco más de un año en que saqué mi último fruto artístico: una balada que empecé en mi guitarra y culminé elaborando arreglos para musicalizarla con batería, piano, bajo, violines, violonchelo y coros con voces en tonos diferentes. En ese tiempo pensé que había encontrado la fórmula correcta para dirigir a mis futuras obras e inclinar mi carrera hacia cierto sentido. Definitivamente me gusta la música y la lírica, me gusta hablar con música de fondo pues.

Sin embargo, nada pasó. Y me di cuenta demasiado tarde, tiene poco que en mi computadora quise recuperar un poco el orden que solía tener de mis archivos y carpetas. Fue como encontré y revisé un documento de texto que se fechaba en abril de 2008 y en el que, además de esa letrita bastante peculiar que me hizo trabajar desde diciembre pasado (2007) y hasta entonces, incluía unas anotaciones que referenciaban el comportamiento de cada uno de los instrumentos musicales involucrados y su intervención, así como el perfil de los instrumentistas que requería la canción.

– ¡Rayos! Cuando aún en este cuarto se podía trabajar a gusto.

Posters en la pared que me recuerdan a cada momento los lugares que alcancé y los eventos donde participé con los distintos grupos musicales, en los distintos géneros en que me he desenvuelto. Sin embargo, me di cuenta que hasta mi guitarra había perdido ese aroma a cedro tan penetrante que siempre me motivaba a tocarla. En ese tiempo solía también rayar el espejo y el pizarrón con frases que se me ocurrieran, sin omitir que también las escribía en el móvil o en un cuaderno que siempre me acompañaba a todos lados.

Lo que pasa, entonces pensé, es que me he vuelto muy perfeccionista y me he presionado de una forma tal que bloqueo mi propia creatividad. ¿Cómo fue que compuse esa última canción? Yo había querido rescatar únicamente la técnica que empleé desde el principio, desde que coloqué el primer verso en el papel, cuando experimenté entre un sinfín de acordes y tonalidades para decidirme por el de Si Mayor. Pero al momento de mi análisis olvidé o ignoré por completo todo lo demás que me había hecho escribir y tocar de esa manera. Ignoré, por ejemplo, las ansias de querer plasmar algo en papel, el recuerdo de mi pareja en aquel tiempo que me hacía sobrar motivos para vivir en felicidad y armonía, la improvisación musical a la que recurría a cada momento, olvidé pues, el amor al arte… y a la vida misma, creo.

Ahora no me daba el lujo de imitar o corregir trabajos anteriores. Todo quería que fuese nuevo. Sin embargo, no encontraba ese verso o armonía que me diera lo que estaba buscando. En cambio, mi último trabajo estaba basado en varias ideas de trabajos anteriores, todos matizados y tratando de ser corregidos con las técnicas que ahora sabía emplear a la música, no como antes, en que sólo imaginaba el entorno musical definitivo al mismo tiempo que cantaba una obra junto a los acordes de mi guitarra.

Y regresando al tema de mi habitación, siempre terminaba concluyendo que era mi rincón sagrado, el ideal para que fluyeran con naturalidad e ingenio todas mis ideas y formas de pensar, no sólo en la música, sino en los incontables sentidos que tenía la vida. Bueno, quizá basta con organizar de nueva cuenta mi habitación, limpiar el polvo, colgar nuevos símbolos, buscar y repasar los borradores de trabajos inconclusos que me recordaran el sentido que debía tomar mi carrera. Pero por más que movía mi cama y mis escasos dos muebles de lugar, por más que exhibía otras estampas en la pared, incluso luego de darle más iluminación al cuarto y de reorganizar mis libros y cuadernos, aún después de todo, quedé insatisfecho. Ahora no era capaz de percibir lo positivo del asunto, pensaba que quizá el diablo estaba situado en mi imaginación, se adueñaba de mi falta de optimismo y de creatividad. Pero tampoco consideraba que me hubiese convertido en una persona moralmente mala. Bueno, quizá entonces debí de prestarle atención a la insatisfacción e inestabilidad que me ahondaba.

– ¿Qué tal cambiar el lugar de trabajo?

Bien pudiese ser el estudio de la casa, quizá el comedor, las escaleras huelen bien y el jardín aún permanece tranquilo. La sala, el patio, la cochera, la banqueta al atardecer… Había tantos lugares y tantos ambientes, tantos colores diferentes y muchas cosas más. Al diablo con mi cuarto decidí, ya me cansé de estar siempre aquí. Lo voy a adorar quizá por tantas y tantas cosas que de ahí florecieron. Cantos, versos, melodías, armonías, lecturas, escrituras, preguntas, respuestas…

Es por esto que, en plena crisis de creatividad, me atrevo a experimentar en distinto horario y lugar un ensayo que refleje mi único y singular problema: no tengo de qué escribir. Por eso ahora estoy ubicado en la sala, con el ventilador puesto, el radio de fondo, las luces prendidas, los pequeños vecinos jugando afuera, el perro lamiéndome los pies, los mosquitos picándome la piel y en la cocina calentándose un buen café.

– ¡Ah, qué buena falta hace un cigarrillo para celebrar que pude terminar de expresar este extraño sentir!

Así que, señores, me retiro de mi práctica improvisadora y cierro el taller por el día de hoy.

¿Y mi cama?

Mi cama… buena pregunta… creo que de ahora en adelante, la cama será sólo para dormir.

Próximo turno: Y – Yuyicienta – Activo

Salta turno a: Z – Juanradiablo – Activo

Salta turno a: A – Codeblue – Activo

11 comentarios

Archivado bajo X - Mosquitovolador

Donde moriré sintiendo

Sito Iglesias – gracias a la música…

No recuerdo cuando fue la primera vez que te sentí

pero debió ser un momento especial.

Ni siquiera recuerdo el nombre de aquella primera melodía

sin embargo no importa el cuando si no el cómo.

Siempre me has acompañado, me has consolado, alegrado y exagerado mi estado emocional, y como fiel admirador y apasionado seguidor intento devolvértelo, haciendo que llegues a todas partes, luchando por defenderte y consiguiendo que te respeten.

No hay mayor satisfacción que mostrar tus encantos a la gente, y que su respuesta sea entusiasta. Es un delirio de placer escuchar tus creaciones, tus letras y tus acordes, aunque como en toda generalidad siempre hay quien te maltrata y te utiliza con malicia, o peor aún, con ignorancia.

Contigo he reído, llorado y bailado, en ocasiones en manos de la locura, retorciéndome o señalando con los brazos estirados y emocionados el destino de mis próximos pasos.

Ahora que me acompañas más que nunca en esta dura etapa, estoy seguro de que ya nunca me abandonarás, serás la más fiel compañera y siempre me respaldarás cuando te necesite, consiguiendo convertir todo lo negativo en positivo y celebrando los buenos momentos con estímulos celestiales.

Ahora sé que allí donde muera, moriré sintiendo una última canción, no se cual será, pero estoy seguro que su eco me acompañará para siempre.

Próximo turno para: C – 08sandra – Activo

4 comentarios

Archivado bajo Codeblue_