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El hombre del saco. (Una leyenda urbana)

romasanta

Era una noche oscura, típica de Galicia, con mucho viento, humedad y esa llovizna (poalla), que se te pega a la ropa.

Por el camino del bosque que se aleja del pueblo, apenas se veía a un palmo de distancia, y el caminar era pesado y lento.

Eulogio el médico, debía llegar cuanto antes a la casa de Mariño, el señor que vivía a cinco quilómetros del pueblo, y que había enfermado de unas extrañas fiebres que le hacían convulsionarse y vomitar sin parar, para intentar curarlo.

Por fin llegó y empujó la puerta. Entró en la casa y sintió un alivio muy grande. Pero la casa estaba fría, y no se pudo quitar la ropa.

Subió las escaleras de la galería que llevaba al dormitorio, y allí estaba Mariño, el herrero, impedido en la cama y con sudoraciones intensas.

_¡Dios mío!,¿Pero que te ha pasado?. Le preguntó Eulogio.

Mariño apenas podía articular palabra. Pero contestó:

_Mi buen doctor, gracias por venir.

Ayer volvía del trabajo, como siempre a última hora del día, y en el camino de casa me atacó algo que yo describiría como una especie de lobo, pero iba erguido y tenía manos.

Se me avalanzó hacia el cuello, y me mordió en la espalda porque lo pude esquivar. Corrí como alma en pena y conseguí llegar a casa, cerré la puerta y me escondí en la habitación.

Por la mañana cuando vino el panadero le dije que me encontraba mal y que avisara al doctor para que vieniera, porque yo no podía ni andar.

Romasanta!, exclamó Eulogio.

Hay que avisar a la guardia civil de que ese monstruo anda por estos alrededores.

De repente, Mariño empezó a echar espuma por la boca, y con las convulsiones se cayó de la cama quedando inmóvil en el suelo.

El médico le tomó el pulso y comprobó que había muerto. Lo subió a la cama y tapó su cuerpo con la sábana.

No quería tocarlo más por si se contagiaba de su mal.

Bajó de nuevo las escaleras con la intención de regresar al pueblo y dar parte de lo sucedido en el cuartelillo, pero tuvo miedo de salir y se fue directo a  la chimenea para encender un fuego. Había decidido que era mejor pasar la noche allí, y luego por la mañana volvería.

Ya estaba calentándose cuando escuchó un ruido en la parte de arriba de la casa. Creyó que podría ser una ventana mal cerrada que se golpeaba por el temporal, y no hizo caso.

Pero el ruido regresó al poco rato, alguien bajaba por las escaleras, ese sonido de los peldaños de madera crujiendo era inconfundible.

_Pero si Mariño vive solo.., ¿Habrá alguien más en la casa?. Pensó.

Se dio la vuelta y vio con pavor como el herrero se abalanzaba sobre él . No pudo reaccionar y acabó devorado.

Gorio

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Voy a contarles algo…

Dieciocho de marzo de 1993 son las 16:00 h (aprox.) en la ciudad de Sevilla, cuatro chicos de entre 15 y 16 años se reúnen como cualquier otro día para pasar la tarde juntos, entre risas y juegos, entre amigos. Jose, Pedro, Miguel Ángel y Benjamín podrían ser cuatro chicos cualquiera porque en esa época y por estas tierras la gente se reunía en la calle, no había móviles y si no salías a la calle nadie te llamaba, nadie se acordaba de ti. El día se había despertado gris y frió, el tiempo amenazaba lluvia desde por la mañana temprano, bueno, mas que lluvia tempestad y mirando hacia arriba el cielo gris tornaba a rojizo con el paso de las horas, daba la sensación que en breve este se caería sobre ellos. Así las cosas, el chico llamado Jose ofreció bajar a su “cuartillo”, una habitación medianita que tenia cada propietario en los sótanos del edificio, una habitación siniestra en una planta baja deshabitada por completo, y allí buscar algún entretenimiento. Fue comentar eso y escucharse un trueno como nunca antes habían escuchado, primero un estruendo brutal y después un flash inmenso, tanto como el cielo de Sevilla, y en medio un rayo directo desde…. quizás desde el infierno. No dio tiempo a caer la primera gota y los cuatro amigos ya marchaban, porque la tarde empezaba a ponerse fea, Miguel Ángel tomo la iniciativa y nadie tuvo mejor idea- Joder eso ha tenido que caer cerca, vamos abajo-. Una vez en el habitáculo todos se preguntaron a que demonios iban a jugar allí, tres o cuatro metros cuadrados libres y alrededor estanterías con libros viejos de su padre, un astrónomo famoso en el barrio pero con mala reputación en su casa, que desapareció en extrañas circunstancias o mejor dicho nadie supo nunca las circunstancias.

–Ya se a que podemos jugar tío, mira lo que tenía mi padre  aquí – dijo José para intentar pasar la tarde, sin mas.

– Eso es una güija “killo” déjate de rollo que eso es chungo, pudo decir Pedro perfectamente.

– ¿Chungo?, eso no vale para nada yo me rio de eso y de todos ustedes si jugáis a eso, exclamo Benjamín.  

– ¡Venga! pues entonces vamos a jugar y nos reímos, sentencio Miguel Ángel.

Y así fue, los cuatro chicos de rodillas en una habitación con suelo de…. bueno sin suelo, de rodillas en cemento puro, y húmedo, muy húmedo, tanto como el ambiente, casi irrespirable, algo así como el calabozo tetrico de una pelicula terrorifica de serie B . Cada dedo en un vaso, ¿allí había un vaso?, si señores allí había un vaso, inexplicable pero ya saben que la realidad supera siempre a la ficción je je. Primera pregunta. Jose toma la palabra y pregunta…. “¿Papa estas entre nosotros?”. Corazones paralizados, todos habían escuchado hablar de ese rollo pero la situación era totalmente propicia para que sucediera algo malo, muy malo. El vaso se movió y se situó encima de la casilla que contenía en su interior como respuesta “SI”, ya se les podía pinchar y no notaban nada, fríos como el hielo y al borde de gritar un “vasta”, pero nadie se atrevió. Siguieron así unos veinte minutos pero fue una vida entera para ellos, más preguntas y más respuestas, alguna no tenía sentido pero la mayoría tenían un sentido aterrador. Y ya imagínense, cada uno preguntando aquello que creía que podía ser definitivo para saber de verdad si había alguien más allí y alguien que por desgracia no era terrenal. Pero todo se trunco cuando……

– ¡Al carajo con tu padre!, Benjamín le pego un manotazo al tablero y el vaso salio despedido como si hubiera estado cargándose con energía cinética todo ese tiempo, para chocar contra la puerta de la habitación.

Todos sintieron que algo iba mal, que aquello no se había terminado de una manera normal y que ninguno estaba seguro allí. De repente suena la puerta de arriba, la que permite acceder a la planta baja por medio de unas escaleras, se abre y se cierra seguidamente. Los cuatro a la vez abren la puerta del zulo y se dirigen por un pasillo, sin ventanas, solo puertas, un corredor de la muerte, hacia las escaleras sin dirigirse la palabra, en el silencio más absoluto.

Jose iba el primero y de repente se detiene justo delante del primer escalón….

– ¡“Killo” esto no puede ser!, yo no puedo dejarle el marrón este a mi madre aquí esperarse un momento. A nadie le gusto la idea evidentemente pero el chico tenía razón.

 – ¡Y que coño quieres que hagamos, cojones!, dijo cualquiera de los tres.

– Os voy a decir lo que vamos a hacer, voy a por la güija y la voy a traer aquí, ¿veis ese extintor de esa pared?, pues tendrá un numero de serie seguro, vamos a ver si de verdad dejamos alguien aquí o no. Y como no, otra vez como en las películas también apareció un bolígrafo para apuntar el numero que supuestamente iba a contestar…. alguien.

 Bueno, lo de aquella habitación ustedes saben aquello del poder de la mente y todas esas cosas, que yo me las creo a pies juntillas, pero que cada un piense lo que quiera. En cada pregunta al menos uno sabia la respuesta y conscientemente o inconscientemente podía moverla o ayudar a moverla, nunca iban a estar seguros. Pero lo que había propuesto Jose era lo bastante definitivo para que tragaran saliva los cuatro a la vez y asintieran con la cabeza. Jose marcho por el tablón diabólico y lo trajo de nuevo antes ellos junto con el vaso, ese horrible recuerdo volvía ante sus ojos. Se arrodillaron y Jose tomo la palabra.

– Papa, si estas aquí, muéstranos por favor el número de serie de ese extintor.

El vaso se movió bruscamente hacia el 0, después hacia el 1, cada vez mas rápido, prácticamente no daba tiempo ni a apuntarlo, tenían que acordarse entre todos del que había dicho antes, al fin se detuvo y todos se quedaron en silencio mirando el numero, como memorizando, eran muchos números, pero ¿quién iba a comprobarlo?. Decidieron ir todos juntos y fue darle la vuelta al extintor y ……bueno el final pensaba contároslo la siguiente semana que venia muy bien al tema, pero la verdad solo pensar tener en la cabeza ese recuerdo una semana miedo me da.

Imagínense, una pegatina mas grande de lo esperado les sorprendió con un numero exactamente igual que al que habían escrito, patadas en el culo y codazos en la cara para subir el primero por la escalera, no eran personas eran fieras subiendo por una montaña. Y claro como no, la puerta tenia truco y no se abría, hasta que consiguio llegar Jose hasta ella y ….una vez fuera, bueno.. un sol esplendido recibio a los cuatro chavales que incredulos miraban el cielo azul, y una vez mas sin hablarse.

Para terminar dejar claro, por si alguien no se había dado cuenta, que este relato se parece en algo más a una película, de los cuatro chicos tres nombres son reales pero Pedro, ese chico en realidad no se llamaba así….Y desde entonces os puedo jurar algo, yo no creo en dráculas ni hombres lobo ni nada por el estilo, pero en que hay algo mas ahí fuera… eso es seguro.

 

Lino

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Hacerme una proposición

-¿Una proposición?  ¿Qué clase de proposición? – pregunté un poco sorprendido. Nunca había esperado tener que hacer tratos y mucho menos con el fiscal.

-Los dos sabemos que estas hundido hasta el cuello. Que de aquí no saldrás  en mucho tiempo, a  menos que mueras. – me dijo el fiscal aquella tarde. Por la ventanilla de la enfermería podía mirar a los reos jugando en el patio futbol.

A pesar de que ese lugar era extraño, no era del todo desconocido por mí. Mi infancia la viví en un orfanatorio, soportando los maltratos de todos. Hasta que me escapé un día. Viví mucho tiempo en las calles, así que me pude topar con muchas alimañas, personas sin escrúpulos, dicen que la mejor escuela es la vida misma, así que una de las cosas que me enseñó es en no confiar en nadie que te proponga un trato, mucho menos si este es demasiado fácil de realizar.

-Mire señor, vaya al grano, no me ande tantas pendejadas.

– Por lo visto el que te hizo esto te quiere muerto muchacho. Yo te ofrezco la libertad y una vida nueva si tú me ayudas.

-¿Ayudarle a usted? ¿Qué clase de ayuda puede necesitar una persona como usted? Alguien que lo tiene todo en este mundo, que jamás ha pasado hambres.

-Una ayuda que solo tú me puedes dar.  A  pesar de que cometiste un asesinato, yo personalmente te felicito. Mataste a Leo,  uno de los grandes. Pero por lo visto su hermano sabe que estás aquí. El le pagó a uno de los reos para que te apuñalara.

El hermano de Leo, jamás se me hubiera ocurrido que alguien podría vengarlo. Pero estaba preparado mentalmente para lo que pudiera ocurrir. Al fin y al cabo no tenía nada que perder.

Vino a mi mente el día que conocí a Mónica. Esa princesa hermosa, con esa mirada angelical que aun recuerdo y se me nublan los ojos. Me alegro de haberla vengado, de haber acabado con ese hijo de puta que me desgració la vida. Y si me entero de que salió de su tumba, salgo y lo vuelvo a matar al cabrón.

Escuché todo lo que me dijo el fiscal, quería que me hiciera pasar por muerto, que el me sacaría de la prisión, pero que a cambio yo tenia que ir y matar al desgraciado del hermano de Leo.

Esa noche, llegó una ambulancia a la cárcel, de ahí me sacaron a escondidas. Nadie se dio cuenta.

Al día siguiente desperté en un lugar totalmente desconocido para mí. Estaba acostado boca abajo.  Un dolor invadió mi cuerpo, alguien estaba limpiando mi herida. Cuando terminó, me dio una palmada en la espalda, me dijo que ya podía acomodarme bien. La vi, era ella, Mónica. Le quise preguntar que pasaba, pero ella me tapó la boca y me dijo que descansara, que ya habría tiempo de conversar y explicar todo.

Me quedé pensando, confundido. Si Mónica estaba viva, entonces todo lo que yo había hecho era en vano. Mi venganza no tenía ningún sentido. Sin duda, me tenían que explicar muchas cosas.

Me dormí. De repente, estaba en los barrios donde crecí, cuando conocí a Mónica aquella tarde. Tenía yo diecinueve años, me acababa de robar una botella de licor de una de las tiendas que estaban cerca. Salí corriendo y al dar la vuelta choqué contra ella. La botella cayó al suelo y se rompió. Pero, yo no podía quitar mí vista de sus ojos, era la mujer más hermosa que jamás había visto. De repente, el dueño de la tienda salió corriendo, tomándome del cuello, ella lo hizo que me soltara y le pagó la botella. Me dijo que me subiera a su auto, que estaba estacionado ahí a un lado. Lo dudé por un momento, pero lo hice. Nunca supe de donde vino, pero ella me salvó de la vida que llevaba. Nunca lo supe, nunca pregunté nada. A pesar de todo mi mente era inocente. Después de que me fui con ella, en un departamento que tenia en una colonia famosa de la ciudad, ella me daba todo. Hacíamos el amor como locos. Nunca conocí a su familia y ni pregunté nada. La verdad, es que no me importaba, como yo  nunca había tenido familia ya me había hecho a la idea de que ella tampoco.

Seguí recordando entre mis sueños. A Leo lo había mirado antes, si, de hecho conversando con ella en alguna fiesta que habíamos hecho, pero no pude recordar como lo conocí yo.

Desperté ya tarde. No había nadie a mí alrededor. Se escuchaba el cantar de los pájaros. Era obvio que no estaba en la ciudad. Traté de levantarme de la cama, pero en eso apareció Mónica, me hizo una seña que me volviera a recostar. Se acercó a mí, me abrazó y me besó. Me dijo al oído: “todo estará bien amor, confía en mi, como siempre”. La verdad, no sabia que estaba pasando, no sabia si confiar en ella o no.

–          ¿Qué pasó? ¿Cómo es que estás viva? ¿Dónde has estado estos cinco años? Se que te dejé en aquel lugar tirada, porque tuve que perseguir a Leo.

–          Hay muchas cosas que tienes que saber amor. Cuando Leo me disparó, las balas no eran de verdad.

–          ¿Cómo que no eran de verdad? Esto no tiene sentido.

–          Tienes que perdonarme, todo lo hice por nuestro bien.

–          ¿Hacer que?

–          Soy hermana de Leo.

–          ¿Cómo? Pero ¿entonces?

–          Mira, la verdad es que nunca nos llevamos bien. Cuando tu te mezclaste en sus asuntos, pensé que seria una buena oportunidad para poderme deshacer de el.

–          Pero ¿Por qué querrías deshacerte de el?

–          Porque lo odiaba, porque el siempre tuvo todo, porque era el preferido de mis papás. Porque el desgraciado mató al hombre que yo más amaba.

–          ¿Qué? Pensé que era yo. Maldita, me usaste. Me has usado desde el primer momento.

–          No, no es verdad, no siempre.

–          ¡Cállate! ¿No tienes ni siquiera un poco de dignidad?  ¿Por qué no te quedaste muerta? ¿Por qué tenias que volver aparecer? Ya habías logrado tu plan. Ya habías hecho que yo asesinara a tu hermano. Ahora soy un maldito asesino, porque ni siquiera una causa justa tengo para poder llamar venganza a lo que hice.

–          No seas patético. Me tienes a mí, podemos hacer una vida nueva.

–          ¿Qué tiene que ver el fiscal en esto?

–          ¿El fiscal? Bueno, él, es mi tío.

–          No puede ser, yo que pensaba que eras la mejor persona del mundo. Ahora descubro que eres de lo peor.

–          Por favor deja que te cuente todo, para que no me juzgues.

–          No se que tengas que contarme, pero ya que, me has desgraciado más la vida de lo que alguna vez estuvo.

“Mi tío se hizo fiscal, por azares del destino, porque ni siquiera era de la policía, ni se dedicaba a la política. Mas bien el era un asesino encubierto del gobierno, hacia el trabajo sucio. Mi hermano Leo que ya para entonces se dedicaba al narcotráfico, le pidió que se asociaran. Así que empezaron sus negociaciones, hasta que un día, Leo, lo traicionó. Yo me casé a los quince, con un narco pesado de por acá, el que era jefe de Leo. A pesar de que me trataba mal, yo lo amaba. Tal vez, porque veía en el al padre que nunca tuve o mas bien que mi hermano me arrebató desde pequeña. Siempre odié a mi hermano. Pero aquel día que traicionó a mi esposo y lo mató a sangre fría, para convertirse él, en el nuevo capo de la mafia. Juré  y perjuré que lo iba a matar. Es por eso que mi tío y yo planeamos algo. No podía matarlo él, porque ya para entonces era fiscal, entonces, fue cuando decidimos buscar a alguien que lo hiciera. Es por eso que una tarde me dirigí  al barrio mas pobre de la ciudad. Había estado observando a muchos, pero cuando te miré supe que eras tú el que me salvaría la vida. No hallaba como hacerle para que odiaras a Leo, así que decidí irme a vivir contigo y que poco a poco entraras al negocio, me costo mucho trabajo, porque me enamoré como una perdida de ti. Pero tenia que terminar lo que había empezado si quería vivir en paz y feliz contigo. Así que cuando ya te metiste al negocio con mi hermano, te aconseje que no le entregaras la droga, que la vendieras tú por tu cuenta que le sacarías más. Sabia que el iría a buscarte, tenia el riesgo que te mataran, pero para eso me compre varias cajas de balas de salva. El tenia que ir por mi, para poderte obligar que entregaras el cargamento, así que me prepare. A pesar de que nos lleváramos mal mi hermano y yo, el me quería, así que no me hizo daño mientras me tuvo secuestrada, me dejo andar suelta por toda la casa donde estuvimos, cuando se metió a bañar, agarre su arma, le puse las balas de salva, sabia que para el negocio no se tentaría el corazón y que era capaz de matarnos a ti y a mi. Todo lo tenía preparado. Hasta la sangre falsa. Después de que te fuiste aquella tarde a perseguir a Leo, mi tío llego por mí. Me dijo que teníamos que esperar a que todo pasara. Que algún día tú matarías a Leo y volverías a mí. Esperé mucho mi amor. Cinco años. Y aquí estamos juntos”.

-Maldita, desgraciada. Me usaste. No te lo voy a perdonar nunca. No se que es lo que te propones. Pero no lo conseguirás. Me hiciste un asesino, podría ser yo el peor malviviente del mundo, pero nunca un asesino. Gracias a ti ahora estoy aquí, viviendo la peor amargura del mundo. Con la mujer que pensé me haría feliz por siempre.

No dije más. Las lágrimas salían de mis ojos, de rabia, de sentir tanta impotencia. Ella salió llorando. No me importaba, de repente, todo ese amor que sentía por ella, toda esa admiración se vino abajo. Me levante a como pude, entonces pude ver en el tocador del cuarto una escuadra, con cachas de oro, la revise perfectamente para ver si no tenia balas de salva, me había hecho muy desconfiado. Comprobé que eran de verdad. Salí como pude, observe que a mí alrededor todo era campo. Había arboles por todos lados, el canto de los pájaros se escuchaba a mi alrededor como una música agradable a mis oídos, aun en aquel momento de confusiones. Ahí estaba ella, recargada en un árbol, sintió mis pasos y volteo mirándome dulcemente, con la cara bañada en llanto. Aun así el coraje que sentía era  mucho más de lo que alguna vez sentí amor por ella. Apunté con mi arma.

–          Yo siempre cumplo mis tratos, así que esta vez no será la excepción. Tu tío me dijo que me sacaría de aquí, que tendría una nueva vida, si mataba al hermano de Leo. No es hermano, si no hermana, pero eso no cambia las cosas. Te amé, di todo por ti, pero no supiste aprovechar lo que el verdadero amor significa.

Ella no dijo nada, solo bajo su cabeza. Empuñé la pistola, sin pensarlo dos veces jalé el gatillo, la bala se incrustó en su cráneo y su cuerpo se desvaneció.

Hay cosas que después de hacerlas te arrepientes. Pero, si algún día me entero que ella aun vive, la  vuelvo a matar.

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Me entregué a la policía

Por  R – Gorio-  Activo

Me entregué a la policía porque sabía que ya no podría seguir huyendo sin rumbo. Entré en la comisaría que había muy cerca del campo de fútbol. Me acerqué al mostrador y le espeté a aquel agente que yo era ese a quien estaban buscando.

Se incorporó de la silla y me indicó que me diera la vuelta para a continuación ponerme las esposas y acompañarme hasta el despacho del comisario. Era como el de las series de televisión baratas; rechoncho, con bigote y  mal peinado.

Me estuvieron interrogando durante casi cinco agotadoras horas, hasta que me llevaron a una celda. Allí conocí a Jimeno, un gitano que se dedicaba a pasar heroína y se me hizo más llevadera la estancia en ese lugar el poco tiempo que duró.

A los tres días me trasladaron a la prisión de máxima seguridad. Había oído que los novatos son carne de cañón, pero en esa cárcel, debías ser más cabrón que el mayor de los cabrones, y yo ya iba con un buen currículo.

Fui a parar al módulo siete, el de los que tenían condenas por asesinato. Tuve suerte con mi compañero de celda. Ricardo, se llamaba el tipo. Era casi de mi edad y su caso era muy parecido al mío, se había cargado a su jefe tirándolo por la ventana de un décimo piso, y se hubiera librado sino fuera por que todos los compañeros de la oficina fueron testigos del suceso. Fue una venganza, claro, lo quería despedir después de 20 años en la empresa, para darle su puesto a su cuñado, cosas de la vida cotidiana, pero a él parece que no le sentó muy bien.

Pasaron dos semanas hasta que apareció el abogado de oficio, y me requirió a su presencia. Me dijo que mi caso era muy complicado, pero que lo iba a llevar, por que le gustaban los retos. Me calló bien, aunque era joven, no daba la impresión de ser inexperto.

Ya llevaba tres meses y la verdad es que todo parecía muy tranquilo, nadie se metía conmigo. Pero aquella tranquilidad se iba a terminar muy pronto.

Sucedió en la cola de la comida, se acercaron por detrás y me clavaron un punzón en el costado, me caí al suelo desplomado, porque me atraveso un pulmón. Cuando me desperté, estaba en el hospital, custodiado por dos policías en la puerta de la habitación. Una enfermera me estaba tomando la tensión y cambiando el suero, me sonrió y salió del cuarto.

Por la tarde, después de comer, apareció mi abogado. Me explicó que un tipo de la banda de Leo fue el que me atacó, y que lo metieron en incomunicados, que si quería poner la consiguiente denuncia. Yo le dije que no, que esas cosas se arreglaban dentro…

Al día siguiente, el fiscal que me había acusado,  se acercó a verme para hacerme una proposición.

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Puso rumbo a la isla

Así se llamaba aquel local de ambiente a las afueras de la ciudad,  esa, en la que se había hubicado tras haber dejado  una vida desastrosa junto a aquella mujer que le había absorbido todo su ser hasta que no pudo mas.

Ahora era otra persona diferente. Ya no había nadie que pudiera decidir por él. Era libre y podía hacer lo que quisiera, sin dar explicaciones a nadie.

Abrió la puerta y sus ojos de inmediato se acostumbraron a las luces ténues de burdel. Tras cruzar el estrecho pasillo y sin pararse , se encaminó hacia la barra.

CLUB, BURDEL, CASA DE CITAS

Detrás del mostrador, el barman lo miró con desconfianza, y se acercó a él, que ya se había sentado en uno de esos taburetes giratorios tan incómodos, y le preguntó:

-¿Qué te sirvo amigo?…

Depués de pensar durante unos segundos, con la mano tapándose la cara como queriendo ocultar algo, cosa que incomodó al barman, le contestó:

-Sírveme un whisky de malta, doble.

-¡Marchando!, dijo el barman con un tono mas jovial.

La música que sonaba de fondo le ayudó a relajarse mientras saboreaba su cara consumición. Aún no había dado ni dos sorbos y enseguida se le acercó una chica que se sentó a su lado.

BURDEL, PROSTITUTA, PUTA

Era de tez morena, pelo largo liso, delgada, con pechos prominentes que se adivinaban por el gran escote que llevaba, de ojos oscuros dulces y picarones. De la cintura para abajo casi iba desnuda, solo llevaba un tanga y pensó si no tendría frío, porque en la calle no se paraba. Ella le puso la mano en su pierna, y le instó a invitarla a una copa. Esbozó una sonrisa y con un gesto de sus dedos, llamó al barman, que ya traía la bebida de la señorita.

Con acento brasileño le preguntó:

-Cariño , ¿Quieres pasar un buen rato conmigo, guapo?, te haré gozar como ninguna mujer lo ha echo mi amor.

Esta vez no se lo pensó demasiado, al fin y al cabo a eso había ido.

-Vale muñeca, vamos te sigo.

Subieron las escaleras que daban a las habitaciones. Ella iba delante pavoneándose y sonriendo. El no dejaba de mirarle el trasero, estaba sintiendo un deseo inusitado.

burdel, prostituta, puta

Llegaron a la habitación. No se percató de lo cutre que era hasta que se recostó en aquel colchón tan incómodo y con mantas rugosas. La mujer entró en el baño mientras le mandaba un giño amoroso con sus labios carnosos. Desde el otro lado de la puerta, se escuchó como le pedía que se  desnudara, pero él hizo caso omiso.

De repente salió del baño como su madre la había traído al mundo y se dirigió con prontitud hacía la cama abalanzándose sobre su cuerpo.

Entonces la apartó bruscamente y le dijo:

-Lo siento, no puedo hacerlo…tengo que contarle a alguién lo que he hecho, ya no puedo mas.

-¡Pero!, ¿Qué  has hecho mi amor?. Contestó ella extrañada.

He matado a mi mujer.

 

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Refiéranse a ellas como algo casi único de los humanos.

Las mujeres, me es difícil, más bien imposible entenderlas. Claro, nunca me puesto a quebrarme la cabeza de cómo hacerle para poder entender si quiera algo de lo que ellas hacen o tratan de decir alguna vez. Más bien querer entender al sexo opuesto, aferrarse a las ideas de querer comprenderlas creo que son costumbres a las cuales refiéranse a ellas como algo casi único de los humanos.

Pues aquí estoy, parado frente a la cama donde está aún mi querida esposa, siento rabia, coraje que no puedo definir en palabras. ¿Cómo me pudo hacer esto a mí? Yo que he estado siempre con ella, en las buenas y en las malas. Las mujeres son injustas, uno se la pasa fregándose todo el día, para que ellas en la casa se la pasen acostándose con el del agua y eso nada mas por mencionar a uno, bueno, es porque la experiencia me acaba de decir.

 

-¿Por qué Petra? ¿Por qué? Tenias que apoyarme en mi problema, no dejarme solo. Aprovechaste lo que me pasa para acostarte con el primer idiota que llegó a la casa.

-No Elpidio, no es el primero.

 

Esa confesión me llenó de coraje, las lágrimas se me salían sin poder evitarlo, mi corazón latía a mil por hora, tomé sin pensar en más, aquella estatua que nos había servido tantas veces para atrancar la puerta mientras nos entregábamos al deseo carnal. Me lancé contra ella con toda la furia que tenia adentro y solo di un golpe, pero muy certero. La sangre empezó a brotar, me asusté, estaba en shock pero a los pocos segundos comprendí lo que había hecho. Ahí estaba, tan hermosa, así debió de estar siempre y ahora que la estoy mirando me parece un sueño. No puedo entender por qué pasan estas cosas, precisamente a mí. Las lágrimas se me salen de mis ojos, estoy frente al amor de mi vida, a la mujer de mis sueños y yo, soy un asesino, un maldito asesino que acabo de terminar con la felicidad no nada más mía, si no también la de mis hijos. ¿Qué les diré cuando lleguen de la escuela? Tengo que pensar que hacer antes de que ellos se den cuenta. Miro el reloj, faltan veinte minutos para las doce y ellos salen a las doce y media, tengo cincuenta minutos para desaparecer el cadáver de mi casa y limpiar todo. Basta de tanto llorar, lo que hice ya está hecho y por mas que me lamente no voy a arreglar nada. Me doy cuenta que estoy es lo mas inteligente que he pensado en todo este tiempo. Siempre me la he pasado lamentado y nunca he hecho nada para resolver mis problemas. OK, ahora es tiempo. Tal vez esto tenía que pasar.

 

La envolví en la sabana que tenia la cama, porque ya está manchada de sangre y pues para poder limpiar mas fácil. Ahora lo difícil será llevarla hasta la cochera sin que nadie se de cuenta y meterla en la parte de atrás de mi auto. Está media pesadita mi mujercita. Así como está, debió quedarse siempre, calladita, quietecita, sin decir ni una palabra. Bueno, no todo el tiempo, porque cuando hacíamos el amor me encantaba que gritara: “Así Elpi, Así, dale mas duro, métela toda”. Las lágrimas corren por mi mejilla. Apenas la puedo cargar. Me tambaleo un poco, pero aquí vengo cargándola. Llego a la cochera, mi auto está esperando. Me busco en las bolsas, “Maldita sea” se me han olvidado las llaves arriba. Bien, respira profundo Elpidio, nada pasa, ella no se moverá de aquí, ve por las llaves y vuelve pronto. Subo corriendo las escaleras, en un escalón hay un manchón de sangre y lo piso, casi me caigo pero me sostenía muy fuerte en ese momento del pasamanos. Así que me reincorporé fácilmente. Busco en la sala y las llaves no están, me lleva la fregada, ¿Dónde estarán mis llaves? Ya recordé, están pegadas en el auto, aquí vengo de nuevo para la cochera.

 

Aun no he pensando ni que haré con ella. En alguna ocasión miré una película donde el personaje principal mató a su esposa y se la llevó tirar a un río lejos de ahí, pero el fantasma de ella lo perseguía durante todo el camino. Yo no quiero eso. Claro que eso no me pasará porque los fantasmas no existen y pues yo ya estoy mayorcito como para andarme asustando por tonterías. Tomo las llaves que tenía puestas ya el auto, ahora que recuerdo, ahí las dejé, cuando llegué. Abro la parte de atrás y a como puedo meto a mi hermosa mujer. Que se queda adentro como un angelito.

 

 

Voy por el boulevard, malditos coches, no se apresuran, ese semáforo es eterno, tiene como una hora  en rojo. Nunca pensé atreverme a matar a alguien, mucho menos a mi mujer. ¿No la pude haber perdonado mejor? Haber hablado sobre el tema, llegar a aun acuerdo. Ya no tiene remedio lo se. Se que el “hubiera” no existe, pero me hubiera en cantado que ella me hubiera entendido. Son tantos hubieras que no pueden ser. Ahora tengo que ver como salgo de esta y todo lo que tengo que inventar para que nadie se de cuenta. Creo que primero que nada tengo que decir que ella me abandonó. Yo se que siempre tengo que echarle la culpa a ella, hasta muerta, pero no me queda de otra. Aparte mis padres llegan hoy en la tarde. Así que tengo que inventar una coartada algo que me de la razón a mi. Maldito semáforo, acaba de cambiar así que aquí voy. Son las doce y cinco. Tendré que ir por los niños primero, antes de saber que hacer con ella.

 

Llegué a punto de que salieran los niños de la escuela, se les hizo raro ver que yo iba por ellos, en lugar de su mamá, así que me preguntaron donde estaba ella. Tuve que decirles que se fue de viaje, a lo cual ellos reaccionaron de una manera sorprendente, se pusieron muy contentos y yo pensando que se pondrían a hacer berrinches porque no los llevó de viaje. Pero bueno, esa es una ventaja para mí porque así no la extrañaran tanto. Le voy a llamar a mi compadre Chencho para pedirle de favor que si puedo dejar a los niños en su casa un momento.

 

Casi en cuanto le colgué a mi compadre entró la llamada de mi apá. Dice que ya está en la Terminal de autobuses. Ahora si, no se que hacer de nuevo, tengo que deshacerme del cuerpo, ir a mi casa, limpiar todo y  aparte tengo que ir a dejar a los niños con mi comadre, para después ir por mis papás a la Terminal. Si todo está a mi favor, todo saldrá bien.

PRÓXIMO TURNO: V – Aguaya – Activo

 

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Una historia, por desgracia, real

Ojala ésta fuera una historia de mi imaginación, algo alegre y divertido o algo reflexivo pero agradable. Una historia, por desgracia real, he leido cuando veo que me ha tocado mi turno. De verdad poco animosa me he sentido luego de leer los títulares en «noticias internacionales» de esta mañana, «Buscan el cuerpo de Marta».

Y sin embargo, aqui me tienen escribiéndoles una historia real, tristemente real, el desenlace amargo de la desaparición de la sevillana Marta, chica de 17 años de la que no se sabía desde hacía 22 días.   La familia en pleno triste y esperanzada, ha buscado desde entonces a la joven, la madre sufriente solo podía pedir que su hija volviera a casa, la sociedad? abrigar la esperanza que la chica estaría de vuelta sana y salva.

No ha sido asi, el cuerpo de Marta es buscado hoy por la policía en el río Guadalquivir, a donde según ha confesado su asesino, la ha lanzado luego de matarla.  Mal día para todos, para una familia que ve destruirse su última esperanza de recuperar a la hija desaparecida, para la sociedad en pleno, impotentes ante un nuevo asesinato de género, no exploremos de qué? ya unos dirán pasional o de lo que sea, la verdad? un asesinato sin más, real y tristemente.

Pero qué ha pasado? un «exnovio», al que la familia ahora pide no catalogar como tal, la ha asesinado, los motivos? se desconocen, pero podemos avistar otro caso de violencia de género, que ocurre como en todo lugar a cada momento, y no por eso deja de ser doloroso e indignante.  Las leyes? bien gracias, en Europa, América y más lugares, unos años de cárcel se suponen justicia para las mujeres asesinadas.  La ley no es justa ciertamente, sobretodo para las mujeres.

Y no queriendo parecerles una feminista militante, sé que tanto ustedes como yo, pensarán un momento en la madre, en el padre, el hermano, el amigo…en miles de mujeres muertas y otros tantas maltratadas….cuánto debemos esperar para que la justicia sea más drástica y sirva de verdad en una advertencia para aquellos, perdónenme si me expreso así, «cobardes, asesinos» y demás menos amables calificativos que algunos les darán, se lo piensen antes de golpear, abusar y matar a otra mujer?

Que todo el peso de la ley caiga sobre el que, creyéndose muy «macho» ha robado la vida a una adolescente, resignación y consuelo para su familia, y la esperanza como ya dije muchas veces, de que el mundo un día sea un mundo más seguro sobretodo para las mujeres.

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