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Amor para el resto del día

Amor para el resto del día. No voy a negar que alguna vez me ha pasado por la cabeza la idea de meterlo en el congelador a ver si así se conserva sin corrosión hasta el milenio que viene. Claro que entonces tendría que tener en mi casa un congelador industrial para cuerpo y parásito. Le iría bien, estoy segura. Entre los guisantes, el helado de nueces de macadamia  y las cubiteras de hielo no se sentiría del todo solo. Aunque pueda parecer lo contrario me preocupo por su salud y por su bienestar y a pesar de estar tentada en alguna ocasión a condenarlo al ostracismo y a las profundidades heladas durante un tiempo (cuál ha de ser la medida de este tiempo es algo que se me resiste siempre), en el fondo digo, rara vez he querido arriesgarme a que se me muera por congelación, el pobre. Ni soy una asesina ni estoy loca.

Cuando estas ideas me atacan, siempre pienso, rebuscando en la bolsa del optimismo, que está mejor quedándose donde está, en la estantería del medio, al calorcito de los rayos solares y rodeado de las latas de atún, los espárragos y el tomate frito. Y eso aunque me haya confesado, así por lo bajo, que donde en realidad le gustaría volver es al frente, entre el salero, la pimienta negra y el azúcar, ése, me dice, es su sitio, el de los besos y las balas, aquél en el que las probabilidades de morir de éxtasis o asado como un pollo son exactamente las mismas, las mismas hasta que al éxtasis o al pollo le da por crecer exponencialmente, claro. El caso es morir de algo.  A pesar de todo, y en mi opinión, el riesgo siempre, siempre vale la pena.

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Entre humos de cigarro

No soy fumadora pero creo que la oscuridad es en donde soporto mejor el humo del cigarro. Entre humaredas, a oscuras y hasta donde mi boca, sellada por el secreto profesional o de confesión (porque sí, ultimamente tengo claro que me estoy convirtiendo en una profesional aunque no sé bien de qué sector) puede hablar, me han hecho confidencias increibles (¡¡¡sí, muy fuerte y ya me adelanto!!), me he echado risas hasta morirme, me han dejado, me han picado los ojos hasta llorar como cuando cortas dos cebollas, han intentado llevarme a la cama, a la luna y en un velero y alguna que otra vez lo han conseguido. También me han mandado a la mierda, eso también. He sentido complicidad con “c” mayúscula, he bailado contenta hasta el amanecer envuelta en una nube (de humo por supuesto), no me ha importado ese olor, digamos… ¿peculiar?, en mi pelo y en la almohada por la mañana. Entre humo y en la oscuridad he llorado, me he relajado como nunca, he jugado y he dejado que jueguen, me he hecho quemaduras en la piel y en otros sitios, algo me ha inspirado para escribir a veces, me han destrozado mi camiseta preferida, he hecho aspavientos con las manos para alejar humos amenazantes de mi cara, me he asfixiado, he sentido calor del bueno y del malo, me he quedado extasiada escuchando una canción… Observando ensimismada anillos de humo, he soñado, me he despistado y me han robado la cartera, me han sorprendido y he pensado…

En la oscuridad y entre humo de cigarros se cuecen cosas, unas veces a fuego lento, otras hierven en cero coma y en ocasiones se pasan de punto de cocción, pero en ese escenario rara es la vez en la que no se percibe el mundo en movimiento.

Al más puro estilo Obsi…

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No me iré mañana, pero lo haré algún día

No me iré mañana, pero lo haré algún día y para cuando llegue ese día ya he dado instrucciones precisas: No quiero velatorios, no quiero funerales, no quiero entierros ni cementerios, quiero cenizas y quiero el azul salvaje de un mar en un pedazo de mi costa. Olor a sal quiero. No quiero lágrimas quiero sonrisas, o por lo menos medias sonrisas. Quiero reunidos a los que deseen estar y quiero música, que no falte, por favor. Quiero vino frío para los adultos y refrescos, gominolas y globos verde manzana para los niños.

No quiero lutos, quiero colores. No quiero flores quiero palabras. Quiero imágenes y una cesta de imperdibles y alfileres para no perder y afianzar recuerdos en memorias. Quiero que la esencia, con lo bueno y con lo malo permanezca, difuminada al gusto, en los que así lo sientan y quieran.

Mi planta, mis libros y mis cuadernos ya tienen futuro dueño. Cuídenmelos bien aunque sé que los dejo en las mejores manos. Mis zapatos rojos también y estoy convencida de que no defraudarán. Quiero que su nueva poseedora viva subida a ellos días especiales como los que yo he disfrutado y quiero que cuando algo o alguien la obligue a descalzarse, encuentre la fuerza, la valentía y los apoyos necesarios para seguir caminando, aunque sea con otros de un color diferente y más soso. Mantenlos limpios y en buen estado en el armario, pequeña, las oportunidades para subirse a ellos siempre vuelven y están a la vuelta de la esquina, tan seguro como que yo me iré algún día.

Todo lo demás no es importante.

No me iré mañana, pero lo haré algún día y cuando ese día llegue y ahora que me leo, tengo la seguridad de que me moriré de ganas por estar allí.

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No sé si es lo mismo o lo de siempre pero es. Y punto.

No quería dejar pasar la semana en blanco… así que valga mi presencia testimonial.

A mí siempre me pasa lo mismo. No es que tropiece siempre en el mismo pedrusco (a todo esto, piedra sin labrar según la RAE), que sí, sino que siempre, siempre, sé con una antelación alarmante que lo voy a hacer.
A lo mejor no soy tan lista como me creo.

Siempre

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Una canción, un momento

Aunque el tema de la semana parece sencillo (nada comparado con la vaca Paca, vamos) es difícil, o al menos lo es para mi que, como ya he dicho en otras ocasiones, no concibo un día sin música. Dicho lo cual la conclusión inevitable es que casi todos mis momentos tienen banda sonora y para escoger uno no sé si empezar a pensar primero en los momentos y en cómo sonaban o al revés, pensar primero en un tema y recordar luego el momento. En fin, un bucle. Aún así juego con cierta ventaja porque he hecho este ejercicio hace bastante poquito y por partida doble. Casualidades de la vida…

Santiago de Compostela hace dieciséis años nada menos. Recuerdo que fui con unas amigas al concierto un poco por ir y tal cual fan loca acampamos en la entrada del Monte do Gozo por la mañana, bastantes horas antes del comienzo, para conseguir un buen sitio. Y tan bueno que fue. Creo que ha sido el único concierto en mi vida, de esos multitudinarios claro,  que he visto en primera fila pegada a las vallas. Y me enamoré. Del Boss, de su E Street Band, de la música en directo, de la fuerza y de la calidez (que no siempre están reñidas), de su música, de lo que es capaz de transmitir y de Thunder Road. Se me erizó la piel en varias ocasiones en aquel concierto y una de ellas fue cuando sonó. Desde aquel día y hasta hoy es un tema recurrente en mi vida, tarde o temprano siempre vuelve, como hoy.

Años más tarde, en una casita perdida en medio de un pueblo bañado por el río Sil, más perdido todavía y en el silencio de la noche, me la regalaron a la guitarra. Ese instante siempre será muy especial, tanto que a veces pienso que una parte de cómo soy ahora proviene de aquel momento y de aquella guitarra.

El tema aparece incluido en casi todos los listados que se han publicado sobre las mejores canciones de todos los tiempos pero eso, creo yo, es  anecdótico. En directo, de estudio, en acústico, al piano, a la guitarra, con armónica o sin ella, más rápida o más lenta, en solitario, con banda o a dúo, de la forma que sea, tengo claro que siempre estará en mi lista.

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Las 22 de Obsi: Autoentrevista

 1.- ¿Tu verdadero nombre?

 Noelia, pero cuando lo oigo así completo o es que estoy trabajando o es que estoy tratando un  tema muy serio muy serio, pero serio de verdad  o es que estoy en el medio de una bronca monumental en donde entonces yo también utilizo los nombres completos de las personas (ver pregunta 11).

 Noe mejor (el segundo no lo digo no vaya a ser que me contraten para una telenovela).

 2.- ¿Por qué Obsidianablack?

Primero porque cada vez está más complicado encontrar un nick que no esté ya registrado y no me gustan los nicks con números que es la única opción que queda.

Segundo porque, aunque no soy demasiado aficionada a estas cosas, en gemoterapia,  la obsidiana negra es una piedra que tiene la propiedad de desvelar lo que está oculto, aclarar las ideas y hacer que afloren sensaciones dormidas en el inconsciente permitiendo liberar sentimientos oprimidos para que puedan canalizarse a través de la creatividad y del arte. También ayuda a equilibrar los excesos de energía.  En definitiva esto es lo que me sucede a veces cuando escribo (ver pregunta siguiente).

3.- ¿Por qué escribes?

 Porque me ayuda a ordenarme y a no volverme loca a veces cuando las ideas o las impresiones  vagan contradictorias por el limbo de mi cabeza sin orden ni concierto a tres mil por hora. Sobre el papel se convierten en algo tangible y el folio en blanco es en determinadas ocasiones uno de los mejores terapeutas que conozco.

Porque a veces me apetece decir cosas que no quiero soltar por mi boca (por pudor, por miedo a ser malinterpretada, o porque a nadie más que mi teclado y a mi le importan) además el teclado no me juzga nunca jamás ni me pone caras cuando le hablo ( y eso a pesar de todo lo que lo aporreo).

Porque algunos días me aburro como una ostra de todo (de mi incluida) y escribir me divierte simplemente.

Escribo por otras muchas razones y por ninguna, por ego, por curiosidad, por necesidad, por rabia, por mi excesiva necesidad de comunicarme, por incomprensión, por amor, por inercia, porque me relaja, porque  me gusta el juego y porque al final resulta que los cócteles de palabras propias o ajenas son un buen abono para la tierra que llena mi maceta roja de la felicidad. (Esto último es la guinda poética  y cursi que me sale a veces y sin la cuál pues simplemente no sería yo… )

4.- Alguna novedad que quieras compartir

Lo mío ya no es novedad.

5.- ¿Dulce o salado?

 Salado, salado. Siempre salado.

6.- Tu mayor miedo

Llegar al final y darme cuenta de que he sido un fraude y la variante llegar al final y sentir que me han faltado cosas importantes (importantes para mi) por hacer que pude haber hecho en algún momento de mi vida y no hice por dejadez, por indecisión o porque simplemente creía que ya habría tiempo.  (Esto suponiendo que voy a tener un final de ancianita y mecedora claro, así que es un miedo relativo porque el futuro es incierto para todos).

Luego hay otros miedos puntuales y cotidianos que supongo que son los que tenemos la mayoría de los humanos en algún momento. Pero en general no soy miedica ¿eh?

7.- Una persona a la que admires

 A mi madre.

8.- ¿Una almohada o dos?

 Dos

9.- ¿Cuándo ha sido la última vez que has llorado?

Hace cuatro días. Pero ya he reído también desde entonces.

10.- ¿Qué no te llevarías a una isla desierta?

 Un loro

11.- ¿Manías?

 Soy maniática de la puntualidad y le cambio los nombres y los apodos a la gente en un gesto cariñoso. No soporto los ruidos monótonos tipo grifo goteando, persona haciendo ruidito con un lápiz, con una cucharilla, con los dedos, o con lo que sea. Me saca de mis casillas.

12.-  No podrías vivir sin…

Aparte de lo obvio, sin cariño y sin música.

13.- ¿Tú estado de ánimo actual?

 Nubosidad variable. A veces nubes, a veces claros.  

14.- ¿Qué no soportas de la gente?

 La falsedad, la cobardía y la maldad (que haberlas hailas), la nula capacidad de empatía y últimamente la indecisión.

15.- ¿Y qué admiras?

Pues lo contrario. La integridad en las personas.

 16.- Lo que menos te gusta de ti…

 Mi tara, ese orgullo dañino que me sale a veces y ser consciente de mis comportamientos incoherentes en determinadas ocasiones y con determinadas personas. Intento mejorarlo pero me cuesta porque me convenzo muy bien a mi misma.

17.- ¿Lo mejor que te ha pasado desde que empezó el año?

 Algunas cenas de martes y jueves cuando todo era nuevo, desconocido, jugábamos a descifrar y había ilusión,  sin  tirar ni aflojar.

18.- ¿Y lo peor?

Grandes decepciones con algunas amistades. Pero he salido reforzada. Ahora sé quién está y quien no.

19.- En tu tiempo libre…

Aparte de vida social y todo lo que conlleva la vida social, no podría vivir ni un solo día sin música (eso ya lo he dicho en la pregunta 12), leer, escribir, hablar, viajar, playita cuando puedo, nadar, brujulear en Internet y también being alone lost in my thoughts  y si es en un sitio bonito mejor (en mi piedra por ejemplo).  Algo se me olvida fijo (¡¡¡¡Ah, si, mi deporte favorito!!!! Era eso)

20.- ¿Le pides deseos a las estrellas?

Como dice un amigo mío: memeces.

Me los pido a mi misma.

21.- Una utopía…

Dejarlo todo y marcharme por ahí por el mundo sin rumbo y sin ocupación fija, simplemente viajar, conocer, respirar, vivir sin pensar demasiado en el futuro…

Supongo que es lo que se piensa en los momentos en los que nos invade la monotonía y la rutina pero es una utopía porque la verdad, vivo muy bien en mi comodidad y para eso si soy una cobarde y una miedica. ¡Ay las cadenas!

22.- Una frase…

Me encantan las frases y las citas. Siempre llevo bolígrafo y papel en el bolso porque nunca sabes donde te puedes encontrar algo interesante y yo tengo memoria de pez. Me resulta difícil seleccionar porque hay una frase para cada momento.Así y sin pensar demasiado:

” El único lugar donde el éxito viene antes que el trabajo es en el diccionario”
“Sólo se encuentra la salida cuando te atreves a preguntarte por qué buscaste la entrada”
“La ignorancia puede ser curada pero la estupidez es eterna”

Releyendo pienso que esto no es un desnudo integral porque quedan bastantes cosas en el tintero (teclado en este caso) pero podríamos dejarlo en un top less o algo así ¿no? . Este post me ha costado.  La próxima vez estaría bien facilitanos el trabajo y darnos el listado con las preguntitas…digo yo :).

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Mi ciudad favorita

Huele a mar. Se puede ir andando a casi todas partes aunque algunas muevan el coche hasta para ir a por el pan a la tienda de la esquina. Conoces a casi todo el mundo (eso a veces es bueno y a veces es malísimo). Hay un café de guapos en donde nunca hace frío y en donde nunca se pone el sol. Está mi roca. Hay puerto pesquero y puerto deportivo. Lo primero que haces por la mañana cuando te levantas es mirar por la ventana. Puedes salir por ahí solo/a que maloserá. Hay playas de tierra, de piedritas y de arena fina pero el agua está a cinco grados bajo cero todo el año. Los rayos de sol saben tres veces más que en cualquier otro lugar. No hay atascos, o por lo menos, no hay atascos de los grandes. Hay temporales y es un espectáculo. Vive parte de mi familia. Aunque está en el culo del mundo hay aeropuerto. Hay arquitectura moderna y tradicional. No es una ciudad fácil para desaparecer y olvidar y hay pocos sitios donde esconderse (aunque alguno, alguno queda). Da igual la época del año, en los  ascensores  el tema de conversación casi siempre es la climatología. Es una ciudad clásica, de esas del Norte, y está claro que el toque bohemio no lo tiene ni lo tendrá nunca, pero no importa.  Hay calidad de vida. Tiene equipo de fútbol y tiene encanto. La frase el mundo es un pañuelo y la expresión casualidades de la vida se inventaron allí. Es complicado mantener privada la vida privada y a veces se pasa por alguna que otra situación surrealista. En ocasiones se queda un poco pequeña y ahoga, pero cuando estás lejos de ella un tiempo, siempre, siempre quieres volver. Se come de cine. A pesar de que según decían unos hace años allí nadie es forastero, otros opinan que no es demasiado fácil hacer amigos,  aunque yo no creo que esto sea cosa de la ciudad. Aunque en otra época me resistí a vivir en ella, hoy por hoy  no la cambio por nada y me siento feliz con la decisión que tomé hace unos años.

A pesar de todo lo dicho, pienso que son otras las arquitecturas que hacen que un rincón o una ciudad cualquiera deje de ser cualquiera para convertirse en un lugar especial.

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Primeras veces…

Fue en el parque de Santa Margarita. Mi madre me llevaba a andar en bicicleta por la explanada. Yo quería ser como los mayores y por supuesto quería andar en la bici con dos ruedas y librarme de aquellos incómodos ruedines… Después de mucho pelear para que me los quitasen y de unos cuantos trompazos, todos muy dignos eso sí, lo conseguí. Fue la primera vez que anduve en bicicleta sin… ruedines y la primera vez que me sentí realmente mayor.

Fue en la piscina climatizada de La Solana. No recuerdo qué edad tenía pero debió ser allá por los diez u once.  No me acordé de ese instante hasta unos añitos más tarde cuando descubrí qué era lo que había pasado. Esto es un secreto que sabe muy poca gente, porque una no va pregonando estas cosas por ahí, pero como aquí estamos como en familia y además no me lee nadie….

Fue en un pueblo con mar una noche… pero no había concierto. Una cocacola en El Carlos, un paseo por la playa hasta llegar a unos banquitos en una zona verde (que no sé si siguen existiendo) detrás de un hoy conocido local de copas veraniego… Fue mi primer beso en condiciones y estuve con mariposas en el estómago durante los meses que duró… Fijaros que hacía años que no me acordaba de esto y ahora que lo estoy escribiendo pienso en que todos deberíamos de haber guardado en un frasco una dosis de aquella inocencia, de aquel optimismo (¡¡¡¡nada en el mundo podía salir mal!!!!!) y de aquella confianza e ilusión para tenerla a mano por si acaso hacía falta con el paso de los años.

Tenia dieciocho años y pongamos que hablo de… Madrid. Siempre he sido bastante independiente  de carácter pero esa era la primera vez  iba a vivir sola. Mis padres me acompañaron a la puerta del lugar en el que iba a vivir, con mis maletas para todo el año y allí me quedé. Fue la primera vez que olí lo que podía significar vivir independiente y fue el principio de seis inolvidables años y de varias grandes amistades, de esas de para toda la vida y que aún hoy, a pesar de la distancia y de los distintos caminos que hemos tomado cada uno, me siento orgullosa de seguir manteniendo vivas.

Fue en otro pueblo con mar (distinto del anterior), también de noche y unos años más tarde de aquel primer beso. Lo más curioso es que ese mismo día pero por la mañana, recuerdo que me desperté y pensé: Hoy es el día, hoy. Y efectivamente lo fue (¡ojalá fuese tan visionaria con otras cosas!!). Él tenía diez años más que yo, que era una pipiola, y me tenía loca, pero loca de verdad. Nos escapamos en coche al chalet de sus padres en medio de la noche y allí, cómodamente con la ventana abierta y oyendo el sonido de los grillos… fue la primera vez. Fantástica me pareció en su momento. ¡No sabía yo lo que quedaba por llegar! Duró unos años y se terminó con mucho dolor de mi corazón. Hace poco lo volví a ver, en otra escena de esas de película (los dos chocamos literalmente al girar por un pasillo de un supermercado) y charlamos durante un rato riéndonos y recordando aquella época. Me sentí bien. Está claro que el tiempo cura bastantes cosas en esta vida.

Y por último y más que nada porque si sigo pensando podría seguir así toda la noche, fue aquí, en mi ciudad preferida (y no me voy a meter en el tema de la semana que viene) hace unos meses…fue la primera vez de otras tantas primeras veces… y mucho me temo que tampoco esta será la última.

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Lo que sí y lo que no (yo me pregunto)

Lo bueno de estos temas es que dan para casi cualquier cosa.

Y yo me pregunto y pienso en…

lo que me gusta… Andar descalza por mi casa. Morirme de la risa. El viento en la cara. La puntualidad. Un paseo por la playa un día de invierno. El sonido de las olas rompiendo en las rocas mientras me estoy quedando dormida. El sol y una caña, o dos. Un baño caliente con espuma y música. Pintarme las uñas. Que me respondan cuando pregunto. El color blanco. Los abrazos. Subrayar mis libros. Mirar el mar. Las conversaciones inteligentes. Pepita y su ingenio. El olor del Sur. La velas de vainilla. Perderme por ahí. Encontrarme. Las cartas. Los dobles sentidos. Las copas caseras. Ir en tirantes por la noche. Un beso de mi madre. Los sitios bonitos. Inventarme palabras. Sentarme y observar a la gente. Los mensajes de móvil a deshora aunque sean para decir nada. Una foto. Que me miren a los ojos. Mi roca. Comerme un trozo de pan después de un yogur. Los zapatos nuevos y mis botas preferidas. Lo auténtico. El salmón en todas sus variantes. Las palabras con sentido. La empatía.Que las distancias no importen. Nadar desnuda. Los detalles. El olor y el tacto de las sábanas limpias. Las personas, con P mayúscula. Meter la cabeza debajo del agua, cerrar los ojos y oír los sonidos distorsionados del exterior. Los reencuentros tranquilos. Que me escuchen pero sobre todo que me entiendan. Las sorpresas. Las manos de un hombre. Despertarme con música. Las actitudes coherentes. Todo lo que me hace temblar que no sea de frío, de miedo o de dolor. Hablar. El silencio…

 y lo que no me gusta… El color amarillo. La hipocresía y la falsedad. Perder el tiempo. Los sustos. Que me griten. Demasiados cielos encapotados seguidos. Planchar. La comida china. El dolor de cabeza. Los pies fríos. Los chistes. Secarme el pelo. Las excusas. Los ruidos en el cine. Que me juzguen sin saber. Las despedidas. Los atascos y las colas. La dejadez. El chocolate. Que me hagan daño los zapatos. Que me empujen. Que me hagan llorar. Incomodar. La gente que escribe con k en vez de con q y la gente que vive del cuento. Las críticas destructivas. Las películas de animales que hablan. Las distancias no queridas. Los paraguas. Que me mareen. La desconfianza. La vejez de la mente y la del cuerpo cuando hace que se pierda la dignidad. Subir escaleras. La inmadurez. Los sinsentidos. Esperar. Estar sola cuando quiero estar acompañada y estar acompañada cuando quiero estar sola. El fútbol. Hacer llorar. Soñar que soy ciega…

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SI YO FUERA… (VERSIÓN JEROGLÍFICO)

Contraindicaciones: No intentar entender quién es quién ni cuál es la pregunta ni prejuzgar el significado de SI y NO. Probablemente provoque mareos, náuseas, dolor de cabeza y otros efectos secundarios adversos no descritos. No leer recién levantado ni más de dos veces seguidas, o simplemente no leer y pasar al siguiente post porque lo siento chicos, pero estos días estoy poquísimo inspirada, la cabecita se me va un poco y cómo no podía ser de otra manera me salen estos churro-post. Prometo esforzarme y progresar adecuadamente 🙂

Lunes 23.30 hora zulú. Estaba yo tan ricamente en mi cama, en esa fase de adormecimiento previa al sueño, cuando entre otros pensamientos varios me acordé del tema de la semana: Si yo fuera…, si yo fuera…, si yo fuera tú y tú fueras yo contestaría a tu pregunta con un SI o con un NO. Dejaría de obligarte a decir que SI cuando en realidad lo que quieres tú es contestar NO y lo que quiero yo es decir SI, pero como tengo un morro que me llega a los zapatos casi prefiero que el SI me lo digas tú a mi y así en paz, en paz yo, claro, no tú, pero de tu paz ya te encargas tú, que eso no es asunto mío. Típico.

Teniendo en cuenta que yo soy tú y tú eres yo… ahí queda eso.

Martes 23.00 hora zulú. Contestó NO, pero eso no me confunde ni invalida lo anterior. La partida sigue  pero el cronómetro es mío.

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