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Pon un son de Compay Segundo para animarse el corazón

FELIZ DIA DE LA MADRE!!!

Me alegro que me haya tocado el turno hoy, en el día de la madre. Porque quiero felicitar a todas las mamás del mundo.

A las madres solteras, a las que educan en solitario sea por el motivo que sea, a las mamás con gran apoyo afectivo y social, a las mamás con dificultades económicas que han de hacer lo imposible para alimentar a sus hijos, a las mamás abandonadas pero que con coraje luchan por dar lo esencial a sus pequeños, a las mamás separadas de sus hijos, a las mamás enfermas pero que cada día se levantan con una sonrisa para que sus hijos no se preocupen, a las mamás con niños enfermos pero ellas no tiran la toalla y luchan cada día para que su hijo sea feliz y tenga calidad de vida, a las mamás que ya lo son pero que nadie aún lo sabe, a las mamás que acaban de tener un hijo y a las que sus hijos ya tienen 65 años. A la mamá que la vida ha golpeado duramente y a la mamá que la vida la ha tratado bien. A la mamá que trabaja muchas horas fuera de casa, y a la mamá que se dedica exclusivamente a sus hijos. A la mamá que está a nuestro lado, y a la mamá que vive a miles de kilómetros lejos de tí. A la mamá que ya no está.

A la mamá que hoy ha recibido muchos regalos, y a la mamá que hoy no ha tenido ninguno, y a la mamá que nadie ha felicitado… yo te felicito con cariño.

Aunque te de la sensación que nadie alaba lo que estás haciendo, que nadie te valora, siéntete llena interiormente de la gran labor que haces silenciosamente. No sientas que todo lo que haces no sirve para nada, yo a mis amigas les digo: «No pienses que tu hijo es un saco con un agujero, tienes que pensar que es como «un saco», que todo lo que vas poniendo en su interior, repitiendo, enseñando, educando, con paciencia, perseverancia, con diálogo, con respeto, con amor va a parar al saco y queda allí. Llegará un momento en el que todo esto saldrá a la luz, porque no hay ningún agujero, todo queda en su interior. Llegará el momento que tu hijo dará los frutos de las enseñanzas que haya recibido y entonces sabrás que todo lo que has hecho ha valido la pena.»

Una madre es única e irrepetible, tiene unas cualidades, unas capacidades y unas limitaciones combinadas de tal modo que nadie es como ella. Amad a vuestra madre por encima de todo, no permitáis que nadie os diga nada en su contra, porque madre no hay más que una.

(T’estimo mama)

Le toca el turno para escribir a:  S- Unsinagawa-Activo

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Archivado bajo T - Carolinagromani - Activo

¿Tendré que divorciarme si se entera?

¿Tendré que divorciarme si se entera? Pues realmente no lo sé pero el tiempo lo dirá, y muy pronto, porque hay cosas que corren como bólidos aunque preferiría que fueran a paso de tortuga.

Llevábamos mucho tiempo casados y, que nuestros hijos no se parecieran a él, tampoco fue algo que le extrañara. El era tirando a horrible y los chicos eran preciosos, así que mirando fotos antiguas, no me costó trabajo convencerle que un tatarabuelo suyo era un «Rodolfo Valentino» en potencia y esencia, por lo tanto, qué mejor que los chicos hubieran heredado aquel gen familiar.

En carácter, tampoco se parecían ni dormidos. El era algo taciturno y bastante previsible, pero por encima de todo, vivía por y para nosotros. Nunca hubo nada grave que me hiciera replantearme nuestro matrimonio. Los chicos, además de guapos y buenas personas, eran auténticos «cascabeles» que habían colmado de alegría nuestro hogar.

Pero aquel hogar tenía un componente más aunque no estuviera «fijo» en plantilla. En nuestro matrimonio faltaba emoción y no me costó encontrarla. Era un desahogo ocasional  y no me exigió unas medidas extremas para camuflarlo. Algo tan sencillo como unas clases de yoga alejadas de casa, y a las que asistía «oficialmente» después de mi trabajo, fueron la tapadera perfecta.

Habíamos estado mucho tiempo esperando tener críos pero se resistían y en una ausencia por motivos de trabajo, ocurrió el milagro. Carlos, que así se llamaba «el otro», consiguió en una semana lo que Javier había intentado algunos años.

Ni qué decir tiene que fue tal la alegría que jamás se puso a «echar cuentas» y nuestra vida discurrió con absoluta normalidad. El con su trabajo y sus viajes, yo con el mío y mis «posturas de yoga». San Google me ayudó enormemente con las asanas (posturas de yoga) ya que algo tenía que contar, aunque no creo que me prestara mucha atención. Su único interés era que no me bebiera ninguna tisana en las clases, no me fueran a drogar para que firmara un cheque en blanco. Y así lo hice, jamás me bebí una tisana. Me comí a un hombre por los pies pero a «palo seco».

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Me compré «La Biblia del Yoga» de Christina Brown y conseguí hacer bastantes asanas sin descoyuntarme y creedme que no fue sencillo. Pasaba del «vulgar» pero archiconocido «a cuatro patas» a la postura del perro. Es más, llegué a ponerlas en práctica con Carlos para llevarlas a casa ya «aprendidas».

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Todos estos años mi vida fue un carrusel divertido de sensaciones. A uno le quería y del otro estaba pillada. Sin embargo en ningún momento sentí que aquello se me fuera de las manos.

Tuvimos los tres, otros dos hijos más. Y, cuando digo los tres, es porque uno me los fabricaba y el otro me los reconocía. Un arreglo del que ninguno era consciente y que yo manejaba perfectamente ante ambos. Carlos siempre pensó que tenía un punto de morbo enorme, tener una aventura con una mujer que se embarazaba de su marido pero practicaba el «partner yoga» con él. Bueno, y no sólo el partner yoga, también estuvimos a punto de doctorarnos en contorsionismo pero eso pertenece al «secreto de sumario».

Hará poco más de cuatro meses, Javier, para evitar que un mal cálculo (siempre fue un acérrimo seguidor de Ogino) me dejara embarazada de nuevo, optó por pasar por un urólogo que le practicó una vasectomía. Si él hubiera sabido que sus «bichitos» no servían ni para practicar el tiro al blanco con ellos, se hubiera ahorrado el agobio de pensar en la posibilidad de perder uno de sus bienes más preciados. Estaba convencido que la belleza de sus espermatozoides era inversamente proporcional a la suya. No tenía sentido contarle que si alguno de ellos hubiera servido, habría habido que aplicarle cualquier mecanismo a «aire comprimido», por ejemplo, para que tomara posesión de mi óvulo. Pero estos pequeños detalles no me parecieron esenciales para nuestra armonía conyugal, así que preferí que fuera feliz pensando que era un semental de categoría extra.

El mes pasado, Javier lo pasó en Arabia Saudí, en el campo petrolífero de Ghawar, por su trabajo para una petrolera nacional, y se fue tan encantado por poder participar en nuevas perforaciones en el campo más grande del planeta, que estuvo prácticamente «perdido» en el desierto lo que me proporcionó tiempo extra para mis «paseos por el filo de la navaja». Y nunca mejor dicho, porque quedarme de nuevo embarazada, ha resultado un desastre de tal dimensión que me encuentro en una disyuntiva peliaguda.

No me va a resultar fácil abortar sin que Javier, que ha conseguido gracias a su buen hacer en Arabia tres meses de vacaciones, se entere de todo este barullo. Y ni me planteo tenerlo porque convencerle de la reproducción por esporas se me antoja tarea harto complicada. Es algo elemental en algunas cosas pero nunca ha sido rematadamente estúpido, así que esta segunda opción queda descartada.

Cabría la posibilidad de convencerle, o al menos intentarlo, que la intervención no fue efectiva pero con lo mirado que es para el dinero, seguro que iría a protestar al urólogo  y ni pensar quiero en las consecuencias que derivarían de todo ello. No ansío ser protagonista de una noticia en la página de sucesos.

He tenido todo tipo de ideas peregrinas: ataque de gases, embarazo psicológico, obesidad mórbida localizada, pero acabar dentro de ocho meses con un bebé en los brazos, desbarataría todo lo anterior.

 Entonces ¿qué hago con el «bombo»?

Q – Sara – Activo

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Archivado bajo P - Montserratita - Activo

Me lo ha dicho mami

Me lo ha dicho mami, esa es la frase favorita de mi hijo. Mil veces le habré dicho que hemos llegado al «momento mamá», sin embargo, tanto él como su nanny, que me ayuda con la atención a mi querido hijo, la califican como una demostración más hacia mí de mi angelote. Esa nanny que, aún teniendo ya una edad avanzada, no duda en bañarle, ayudarle con su vestimenta y todo aquello que la sangre de mi sangre necesite.

Le voy a referir sucintamente mi historia para que me ayude usted, como mejor crea y sepa, con la solución al problemón que me solivianta.

Sabrá usted que me llamo Mª del Monte Carmelo Gracia Julia Anastasia Sofía Díez de Capilla y López de Catedrales (mamá se cambió «Iglesia» por «Catedrales», para mejorar el «Capilla» de papa, al fin y al cabo los títulos nobiliarios los aportaba ella). Soy baronesa de la Isla de Perejil y Duquesa de las Sisagras.

Mi edad, que ahora no viene al caso, es ligeramente avanzada. Soy viuda desde hace más de 50 años, a poco de nacer Gonzalo Mª Isidoro Gilberto (este último nombre en honor a Gilbert Becaud, mi cantante favorito), al que he tenido que educar sola, arrostrando mil y una vicisitudes para sacarlo adelante sin un hombre que descargara tan inacabable tarea (aún le sigo cepillando a diario su ojo de cristal y le lustro las dentaduras).

Estuve a punto de casarme en segundas nupcias con algún que otro pretendiente pero la presencia de Gonzalo Mª no fue precisamente un acicate para animarles a compartir mi soledad. Con ello quiero decirle que tuve que adoptar el papel de padre y madre, habiendo solucionado ambos «cum laude» (ello se refleja claramente en las caras de mis compañeras de bridge cuando acude solícito a saludarlas).

El niño no tiene precio. Ha sido mi devoción toda la vida, que no es corta pero no vaya usted a creerla desmesurada. He puesto toda mi fe y buen hacer en su futuro pero ha llegado el momento en que he de pensar en su presente, porque el futuro se fue. Y si no se fue, está a punto. El niño supera los 50 años y ya desecho la idea de ver a su estirpe corriendo entre los tíbores y la colección de cerámica de Limoges, de alguno de mis salones.

Mi niño, que sería la gloria de cualquier mujer de bien, no ha conseguido encontrar el amor puro, aunque no obsta para que sea la envidia de la ciudad entera. Es un niño elegante, con unos ojazos (quizás agrandados por los cristales de las gafas, pero es un detalle nimio) que dejan traslucir la bondad de su alma. Apuesto y cabal, como no hay otro. Muy pendiente de su indumentaria, con la ayuda de su daltónica nanny, saliendo de casa como un pincel. Y cuando digo pincel es por el colorido que suele lucir, como si llevara la paleta para reflejar el colorido de nuestros hermosos jardines.

Mi marido, que Dios tenga en su gloria, era de los «Cardenalini» de Rimini y los «Camorrini» de Palermo, éstos últimos gente austera pero buenísima, aunque de corta vida. Aún recuerdo que cada pocos meses habíamos de trasladarnos a Sicilia para las exequias, según mi Bartolini, de familiares enfrentados con los sinsabores de la vida.

Hasta ahora he gobernado con mano férrea todas nuestras posesiones, compuestas por varias empresas (fabricación de pelucas, tiestos, productos de ortopedia, etc.), las fincas de «Los Escarabajones», «La Favorita», «La Pendejuela» y «La Pechinilla». Todas ellas con producciones agrícolas variadas (altramuces, boniatos, remolachas y guindos en los que gustaba yo de pasar buenos momentos sentada en alguna de sus ramas sin que jamás haya caído de ellas), que aportan a mi peculio personal, una fuente inagotable de ingresos que bien podían proteger el destino del niño. Poseemos también un par de islas, pero como Gonzalinín no ha sido precisamente un niño que se defendiera en aguas procelosas, las hemos dejado para el reposo eterno de nuestras familias, con panteones en ambas, a semejanza uno del «Taj Majal» y el otro al Etna, emblema de Los Camorrini.

Decidí hacer una reunión entre mis allegados, familiares y amigos de toda confianza, para encargarles, en el caso que Dios me llame a su seno, el destino del chiquillo, pero por variopintas razones, han declinado disfrutar de mi joya, aún a sabiendas que mis posesiones se integrarían en un fideicomiso que podrían regir a su conveniencia siempre, eso sí, salvaguardando a Gonzalito.

No hace mucho que Gonzalo Mª estuvo a punto de encontrar a la mujer de su vida, pero resultó poco menos que un fiasco. Mi hijo le preparó un «tea for two» en la Tarpeya, roca donde los hombres de mi familia paterna perdieron la virginidad, dentro de nuestra finca «La Pendejilla», que no supo apreciar. Ya quedan pocas mujeres con la entrega necesaria para que mi Gonzalín, aportando una genealogía impoluta, sean la fuente de vida de sus descendientes.

Oímos el niño y yo, que, grandes personalidades, se ofrecían a  través de una fundación, para supervisar la vida de niños que, como Gonzalo, que en cuanto yo falte, será huérfano. Con la referida fundación, colaboran gentes de todos los ámbitos. Desde la banca a las grandes empresas, pasando por el mundo de la farándula.

Yo habría preferido que se encargara usted de hacer gestiones ante el príncipe Alberto de Mónaco por si gustara de aceptar tal honor, pero parece que el niño querría que iniciara las gestiones con una señorita, joven ella y rubia como mi querubín, llamada Britney Spears. Gonzalito me ha dicho que es de Los Spears de Kentwood (Louisiana, estado donde el altramuz crece mejor que en «La Pechinilla), que emparentó por esponsales, con los Federline de Fresno, ciudad estupenda para trasladar árboles y añadirlos en «Los Escarabajones» (a resultas de una barbacoa que organizó Gonzalín, sufrimos pérdidas irreparables en varias hectáreas, y bien que intentó sofocar el incendio con arrojo y valentía, pero con un mísero cubo, poco pudo hacer).

Me gustaría que se pusiera usted «manos a la obra», a la mayor brevedad posible, aunque hay un tema que me desconcierta a sabiendas que la Srta. Spears ha sido desposada y asumo que desflorada. Gonzalo no ha ejercido sus funciones reproductoras jamás, con ello quiero decirle que desconoce la metodología a seguir. Sé que no es necesario recurrir a señoritas de «oscuro proceder» para la primera ocasión. Me ha dicho mi amiga Piluqui Montís de Primulencia, versada en todos los temas, que existe una variedad en la que uno mismo se auto-satisface, llamada masturbación (que debe ser como turbarse más que con cualquier otra cosa).

Conoce usted que mi fortuna es incalculable y no habría reparo por mi parte en recompensar espléndidamente su labor.

¿Querría usted masturbar a Gonzalito?

Q – Sara – Activo

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Estoy deseando hacer el amor con él.

Seguro que eso es lo que pensó la rubia que te cagas que me crucé esta mañana nada más salir al portal. Noté que me miraba. Al principio de reojo, de esa forma en que miran las mujeres que no sabes si te observan o ni siquiera te han visto. Después fija, descaradamente. Vi el brillo en sus ojos ¡lujuria! Me deseaba, estoy seguro.

Y es que no me extraña. Se me tiene que notar por fuerza: hoy estreno los calzoncillos nuevos que me regaló mami. Son chachis. Blancos y de los de toda la vida que te recogen bien el paquete, bien apretadito y no como esos bóxer que, con la excusa de la ventilación, llevas un bamboleo que no te digo y en cuanto estás tan bien dotado como yo, te va desequilibrando de lao a lao, y  se te mueven las caderas de tal forma que los obreros  te regalan piropos por la calle (hombre también ayuda la cojera, pero como tengo tanto garbo, pienso que no se nota demasiado). ¡Piropos…!  ¡Con lo machote que soy yo! Y si no os lo creéis, preguntádselo a mami que siempre me dice lo hombre que estoy hecho.

Llevo además mi mejor traje, que lo cuido como oro en paño desde hace veinte años, y que me regaló mamá al cumplir los treinta, y está como nuevo. Es azul celeste, con la raya perfectamente marcada, y lo llevo con el cinturón marrón de cocodrilo que me trajeron  los Reyes de parte de mami hace tres años, los mocasines corinto, lustrosos, con esas borlas tan chulas, la camisa rosa palo con  gemelos de oro con brillantito, y la corbata azul con ositos amarillos (con pañuelo en el bolsillo a juego, nos os creáis ¿eh?)

Además (y no se lo contéis a nadie) mientras bajaba en el ascensor, para que mami no se diera cuenta, me he puesto el pañuelo bien arrugao, al fondo del todo del bolsillo para que se me viera el paquete más grande. Parezco el Nacho Vidal de mi escalera…

Estoy matador. Hoy ligo seguro. Lástima que haya perdido tanto pelo, pero desde que vi al político ese en la tele, se me abrió el cielo y lo solucioné. Me dejé crecer un lado del pelo muuuuy largo y lo cruzo por encima de la calva hasta el otro lado. Seguro que nadie lo ha notado. Y otro secreto: para la coronilla, como no llegaba la melena, uso un bisoñé. Es perfecto. Lo único que da mucha guerra y no me puedo permitir estar mucho sin ir a teñirme a la pelu, porque lo quise rubio platino y como yo soy de mi mismo muy moreno, enseguida se me notan las raíces. Pero no pasa nada porque sino, mami, me ayuda con esos tintes tan guays que anunciaba la Carmen Sevilla, que son mano de santo.

Y como tengo también una dentadura perfecta (su buena pasta le costó a mami) mi sonrisa es radiante. Eso sí, tengo que tener cuidado al estornudar porque como no me ajusta muy bien, a veces se descoloca un poco y parece que a la gente no le agrada ver como me la vuelvo a poner en su sitio ¡Pero no voy a estar con los dientes desencajaos porque a ellos les moleste! ¿no? Y es súper higiénica porque se  pasa toda la noche en su vasito de agua con una pastilla efervescente que la dejaaaa, hummm.

Otra virguería es el ojo de cristal. Es idéntico al otro, sobre todo en la parte blanca del ojo. En la de color difiere un poquito, pero creo que si se moviese al mirar a los lados, nadie lo notaría. Además, como las gafas que llevo son de cristales gruesos, bueno muy gruesos, casi no destaca. Y mami me dicen que esas gafas, con su montura clásica de pasta marrón tipo carey, me dan personalidad. No como el audífono que, como lo llevo en el lado en que nace el pelo y que tengo que echar hacia la otra oreja, queda totalmente al aire. Pero bueno, tiene un color carne muy discretito que se parece mucho a mi color de piel, si estoy moreno. Y así logro oír por ese oído porque si no, como por el otro no oigo nada…

Y por supuesto, voy recién duchadito, oliendo bien, con mi colonia Nenuco, que nos encanta a mami y a mi, y mi desodorante (bueno, hoy voy con el de mami, porque el mío se había acabado pero no voy a ir por ahí oliendo a hombre, ¿no?)

Mira, miraaa, esa morenaza también se me queda mirando embobadaa… Hoy seguro que ligo, y a lo mejor hasta me echo novia, que ya va siendo hora de que me case (aunque mami no quiera) porque creo que ya tengo suficiente edad y sentido de la responsabilidad como para adquirir un compromiso de por vida con mi media naranja. ¿Dónde estará? Ya aparecerá, seguro. Y yo la estaré esperando, virgen, inmaculado reservándome para ella como ella se habrá reservado para mí.

De hoy no pasa. Me da el pálpito de que hoy es el día. Voy tan seductor que a lo mejor no tengo ni que hablar,  y así no se me nota la tartamudez. Hoy va a ser mi día.  Me lo ha dicho mami.

P – Montserratita – Activo

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