Archivo del Autor: Son Sonia

Crear tu vida

Me he pasado la vida creando mi vida. Todos creamos nuestra vida.

En mi caso, contra viento y marea, sabía que mi vida era mía y solo yo tenía que decidir sobre ella. Nací negándome a mamar… negándome a hacer lo que los demás hacían, así que ya estaba diciendo «no voy a ir por dónde me digáis ni por donde vosotros vayáis… haré mi propio camino«.

Esto, y no solo esto, me hace pensar a día de hoy que existe un destino; de hecho, he creado una ecuación matemática para probarlo. No es que yo sea la primera persona consciente de los patrones matemáticos… solo soy una persona que ha averiguado el patrón matemático que rige su vida y ha despejado la incógnita. Creo que ahora mismo hasta podría predecir la fecha de mi muerte, por lo menos la edad.

Esto que escribo hasta a mí me suena extraño, y sin embargo mi vida es una prueba de ello. Hago cálculos también con la vida de quienes me lo permiten y les muestro como los ciclos se repiten en las distintas áreas de su vida.

¿Qué tiene de positivo reconocer los patrones matemáticos que rigen tu vida? poder quedarte con los que te interesan y deshacerte de los que no. Reconocer el sendero que te llevará a la felicidad y descartar aquellos que te hacen perderte una y otra vez.

Estos últimos años han sido como vivir una novela de misterio que te va enganchando con cada respuesta que encuentras y te lleva a una nueva pregunta, hasta que llega ese momento en el que todo encaja de una forma sorprendente… y entonces piensas «¡¡Guau, es increíble!!«.

Empezaba diciendo que creamos nuestra vida y eso es cierto hasta un punto. El libre albedrío no es un porcentaje del cien por cien, por lo menos en lo que respecta a esta vida.

Me siento más libre que nunca aún sabiendo que este era mi destino y que eso parece significar que uno no escoge. ¿Y si es cierto eso que dicen de que antes de nacer decidimos la vida que vamos a tener?. Esto sería como un juego cuya misión es cumplir el destino que tú mismo escogiste y con la condición de que olvidaras haberlo escogido para así hacerlo más intenso e interesante.

Tengo que confesar que me encanta mi mente. Me hace reírme. Me estoy riendo ahora, porque me siento como siempre, como una niña que está continuamente sorprendida ante todo lo nuevo y maravilloso que descubre. Una niña que pasó por su etapa adulta de no creer en la magia, hasta que descubrió que la magia existe y la niña regresó.

Tal y como acaba mi primer libro: La vida es un juego y te toca jugar 🙂

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Pasaba por aquí

De vez en cuando me paso por aquí, como cuando uno pasea por un lugar que le trae recuerdos especiales; preciosos momentos vividos, atrapados para siempre en palabras.

Me pregunto que habrá sido de todos. Cómo estarán. Qué estarán haciendo. Si alguna vez recordaran que un día formaron parte de este precioso proyecto.

Por si alguno pasa y me lee, dejaré informes de mí, siguiendo el ejemplo de Aspec.

Han sido unos años tremendos, con alguna noche muy oscura a la que siempre sigue un bello amanecer.

La próxima semana, mi primer libro verá la luz, y a vosotros, que me acompañasteis en este bello proyecto, también os lo tengo que agradecer, al igual que a tantas otras personas. Habéis sido el viento que ha impulsado mi vuelo. Siempre lo seréis.

Gracias Sito, por haberme escogido en su momento para este proyecto. Me hiciste un enorme regalo.

Gracias a tod@s!! Ojalá os volviera a leer 🙂

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Dime, ¿eres tú?

Dime, ¿eres tú?…

¿Eres quién me roba el sueño en incontables noches de insomnio, dónde los fantasmas de los recuerdos me alejan de los brazos de Morfeo?

¿Eres quién se cuela en mis pensamientos para volver el Norte, Sur, y no saber ya dónde me encuentro?

¿Eres aquél cuya sonrisa se refleja en las estrellas del cielo para volver la noche en un encuentro secreto?

¿O quizá eres ese soplo de brisa que acaricia mi rostro, que alborota mi pelo?

A veces te percibo en el vuelo de las golondrinas, como si estuvieras escondido en medio de su juego.

O quizá esa hierba que acaricia mis pies, rodeada de flores, esperando tu regreso.

Te siento en cada pequeña maravilla del mundo.

Te siento a cada momento.

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Va por ti, abuelita Lucía…

Pero es evidente, tristemente, imposible, volver atrás en el tiempo y recuperar a esas personas que se han ido y ya no volverán.

He empezado el año perdiendo a otro de mis seres queridos… mi luchadora abuela Lucía.

Mi abuela Lucía era argentina. Un buen día, dejó atrás su tierra, su familia, para venirse con su marido y sus tres hijos a Galicia. La morriña podía con mi abuelo… la morriña fue la compañera por el resto de vida de mi abuela.

Mi abuela era una mujer fuerte que combinaba el trabajo en el negocio familiar, con las labores del hogar. Mantenía la entereza ante la añoranza de sus padres y hermanos, a quienes fue perdiendo sin poder asistir a sus funerales. La vida no fue fácil para ella.

Ella me hablaba de su tierra. Me contaba preciosas historias de su vida allá. De su familia. Con sus palabras lograba transportarme y hacerme sentir que yo había vivido allí. Que había conocido aquellas praderas, aquel rancho, aquella gente, mi gente. Por ella llevo el anhelo de llegar a conocer algún día Argentina.

Un día le regalé un preciosa libreta encuadernada y con unas 500 páginas, y le pedí que, si tenía tiempo, me escribiera allí sus vivencias, todo lo que ella quisiera… para mi sería el mejor regalo. Desgraciadamente, la enfermedad impidió tal cosa. Primero vino el cáncer al cual logró vencer. Después vino la embolia cerebral que la mantuvo postrada en cama 5 años, con un vaivén de raciocinio y sinrazón.

Siempre que la visitaba, la miraba y sentía que me estaba mirando a mi misma. Que de alguna forma, ella era yo y yo era ella. En sus ojos encontraba sus sueños perdidos que me decían no pierdas tus sueños. En sus ojos encontraba las palabras que se habían perdido y que llegaban a mi corazón en forma de caricia.

Pude despedirme de ella. Pude abrazarla y decirle lo mucho que la quería, y ella comenzó a llorar pues ya no podía hablar. Quería decirme algo y no podía. Yo la miré a sus lindos ojos, a esa mirada tan tierna, y le dije «no te preocupes, yo sé que quieres decirme que tú también me quieres mucho»… y entonces sonrió mientras me miraba con el te quiero más bonito del mundo reflejado en esos ojos que nunca olvidaré. Ella fue una de mis almas gemelas en esta vida.

Va por ti.

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No volvería a pisar aquel lugar en mi vida

No volvería a pisar aquel lugar en mi vida. Lo tenía muy claro. La culpa la tenía la maldita curiosidad, esa que ha dejado tantos gatos muertos a lo largo de su camino.

Y es que todo comenzó así. Habíamos oído hablar de esos locales donde el sexo se desviaba por peliagudos senderos dejando al amor aparcado en la entrada de los mismos. El tema nos daba morbo y nos sentíamos seguros de lo que sentíamos el uno por el otro, así que nos dijimos ¿por qué no ir?… solo para ver… solo para estudiar el ambiente… Y eso hicimos.

Había una oferta de entrada gratuíta para parejas los jueves. Era un chalet y estaba situado a las afueras de un pueblo vecino. Llegar no fue fácil, pero fue más fácil que decidirnos a entrar cuando lo tuvimos delante. Yo me sentía como una cría mirando una antigua mansión que dentro puede esconder fantasmas o también mágicos tesoros. Pudieron los mágicos tesoros y, agarrados de la mano, cruzamos el umbral hacia un reino desconocido, pero sospechado.

Cuando entramos, un relaciones publicas nos hizo una visita guía, enseñándonos las instalaciones y hablándonos de todas las posibilidades al alcance de nuestras manos. Nos aseguró que podríamos tener lo que quisiéramos teniendo en cuenta que éramos una atractiva pareja, por no mencionar lo de novatos, cosa que daría mucho morbo a los más veteranos.

Decidimos que nos quedaríamos en el disco-bar, tomando una copa y observando el ambiente. Al fin y al cabo, eso era lo único que pretendíamos hacer: observar.

La decoración era similar a la de cualquier pub. Varias mesas con sofás tapizados en una imitación de cuero rojo. Al fondo una especie de escenario, con la particularidad de contar con una cama redonda encima de él.

El camarero que nos atendió llevaba su torso desnudo. Nos dio la bienvenida al local antes de preguntarnos que deseábamos tomar. Mientras esperábamos las bebidas, observamos las distintas personas a nuestro alrededor: varias parejas de distintas edades que nos contemplaban con curiosidad y dos hombres solitarios que nos miraban especulativamente… sobretodo a mi.

Nos miramos y nos dio la risa, probablemente a causa de los nervios o quizá la excitación. Nuestras manos seguían enlazadas como si tuviésemos miedo a perdernos si llegaban a separarse. Nos besamos. Nos excitaba el estar en aquel local «prohibido». Creo que nos sentíamos traviesos.

Se nos había informado como funcionaba el tema. Las miradas insistentes de los otros clientes significaban que estaban interesados en conocernos. De repente, una de las parejas se levantó de su mesa y se dirigió a la nuestra. Ambos eran guapos y probablemente experimentados, con lo cual no era de extrañar que se atreviesen a entrarnos sin que nosotros hubiésemos correspondido a sus miradas. Por otra parte, si se atrevían a todo lo que se atrevían, ¿de qué coño me extrañaba yo?.

-¿Os importa si nos sentamos a charlar un rato? -la que habló fue la chica, una de esas chicas que yo me habría quedado mirando en la calle con admiración.

Nosotros nos miramos.

A la chica le dio la risa.

-No tengáis miedo. Solo tenemos ganas de conoceros. Se nota que sois nuevos en esto y sentimos curiosidad como seguro que vosotros también la sentís.

Les dejamos sentarse. Tras las presentaciones comenzó el interrogatorio. Mientras hablábamos yo los observaba con atención. La ropa de ella era sexy sin resultar ofensiva. Era guapa, morena, de ojos oscuros y una linda sonrisa coronada por hoyuelos. Él era moreno, de ojos claros y sonrisa ladeada. Si bien ella parecía llevar la voz cantante, yo tenía la sensación de que el que movía los hilos era él.

La conversación era agradable y divertida y la bebida bajaba con facilidad. La chica parecía claramente interesada en nosotros mientras que él parecía más reservado, cuidadoso. Probablemente sabía que cualquier movimiento en falso por parte de ellos nos espantaría y nos haría salir corriendo.

Ella propuso salir a bailar a la pista, al lado del escenario y eso hicimos. La música tenía un ritmo sensual y los movimientos de aquella chica resultaban hipnotizantes. Por mis venas, alcohol y adrenalina revolucionaban mi sangre y me hacían sentir atrevida. Creo que a mi pareja le sucedía igual.

La chica parecía coquetear conmigo y los chicos no nos quitaban los ojos de encima mientras bailábamos.

-No te gustaría hacer algo provocador y dejar a tu chico con los ojos como platos?

Yo la miré sorprendida.

-A qué te refieres?

-Me gustas. Eres muy sensual. -Me miraba a los ojos y a los labios- Me gustaría besarte. Alguna vez has besado a una mujer?.

En otro momento, aquello de alguna forma me habría escandalizado, pero en ese momento, su pregunta solo produjo un efecto en mi: excitación.

Debí contestarle con los ojos, pues no recuerdo que palabra alguna saliera de mis labios, solo sé que sus labios entreabiertos se posaron con suavidad sobre los míos. Se separó y me miró. Yo miré a mi chico y ella se dio cuenta. Se acercó a él, puso una mano sobre su pecho mientras le decía algo al oído. Él contestó algo. Después ella se volvió hacia mi.

-Ha dado su permiso para que te bese… si tú lo deseas.

Volví a mirar a mi chico. La curiosidad bailaba en sus ojos, enlazada con el deseo. Realmente deseaba besarlo más a él, pero ¿por qué no regalarle una imagen para sus fantasías?. La miré, la sujeté por la nuca y la besé. La besé con todo el deseo que sentía por el dueño de aquellos ojos que seguro ahora me estaban mirando. Con aquel beso, mas que excitarla a ella, quería excitarlo a él. La boca de aquella mujer me resultaba distinta a la de los hombres. Más blanda. Más suave. Más dulce. El beso estaba bien… pero desde luego, no tan bien como besar a mi hombre, como sentir la dureza de su lengua asaltando la mía.

Acabé el beso y me encontré con los ojos sorprendidos de la chica.

-Caray… sí que sabes besar.

Me dio la risa. Me moría por besar a mi chico.

-Dime una cosa… ¿me dejarías bailar con tu chico?

-Vale… pero primero tengo que hacer una cosa -esa cosa era besarlo.

Y lo besé como si fuese el último beso. Lo besé con la sed del sediento en medio del desierto. Lo besé como si su boca fuese mi salvavidas y el mar me quisiera tragar. Su deseo estaba a la altura del mío. La pasión de su respuesta no defraudaba a la necesidad que crecía a pasos agigantados por todo mi cuerpo.

Después me aparté para cederle el paso a ella. Aquel baile fue una tortura. Ver como las manos de ella acariciaban su pecho, subían por su cuello y sus dedos le acariciaban las orejas, mientras su cuerpo realizaba su sensual danza… era demasiado para mi.

-Me temo que no soporto ver como toqueteas a mi chico -fue lo que le dije cuando me acerqué para poner punto y final a aquel baile. Cogí a mi chico de la mano y lo guié fuera de la pista- Vámonos, porque si no lo hacemos me temo que te haré el amor sobre la cama redonda de ese escenario.

No fue en aquella cama redonda. Fue en el asiento trasero del coche y sin tan siquiera haberlo movido de aquel aparcamiento. Daba igual. Sentía la necesidad de poseerlo inmediatamente; de hacerlo mío; de inventarme la seguridad de que nadie me lo arrebataría; de borrar de mi mente la sospecha de que probablemente él había sentido deseo por ella. Quería borrar de mi mente la seguridad de que aunque no quisiese volver a aquel lugar, probablemente lo haría.

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Placeres prohíbidos

Disfrutamos hoy en día en España, como en el resto del mundo, de nuevos placeres, aficiones, perversiones o…, no sabría como definirlo, que pueden resultar de lo más sorprendente o chocante, pero que cada vez tienen más adeptos.

La primera vez que leí sobre estos temas (y es que internet es una fuente de sabiduría :P) me quedé «flipada», totalmente sorprendida y sin saber que pensar, claro que en mi es normal no saber que pensar si ese pensamiento tiene que suponer un enjuiciamiento moral. No me gusta juzgar de buenas a primeras y sin conocimiento de causa. No me gusta cerrar mi mente en sus ideas, pues ello sería el camino hacia la ignorancia.

Hablo concretamente de la moda «swinger» y sus derivados. Me imagino que la mayoría ya sabéis de qué va el tema. Ahora existen unos locales, llamados «Club Swinger», donde lo más habitual es que acudan parejas a intercambiar pareja con otras parejas. Otra opción es el famoso trío: una pareja busca en estos locales a un@ tercer@ para dar lugar a la fantasía. Como opción más suave, los hay que solo buscan observar y ser observados mientras realizan el acto sexual. Algo un poquito más fuerte, son las camas redondas donde todo Dios se tira a toda Diosa. Algunos también tienen la discoteca donde puedes puedes tomarte algo totalmente desnudo, mientras disfrutas de la música y lo que se «tercie». En fin… todo un mundo de placeres al alcance del que quiera disfrutarlos, eso sí, hay que decir que si eres hombre soltero lo tienes más difícil que si eres mujer soltera (parece ser que las mujeres están más solicitadas :P).

Hace unos años, conocí a una pareja inmersa en estos placeres. Ambos jóvenes, no tenían ni 30 años, y yo que llevaba los 30 bien pasados me sentí una auténtica ignorante de la vida. Según nos contaban sus experiencias, yo alucinaba más y más… y a ellos les partía de risa mi cara de asombro. Llegué a sentirme como una anciana que ya no sabe de que va la vida. Dijeron que comenzaron poco a poco en el mundillo (no sé como demonios dieron con el mundillo, porque yo con su edad era de lo más inocente) por un interés común. A causa de ese interés, conocieron a una pareja que les sirvió de guía en el mapa de la swingermanía. De todo lo que contaron, una de las imágenes generada por sus palabras quedó grabada en mi mente: ella tumbada con cinco tíos disfrutando de su cuerpo, de los cuales, ninguno era su pareja. Se habían metido en una habitación de las que hay para compartir sexo en grupo. Estaban desnudos. Como quien no quiere la cosa todo comenzó, y cuando se dio cuenta eran diez manos las que tocaban su cuerpo por todas partes, eran cinco bocas con sus cinco lenguas las que la besaban y lamían… vamos, cinco de todo. Me comentó que uno de los hombres no le gustaba, le doblaba la edad y le parecía un baboso… pero aún así permitió que formara parte del quinteto de varones dándose el festín.

Fuerte. Realmente me pareció muy fuerte.

Todo esto me hizo darle vueltas a la cabeza. Te planteas hasta que punto está uno reprimido o hasta que punto algo puede considerarse una perversión. Te preguntas si el hecho de que te escandalices es a causa de tu educación, no ya familiar, sino sociocultural.

Por otra parte y dejando a un lado la moralidad, está claro que aquí los celos no tienen cabida. No hay infidelidad, sino el compartir el gusto por el erotismo, la sensualidad y la sexualidad. También es cierto que la mayoría de las parejas ya llevan años juntos y lo que buscan es ampliar un repertorio sexual que con el tiempo se ha vuelto monótono.

No sé. Realmente no sé que pensar. El tema en plan fantasía puede tener su morbo, pero en plan realidad me parece peliagudo; peligroso como jugar con fuego.

Así que dime, ¿te va el sexo liberal?

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Amar para siempre a un transexual

Amar para siempre a un transexual nunca ha sido mi intención, y tan siquiera sé si llegará a ser así. No sé cuánto durará esto… de hecho, nunca me hubiese imaginado que esto ocurriría.

El primer día que la vi, en la discoteca de moda, fue como si un caballo pasase galopando por mi corazón. Acababa de ver a mi mujer ideal: alta, rubia, y con un cuerpo de infarto. Pero, lo mejor, lo mejor de todo era que aquel espejismo de diosa hecha mujer también parecía haberse fijado en mi, un humilde mortal. Eso me envalentonó y decidí acercarme y sacar a relucir mis dudativas armas de seducción.

Cita a cita, nuestra relación avanzaba lentamente hacia la dirección que yo más deseaba. Sus besos, sus caricias sobre mi cuerpo, eran una locura, una locura que me dejaba febril cada vez que ella me decía que había que parar. Yo no lo entendía, ¿para qué parar si a ella también le consumía el mismo fuego?.

Al final, un día, me lo dijo, me lo contó. Yo me quedé confuso, por momentos enfadado… No sabía como reaccionar y en mi interior peleaban rechazo y deseo. Todo había sido tan ideal hasta ese momento. Su forma de ser era increíble, más allá de mis mejores expectativas, tal cual si ella pudiese adivinar en cada momento qué era lo que yo deseaba…

Y fue el deseo el que ganó la batalla. Quizá la naturaleza cometió una equivocación, pero quizá si esa equivocación no hubiese tenido lugar, ella no sería mi mujer ideal. La amo tal cual es. Amo el pasado que la trajo a mis brazos, y adoro esa promesa de futuro que renace con cada uno de nuestros besos. Por eso, no siendo creyente, rezo por un siempre a su lado, conocedor de que «el hombre propone y Dios dispone».

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El cansancio la venció

El cansancio la venció y se quedó dormida. Por sus mejillas todavía resbalaban algunas lágrimas. Estaba encogida, abrazándose a sí misma, intentando darse ese cariño, ese amor que tan esquivo a su destino parecía.

A las tres de la mañana se despertó, como cada noche, cuando sintió que él la movía para ponerla boca abajo en la cama. Sin besos, sin caricias, sin tan siquiera palabras, sus manos la desnudaron de cintura para abajo y la utilizó para saciar una mera necesidad física. Ella aguantó el dolor, sin decir nada, deseando que todo terminase lo más rápido posible, como por suerte sucedió… era parte de la rutina. Ese dolor físico era parte de la rutina. Ese dolor en su alma era parte de la rutina. Después, él se dormía, satisfecho. Después, ella lloraba, en silencio, hasta que el cansancio la vencía. Era parte de la rutina.

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Mi post de despedida…

Es viernes… Son las 11:12h… Y éste va a ser mi último post en el Blogguercedario.

Escribir no se me hace cómodo pues llevo desde el martes con mi mano izquierda que parece una manopla de tanto vendaje, con lo cual, para mi sería más fácil realizar una llamada de teléfono. Nada grave, solo aceite hirviendo.

Llevo tiempo meditando esta decisión, con lo cual no es precipitada ni impulsiva. Y el caso es que me da pena, pero aún así y como decía Aspec en su post de despedida, llegan momentos en la vida que uno decide poner punto y final.

La realidad es que no es falta de tiempo, ni tan siquiera de inspiración. Lo mío es pura desmotivación.

Todo comenzó con el mencionado post de despedida de Aspec… Sito paraba poco por aquí… Sara de viaje… y yo me sentía la única que quedaba del equipo del principio…. Los compañeros nuevos, todos geniales… pero aún así era como si me hubiese quedado sin mi pandilla de siempre.

Con la marcha de Aspec me sentí obligada a continuar por no dejar tirado a Sito… Sin embargo, y aunque Aspec ha vuelto, tanto él como Sito están a medias, y Sara no sé cuando volverá a irse de viaje…. Y yo me desmotivo cada vez que entro, esperando leer y encontrándome con que nadie ha escrito y casi nadie ha comentado… (curiosamente esta semana esto ha estado bastante activo, pero es una excepción).

Os he cogido mucho cariño a todos, nuevos y veteranos, pero en este punto del viaje yo seguiré otro sendero deseándoos de corazón, un buen caminar…

SONVAK

(PDT.: En cierta manera, soy responsable de que Aspec haya vuelto, con lo cual, mi querido Aspec, perdóname por ésta mi marcha).

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Carta al «director»

Estimado director:

¿Se puede saber dónde coño te has metido? ¿Te fuiste por tabaco y te olvidaste de volver?… Esto no se hace, hombre, se supone que el capitán tiene que hundirse con el barco, y no ser el primero en escapar… Ya, ya, ya… eso solo ocurre en las pelis sensibleras, en la vida real «sálvese quien pueda» y tú no ibas a ser menos.

Cada día, cuando miro a mi alrededor, me pregunto dónde estás. Cada día, cuando miro en mi corazón, me pregunto a dónde te has ido.

Hace tiempo, cuando llegué a la conclusión de que ni tan siquiera existías, te borré de un plumazo de mi recuerdo y decidí que era mejor así. Lo curioso es que la vida me parecía mejor cuando creía en tu existencia.

Cada vez tengo más claro que la inteligencia, la racionalidad, la lógica, no lo hacen feliz a uno… y cada vez con mayor frecuencia me encuentro deseando ser más tonta y a cambio, creer.

Echo de menos mi fe. Echo de menos un director en el que creer.

Atentamente,

Una insubordinada…

(PDT: La pu… crisis de ir a cumplir 40 me está volviendo loca :D…  cómo si no hubiese ya bastante crisis en el mundo…)

SONVAK

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