Archivo del Autor: José de la Cruz

El blogueador

La casa se encontraba envuelta en una penumbra misteriosa y atemorizante, los espectros se regocijaban de manera orgásmica ante tal ambiente. La familia no tenía tan buena cara; se encontraban desconcertados ante tal actitud. – ¡Nada le importa! Nos tiene aquí sufriendo sin que le importe ni un demonio-.

Xotchil, su mujer, a diferencia del resto de la estirpe, se mantenía callada. Ya había pasado por esto cientos de veces y sabía como lidiar con ello. Por supuesto no le gustaba la manera en que el los ignoraba ¿Pero acaso quedaba otra alternativa? No abría la boca ni para comer… ¡en 3 días!

Irma, su hija, fue la única que se atrevió, debido a su desesperación, a quebrantar las reglas y entrar a la habitación principal. Un ambiente lleno de humo, gracias a las enormes cantidades de cigarros que fueron suprimidos de manera demente, dificultaba la visión a tales magnitudes que estuvo cerca de caerse 2 veces, tropezando con libros, ropas y demás trastes viejos que se encontraban decorando el suelo de la habitación.

Entonces lo vio: Acurrucado a su bolígrafo, empedernido escritor, con el rostro desfigurado por el terrible desgaste de 3 días sin comer ni dormir, solo escribir. Le gritó, pero el no la escuchó. La visión de su padre, haciendo aquello que tantas satisfacciones económicas le habían traído a la familia, fue excitante. Un impulso eléctrico fue recorriendo todo el escultural cuerpo de la hija del escritor. Tuvo que salir corriendo, la impresión era tal que nunca quiso volver a ver un solo libro en su vida.

A eso de las 3 de la madrugada del día 4, el salió de sus aposentos. Pulcro como nadie, son una sola ojera, ni signos visibles de tal desgaste, una sonrisa le cruzaba como rió su rostro. Se limitó a pronunciar únicamente 3 palabras: Ya esta listo. Todos lo comprendieron, su post para el blogguercerdario, por fin, lo había terminado.

*Una disculpa a los lectores y blogguers de el blogguercedario. Por motivos de fuerza mayor no logré escribir nada para el tema pasado. Les ruego, me disculpen.

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¿Aló? -Señor Almirez, si voltea hacia su pórtico verá a su hija follando con el zapatero de la esquina. No se preocupe, no es el ‘presi’-.

¿Me puede comunicar con la señorita López? -Si, permitame un segundo… (¡Juana, telefnono!)- ¿Si, bueno? -Señorita López, le llama la amante de su novio, hoy nos quedamos de ver en el 5 letras, por favor vaya y sorprendanos que ¡ya no lo aguanto mas!.

Señor Presindete, llamada de los Estados Unidos, – Mister Calderón, today we kill a young mexican, please do not do anything, or else we’ll have to kill you too. With love your friend Barack Obama- . ¿Se encuentra bien señor presidente? -Si, solo llamaban para saber como estaba- .

¿José de la Cruz?, -Si, el mismo- le llamo para recodarle que tiene que escribir para el Blogguercerdario, por favor no se le olvide.

Cuando el telefono suena, es porque alguien te esta llamando. -Fursio-

Un pequeño bloqueo de escritor siempre se puede resolver con una buena llamada de teléfono, o con leer un buen libro de José Saramago, el cual ya no esta con nosotros y no nos podrá llamar nunca mas. Descanse en paz.

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Chop Suey!

Todos mis colegas me habían recomendado que no me ofuscara y que peleara por lo que por derecho me corresponde: el papel principal. Me exhortaron para que le escribiera una carta al director de la obra, en ella debía exponer mis argumentos para demostrarle que yo era la mejor opción para representar al protagonista.

Juan Arrabales era un pésimo actor, sin embargo tenía una enorme ventaja sobre mi: era el mejor amigo del director. Ante tan rival, yo sabía que no tenía ni la mas mínima posibilidad de competir, pero la frase que tanto me repitieron el día de hoy me dejo con la duda. «No tienes nada que perder, y si mucho que ganar».

Decidí escribir esa carta, aunque no tenía idea de como empezarla. ‘estimado señor director’, ‘colega y amigo’, ‘hijo de la gran chingada’; nada me agradaba y terminé escribiendo una carta personal. Odio, miedo, ira, ardor, entre otros sentimientos estaban reflejados en dicha carta.

Frases como: ‘El pinche Arrabales ni hablar sabe’ o ‘ Las actrices le tiene asco’, eran bastante recurrentes. Yo, acostumbrado a ser educado y respetuoso, y a ganarme mis oportunidades en base a trabajo y esfuerzo. Pronto me di cuenta que eso no valía absolutamente nada en un mundo tan asqueroso como este en el que vivo.

Por eso estas leyendo esto mientras observas mi cuerpo con el rostro desfigurado por un balazo que yo me provoqué. No me mal interpretes, era yo o el director. Una vez leí en una gran película que uno muere como un héroe, o vive lo suficiente para convertirse en villano. No, no soy ningún héroe, por lo menos tampoco soy un villano.

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De la ABC hasta la Z

Carlos Escobedo despertó al pequeño Luis a las 8 de la mañana el día 5 de Junio del 2009. Era hora de llevarlo a la guardería. Como todo buen padre soltero, trató con mucho cuidado a Luisito, le dio su comida y lo vistió con amor. A pesar de lo difícil que le había resultado la muerte de Claudia, habían logrado salir adelante.
La guardería era una Bodega alquilada por el gobierno, una ‘manita de gato’ y nada mas. A nadie le causaba buena espina, pero no tenían donde dejar a sus hijos. ‘Si no trabajo no como’ decía Carlos. ‘Además mañana es el cumple de Luis, y todavía no tengo su regalo’.
A las 10 de la mañana Carlos y Luis llegaron puntuales a la guardería de nombre ‘ABC’. ‘Cuídemelo mucho’ alcanzó a decir Carlos antes de partir rumbo a su trabajo. Iba a ir por el hasta las 3 de la tarde. El día transcurrió normal para el: Su jefe gritando y manoseando a las secretarias, los abogados sobornándolo para que aceptara la demanda mal realizada, Dona ‘Licha’ vendiendo sus aguas de horchata y el calor a mas de 38 grados centígrados.
A las 2:30 de la tarde, Carlos se dispuso a ir a buscar a Luisito, tenía hambre y quería ir al McDonalds mas cercano a comprarle una ‘cajita féliz’; los muñecos eran de Batman, y le gustaban mucho a Luis. Subió a su coche, un tsuru del 2002, y emprendió la ‘huida’ rumbo a la ‘ABC’.
Iba llegando a su destino cuando se topo con un tumulto asombrado, llorando. Ambulancias y patrullas policíacas con las sirenas a todo poder deambulando la zona. Una nube de humo adornaba el cielo. Espantado abandonó su coche y se corrió temiendo lo peor. Si, la guardería se estaba incendiando.
Desesperado corrió hacia el lugar intentando entrar, unos bomberos lo detuvieron y le dijeron que no podía pasar. ‘¡Mi hijo, Luisito esta ahí dentro!’, gritaba con todas sus fuerzas. Era tanta su convicción por buscar a su hijo, que los bomberos optaron por sacarle el aire con un puñetazo. ‘Y te quedas quieto hijo de puta’.
En 20 minutos su vida cambió. Ya no fue al McDonalds, no volvió a ver a Luisito.
Hoy vemos a Carlos frente a la casa del Presidente, ‘Los Pinos’.  Hoy se cumple un año de esa tragedia. Si uno le pregunta que hace ahí, el amablemente contesta. ‘Esperando a que este hijo de puta de Calderón me reciba’. -¿Por cuánto tiempo estará aquí?- ‘No lo se, pero algo le puedo asegurar: no me iré mañana’.

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