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En ocasiones veo muertos…

Título alternativo: «Estaba seguro, alguien lo diría»  😉

by Xinax

 

-¡Joder, niño!…¡me voy a cagar ahora mismito en todos tus muertos, y mira que no lo tengo por costumbre!. Como te de un pescozón, te crece la separación entre vértebras un par de metros…¡¡¡coño, con el paliducho este!!! – gritó Benito, quién en el caso de conservar algún pelo en su cabeza, habría notado como se le ponían de punta, después de escuchar a ese crío. – ¡¡¿A ti , so cabrón, no se te ocurre nada mejor que decirme eso de “en ocasiones veo mueeeeeertos”, justo aquí y ahora?!!.

El niño, en vez de salir por piernas, parecía haberse quedado arraigado a la tierra. El chaval de unos 12 años, estaba mirando fijamente al hombre, con unos ojos enormes y muy abiertos, con aspecto de cordero degollado. Pálido. Y con los labios fruncidos, como el que acaba de soltar al mundo un gran secreto, que hubiera prometido guardar, incluso sufriendo la peor de las torturas.

Benito, de profesión sepulturero, era un manojo de nervios. Paseaba delante del crío, de un lado para otro, mientras despotricaba moviendo las manos y los brazos, como si estuviera dirigiendo a la Orquesta Filarmónica y Coros del Ejército Ruso, en plena representación.

¡¡¡Pedazo de melón, a ti te falta un hervor!!!. Uno está aquí, a sus cosas. Que si limpia éste panteón, que si ponle una bombilla a esa candela del nicho del tercer piso, que si acércate a quitar las malas yerbas de la tumba del torero, que se acerca el aniversario, y algún aficionado vendrá a ponerle flores…. y vienes tú, y así de sopetón, me sueltas eso. Mira, no te doy un sopapo, de puro milagro….pero, ya puedes ir desfilando inmediatamente o aún te cae una soberana manta de ostias. ¡¡Fíjate!!!.. Y se me queda aquí, más chulo que un ocho, mirándome como si me hubiera revelado la última profecía de Fátima…¡¡¡ no me estás oyendo!!! ¡¡¡que desfiles!!! .

El pobre sepulturero de Bovedilla del Camino, provincia de Ciudad Real, municipio de dos mil trescientos cincuenta y dos habitantes, aunque precisando,  habría que descontar al Vicente, recién estrenado en su condición de difunto, excartero del pueblo, pero aún sin residencia fija en el cementerio, por esos trámites de velatorios, misas y responsos…… en fin, decía, que el pobre sepulturero estaba al borde de un colapso, rojo como la grana, que a conjunto con el mono de faena, de color azul marino, no dejaba de darle un aspecto de borracho empedernido.

Pese a todo, el niño seguía sin moverse. El ceño ligeramente fruncido, y los labios casi blancos, de tan apretados. Ambas manos metidas en los bolsillos de una chaqueta marrón de lana. Y los pies separados, y firmes, apoyados en el suelo.

¡¡¡Pero es que tú, además de tonto, malafollá, y comemierda, eres sordo!!!. ¿No me estás escuchando?. Que te he dicho que desaparezcas de mi vista a la voz de ya, que no quiero verte el pelo, que te largues, que te vayas….coño, asco de crío. A ver ,  ¿ de qué comitiva te has separado?, lo mismo tus padres te han dejado aquí, por el mal fario que tienes …cagontóloquesemenea!!!!

En lugar de irse, el niño se acercó un poco más a él, y volvió a repetirle:

Es que, en ocasiones veo muertos -y lo dijo, muy lentamente, mientras movía la cabeza de un lado a otro, cerciorándose que estaban solos.

¡Cojones, con el crío!! ¿¿¿¡¡Y qué, con eso¡¡??, yo también los veo, más en invierno que en verano, todo hay que decirlo, y no voy haciendo publicidad. Y , niño, con la cantidad de porquería que veis todos los días en la tele, a mí no me extraña que veas lo que sea: muertos, aliens, marcianos, vampiros, y personas que se convierten en oso panda si les cae agua caliente encima… ¡¡si es que ya no tenéis cerebro, tenéis blandiblub!!!– y agarrando al chavalín de un brazo, lo levantó casi del suelo, y lo llevó hacia la salida, el niño no se resistía, pesaba poco y el hombre ni notaba que lo llevaba poco menos que en volandas.

Benito lo plantó, en la mismísima puerta principal del Cementerio, justo en el momento en que Doña Avelina, se acercaba con su ramito de petunias, para estar su ratito de costumbre con su bendito Aurelio, mujeriego y bebedor, fallecido de un ataque cardíaco, por culpa del viagra, que obviamente no empleaba con la viuda.

La mujer se detuvo, y contempló la escena. Acercándose a ellos, preguntó:

Buenas tardes, Benito. ¿Sucede algo con éste angelito? -dijo, toda ella , atenta y solícita.

Buenas, Doña Avelina. ¡¡¿Este angelito, dice?!!. Este perla, que como no tendrá nada mejor que hacer, ha decidido venir a este santísimo lugar, a tomarme el pelo a mí y a quien se le ponga por delante. Usted ya sabe, pues me conoce desde hace muchos años, que no me gusta levantarle la mano a nadie, pero este crío, está comprando todos los números para dos ostias que voy a rifar en cinco minutos, eso como no se vaya en ese tiempo. – replicó, Benito, en voz muy alta, airado y bastante fuera de si, y también porque la señora estaba más sorda que una tapia.

¿Qué has hecho tú, criaturita? ¿Te has perdido? ¿Dónde está mamá? -preguntó la Doña, mientras pellizcaba la blanca piel de las mejillas del niño, que permanecía invariablemente callado, mirando con insistencia al bueno de Benito.

-…..

¿Qué dices, corazón?, no te entiendo. Soy un poquito dura de oído, ¿qué me dices?, ¿puedes decirlo un poco más alto, bonito?

-…..

 –¡¡¿¿Que estás de vacaciones con tu perro tuerto?? Oy oy oy oy!!! Benito, pero ¿¿ cómo puedes estar gritándole a una dulzura como ésta, si además se cuida de su perro tuerto??.. Que mira que tiene que ser feo,el pobre… el perro, digo, no el niño, que palidito y delgado está, pero nada más. Monín es, el niño digo..no el perro… Criaturita míaaaa…. -mientras achuchaba al muchacho, entre sus fellinianas ubres de matrona.

La mujer largaba su discurso enternecido, y Benito sin más  se giró, silbando alegremente, decidió dar por terminada su jornada laboral, mañana sería otro día, y ya limpiaría lo del torero, que total al “maeztro” no le iba a importar.

Lo fácil que es todo, cuando estás muerto o sordo.

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A quién le apetezca, que pinche. Saludos y buena semana!!!

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Estaremos muertos toda la eternidad

Me encanta esta canción de Facto Delafé y las Flores Azules. Estaremos muertos toda la eternidad. Y lo que hace no es lamentarse de ello, sino avisarnos que precisamente por ello, porque estaremos muertos toda la eternidad, debemos respirar, vivir, disfrutar y arriesgar mientras vivimos.

Es un recordatorio de que estamos vivos, de que somos gente, todos diferentes, pero todos tropezamos al andar, y no por ello debemos ahogarnos en lamentaciones, el tiempo apremia, la vida se te va en un suspiro y nadie debe desaprovecharla.

Sin duda, no lo pienses, arriesga. Siempre es mejor conocer las cosas, experimentar sensaciones, aunque a veces marquen y duelan que vivir protegido de todo, no queriendo dar nunca un paso en falso por miedo al dolor, al rechazo o la ridículo. Somos personas, y como tales, tenemos garantizadas horas de dolor, de vergüenza, de miedo a lo largo de nuestas vidas, de ti depende que sean más o menos, pero sobre todo, de ti depende que el resto del tiempo sea divertido, congratulante y satisfactorio.

Es complicado, lo sé, pero basta coger el toro por los cuernos una vez para que se despierte en ti eso deseo irreflenable de comerte el mundo. Ahora sólo párate, piensa en algo que llevas tiempo deseando hacer o conseguir, levántate y vete a por ello, sin pensar, sin más, CON DOS COJONES/OVARIOS!!!

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Estaremos muertos.

Todos estaremos muertos, por eso es mejor disfrutar de la vida todo lo que se pueda y más

Yo no se, pero la verdad es que tal y como están cambiando las cosas, el clima sobre todo, por nuestra culpa,  tendremos que empezar a hacer las maletas para ese momento…jejeje.

¿Qué debemos hacer?.

¿Nos lo tomamos como un aviso de una catástrofe  inminente y empezamos a cambiar nuestra forma de vida, o pasamos olímpicamente y seguimos a lo nuestro?.

Yo creo que lo segundo es lo que eligiría el 100 % de la población mundial. Nadie se traga esas historias, pero, ¿y si es verdad?.

En fin, de momento tranquilidad, seguid con vuestras vidas, y no os preocupeis, que si llega ese momento, una vez muertos, ya no nos importará nada.

¿Será por que es Halloween que me ha venido esta idea a la cabeza?

GORIO

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La noche en que los grillos callaron

Eran casi las doce de la noche cuando Carlos viajaba por la carretera su auto último modelo. Se lo había regalado su empresa, por el buen desempeño en su trabajo.

 

Se le hacia tarde, nunca se había quedado tanto tiempo en su trabajo, mucho menos dejara su esposa con la cena servida. Trató de llamarle dos veces, desde el celular, pero en vano, la señal estaba muerta. Encendió la radio, una música relajante empezaron a salir de los altavoces, casi se queda dormido, pero reaccionó justo antes de que saliera de la carretera y se estampara en una enorme roca. La parte de enfrente del auto quedó reducida a cacharro.

 

-“Maldita sea. – se dijo. No sabia en que parte de la carretera estaba. Ningún auto pasaba por ahí, el silencio era espantoso. Si no fuera por los grillos que esa noche cantaban más desenfrenados que antes. O quizá nunca les había puesto atención. Caminó un poco, hasta que encontró un señalamiento donde le decía que estaba justamente en el kilómetro 666, eso quería decir que estaba al otro lado de su casa.

 

La carretera rodeaba la montaña, él estaba justamente del otro lado de la montaña y su querido hogar quedaba precisamente del otro lado. Si quería llegar temprano tendría que acortar el camino por el bosque.

 

Dio los primeros pasos. Pero en ese momento los recuerdos vinieron a su mente, estaba en el bosque al cuál su abuelo le hizo muchas advertencias. No debía el por ningún motivo meterse a ese lugar. “Una maldición nos está esperando a todos los de esta familia, hijo. No debes por ningún motivo introducirte a ese bosque, jamás”. Toda su vida la había pasado en ese lugar. Jamás, así como lo dijo su abuelo, ni siquiera de curiosidad entró al bosque de la montaña.  “No debes meterte, porque entonces los grillos dejarán de cantar y ¿tu sabes porque los grillos cantan?” No, no lo sabía, pero su abuelo se lo dijo: “Los grillos cantan para que no se escuchen los gemidos de los muertos, si ellos callaran, oiríamos claramente los sonidos del más allá”.

 

Le dieron ganas de reírse, ¿Cómo se ponía todavía a creerle a un anciano que hacia mucho que no veía? Además él ya es un adulto, por lo tanto no deben asustarle esas historias para niños.

 

Cruzó la cerca que separaba la carretera de la montaña, justamente por donde el pasó había un letrero, como si fuera nuevo, se veía claramente a la luz de la luna la advertencia “NO PASAR Y SI PASAS ES BAJO TU PROPIO RIESGO”. Claro que por supuesto que no hizo caso a eso. Tenia que llegar a tiempo, ya hacia hambre, sus tripas le anunciaban, más bien, le exigían que quisieran comida.

 

En cuanto cruzó la cerca, los grillos callaron. Pensó que era su imaginación, así que hizo caso omiso, siguió su camino. No había avanzado mucho, cuando empezó a escuchar gemidos, susurros, algo estaba en el bosque y no era normal.

 

Recordó entonces la historia de su abuelo:

 

            “Hace muchos años, mi tata tatarabuelo pertenecía a la santa inquisición, eran tiempos de la conquista, así que le tocó torturar a muchos indígenas para que se cambiaran a la religión católica. Miles murieron con esas torturas, algunos otros fueron condenados a la hoguera. Todos fueron sepultados en esa montaña. Una ocasión les tocó torturar a un hechicero maya, este antes de morir, le lanzó una maldición: Cuando ustedes o alguno de sus descendientes cruce por esos lugares donde todos estaremos sepultados, los grillos callarán, escucharán nuestros gemidos y entonces nuestra venganza empezará. No importa si pasan millones de años, la maldición será por siempre hasta que cumplamos nuestra venganza”.

 

No dejaba de ser solo una historia, pero en esos momentos empezaba a creer en las palabras de su abuelo. El silencio era espantoso, las voces que se escuchaban a lo lejos también. Sacó de su bolsillo el Ipod que había comprado la semana pasada y le subió todo el volumen.

 

Por un momento dejó de escuchar aquellas voces siniestras, si todo iba bien, en una hora estaría en su casa.

 

Pero no iría bien, una espesa niebla empezaba a nublar todo a su alrededor, las voces volvieron  y ni todo el sonido de su reproductor de mp3 podrían callarlas. El viento era más fuerte, las ramas se movían, se veían como esqueletos vivientes moverse al ritmo del aire. Pensó que todo era parte de su cabeza, de repente las historias de su abuelo estaban volviendo a la realidad. La tierra empezó a temblar, pero no notó nada extraño. Solo las voces, esos quejidos que venían del más allá, esos susurros que le decían: “Ven con nosotros, nos perteneces”. Un olor a podrido empezó a llegarle a sus fosas nasales, asqueroso, nauseabundo. Le dieron ganas de vomitar, pero se contuvo, se dio prisa.

 

Mientras caminaba, notó que sus piernas temblaban, no lo podía creer, tenia miedo, mucho miedo, le dieron unas ganas intensas de reír, las historias de su abuelo daban resultado, un poco atrasado, porque de niño nunca le dieron miedo, pero ahora, todas aquellas advertencias que le había hecho, empezaba a creerlas como ciertas. Sacudió su  cabeza, tratando de desterrar esas ideas, pero las voces ahí estaban, esos quejidos maléficos, terroríficos.

 

Cobró conciencia de que estaba solo en ese lugar, no había nadie mas que el. Se sintió miserable, así que le apresuró a su paso. De repente todo empezó a dar vueltas y ya no supo donde estaba, sabia que se encontraba en medio del bosque pero no sabia en que dirección estaba su casa. Eso le dio mucha impotencia, le dieron ganas de llorar, de gritar que se fueran esas voces de su cabeza, que lo dejaran en paz, pero los susurros seguían en sus oídos.

 

Abatido, se sentó a un lado del tronco de un árbol. Tenia que pensar en algo, quizá si se dormía un rato y esperaba que amaneciera todo estaría mejor. Pero el frío era intenso, un frío que le calaba hasta los huesos. Puso sus manos en el suelo, mientras el se recostaba un poco con la cabeza apoyada en el tronco de ese árbol. Pero con una de sus manos tocó algo que lo hizo estremeserce. Aparentemente era una rama seca que se había caído de algún árbol, pero al empezarla a tocar, al usar su tacto, le encontró cosas no muy comunes en las ramas secas. Entonces la acerco a la vista de sus ojos, para que la luz de la luna iluminaran un poco aquel objeto y entonces la miró, su vista se le quedó clavada un poco, hasta que reaccionó y se dio cuenta que lo que tenia en su mano, era eso, una mano, un pedazo de esqueleto. Aventó el miembro lo mas lejos que pudo. Su corazón latía a mil por hora. Ahora su miedo era demasiado. No sabía como saldría de aquel lugar y cuando dejaría de escuchar el quejido de los muertos.

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¿Tienes un vídeo diario de un desconocido?

La verdad es que sería una sorpresa encontrarme con un vídeo-diario de un desconocido aunque no me cabe la menor duda que a todos nos pueda suceder. Cada película que he visto de Almodóvar me ha hecho pensar que Pedro llevaba las cosas a extremos insospechados, sin embargo, mi trabajo en un despacho jurídico, me ha obligado a rectificar. La realidad siempre supera, y con creces, a los argumentos de las películas.

Pero volviendo al “vídeo-diario”, no quiero imaginar que me llamen a la lectura de un testamento, en un despacho de abogados o en el domicilio del Albacea, para notificarme que un “finado”, del que yo no esperaba nada, me hubiera dejado ese “dardito envenenado”.

Y cuando digo dardo envenenado es cierto. La primera pregunta sería: ¿Quién lo ha visto? ¿Qué ha contado ese insensato de mí? ¿Tendré que hacer una declaración pública de su esquizofrenia paranoide aunque no estuviera diagnosticada?.

A partir de ese preciso instante imagino que me vería inmersa, igual que cualquiera de vosotros, en un mar de tortuosos pensamientos entre los que incluiría a ascendientes y descendientes del “susodicho”, y no precisamente para elevarles a los altares.

Y, después, ¿qué sería capaz de hacer? ¿Iría corriendo a casa a verlo? Pues no puedo porque no tengo vídeo, lo que me obligaría a buscar un comercio donde me pasaran el “dichoso vídeo-diario” a un deuvedé.

Estaría dispuesta, sin conocer el contenido, a dejar que un extraño lo viera? Inmediatamente pensaría que lo había hecho  con “mala milk”, lo que me trasladaría a recordar las meteduras de pata o las estupideces que cometí con el autor de tal villanía. Me sumiría en un sinfín de recuerdos, que, como tales recuerdos, con el tiempo se deforman. Una no atesora “trapos viejos” pensando en el futuro y  sobre todo, para que, un “enturbia-pozas”, te deje un legado con más hiel que miel, con el fin de darte su última patada en el culo (claro que si quita la celulitis hasta podría gustarme, jejeje). Porque, ¡no me digáis que no!, lo primero que piensas es que lo que vas a ver no va a ser precisamente un panegírico sobre tu persona.

No sé qué diría el vídeo-diario pero sin haberlo visto, ya me estaría haciendo la puñeta a base de bien.

A todo esto, puedo suponer y seguro que no me equivocaría, la familia, los amigos, los abogados y todo el mundo, en el caso que no hubieran podido o querido ver el cargante vídeo-diario, estarían taladrándome con la mirada. La mujer y los hijos estarían poniéndome de “putifrisqui”. Los abogados de pilingona “arrebata-herencias”, ya que el finado podría haber dejado su última voluntad de “viva-voce” en aquel trozo de película y alteraría el reparto instituido en el testamento.

Los cercanos y los lejanos, da igual el grado de proximidad con el muerto (y bien muerto que está leñe, no se puede jugar con la tranquilidad ajena, ya’stá bien!!!!!), buscarían nuevas definiciones para “catalogarme” y que mi currículum se ampliara “ad infinitum”, mientras yo, estoicamente, aguantaba pensando en la lista de la compra y la madre que parió al recién desaparecido, elucubrando que,  menos mal que había pasado a “mejor vida” porque  entre mis “habilidades”, en ese preciso instante,  tendría que figurar la de asesina.

No creo que quisiera verlo. La curiosidad mató al gato y no soy excesivamente curiosa cuando puedo prever que no me va a gustar el resultado. Me gusta conocer de todo, enterarme de cuanto esté a mi alcance pero partiendo de una premisa, que dependa de mí.

Me gustan las lecciones cuando son elegidas, o sea, elecciones ( no las del voto y la urna, esas me aburren por los dos meses anteriores y soporíferos de mítines constantes, añadidos al “hemos ganado todos” posterior), pero no las imposiciones así que aprovecho este mini- escrito para decirles a esa larga lista de “novios-amantes-amores-parejas-restregones” (que quede claro que no necesito abuela, jajaja) que obvien hacer ni un vídeo, ni un deuvedé ni tan siquiera una mínima carta. No me apetece nada que me den la “barrila” cuando no pueda defenderme, así que ya pueden ahorrarse el trabajo porque creo que el vídeo-diario quedaría guardado hasta el primer 24 de Junio (día de San Juan y sus famosas hogueras) para llevarlo a una pira y que pasara a mejor vida o se fuera a hacer compañía a su autor.

Claro que puestos a ello, tendría tantas cosas que someter al “fuego purificador” que la lista sería larguísima, casi interminable.

Hoguera de San Juan
Hoguera de San Juan

Porque, ¿quién no tiene un “cementerio de trastos o recuerdos ilustres” en casa o en la cabeza?

A – Codeblue – Activo

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