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¿Nos involucramos?

Estamos todos reunidos en torno a una mesa circular. El jefe parece preocupado. Está claro que la empresa necesita un cambio. Varios de los redactores hemos mostrado nuestra desmotivación, despiste, falta de ánimo y de interés a lo largo de las semanas.

Estamos en recesión y eso pasa factura en la productividad. El jefe nos pide que nos involucremos, que hagamos nuestras sugerencias y aportemos ideas y opiniones. Que formemos parte del proyecto común y entre todos le demos un giro para poder resurgir.

El ambiente está apagado, y los folios destinados al ‘brainstorming’ aparecen en blanco. Las miradas se esconden entre el humo del cigarro y los espíritus emprendedores que querían asomar el primer día de trabajo se encuentran ahora dormidos.

Quizá deberíamos empezar por… dejar de fumar para descubrir nuestras miradas.

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Rapsusklei

Perdón perdón, casi no llego. Estoy aún reflexionando sobre la despedida de Sonvak, tragando 3 partidos de fútbol diarios, e intentando entregar todos los trabajos a tiempo. Hasta se me olvidó que era lunes… en fin.

Con mi estilo musical habitual, os dejo con un tema rapidito, de Rapsusklei, llamado Sopa de letras (por supuesto).

Disculpad mi precipitación pero ¡no doy más!

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A Dani

Suena el teléfono. Es mi madre, para contarme la crónica diaria de lo que sucede a su alrededor.

La última noticia, ha muerto un chaval de un pueblo cercano, de mi edad, pero no sabe exactamente quién. Eso sí, por lo visto ha salido en el periódico.

Me pongo a buscar en los periódicos locales y regionales desesperadamente, y nada. El único dato que me ha dado mi madre es que era uno rubio. Empiezo a darle vueltas a la cabeza cada vez más preocupada, no es que los rubios abunden en esa zona de montaña…

Tú eres el primero que me viene a la cabeza. Tu pelo amarillo y tu piel albina son inconfundibles. Tengo que comprobarlo antes de volverme loca. Empiezo a hacer llamadas a las personas que te pueden conocer. Desafortunadamente no tenemos amigos en común para que me hayan avisado a tiempo. Finalmente, alguien que no te conoce, pero que se lo han contado, pronuncia tu nombre cuando le pregunto quién ha muerto el fin de semana.

El impacto hace que se me caiga el alma a los pies, y en un par de minutos pasan ante mí todos los momentos que vivimos juntos (jugarretas de la mente). Ese cumpleaños adolescente en el que escogiste como regalo algo de lencería. Ese desgaste de pulgares los fines de semana cuando Movistar nos regalaba los SMS. Tu eterno parecido con todas las estrellas checas, rusas, lituanas y eslovacas en Eurovisión.

Tu compañía cuando me tocaba ir al monte a hacer reportajes sobre motos. Tu pregunta, que nunca faltaba, sobre mi paradero en cualquier rincón del mundo. Tu sorpresa al verme aparecer de un momento a otro y sin avisar, en tu pueblo.

Esa última Nochevieja que pasamos juntos, haciéndonos un montón de fotos (como cada vez que nos veíamos de fiesta, la cámara no podía faltar). Por eso tengo las pruebas gráficas de todos nuestros momentos, para revisarlas cada vez que me entre la nostalgia.

Ya hace una semana que te fuiste. Nunca te olvidaré.

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Arte del movimiento

Querido director/jefe/Sito:

Sabes, por experiencia, que lo mío no tiene solución. No sigo unas normas, no cumplo las reglas establecidas, y soy imprevisible. Sé que a veces me temes porque no sabes por dónde puedo salir cada lunes.

La cartita ya te la escribí la semana pasada, si mal no recuerdo… y aquí sigo, viviendo en el archivo de la oficina. Vuelvo a tomar el camino fácil, si no te importa (y si te importa, pues me da igual :p) y apoyo el tema semanal en un vídeo.

No es una canción. Danza, arte en movimiento, cuerpos meneándose al compás de la música. Espero que lo disfrutéis.

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¡Que no!

No me iré mañana. He recibido la carta de despido, con un SUSPENSO bien grande impreso en letras rojas. Pero no, querido jefe, yo de aquí no me muevo. No sé si eres consciente de los tiempos que corren, pero no es fácil encontrar trabajo fuera de aquí. Así que me pienso agarrar a mi puesto de redactora lunática (por eso de los lunes, no por otra cosa) como a un clavo ardiendo.

No puedes echarme así por las buenas. Entiendo que estás cansado, agobiado, sin apenas tiempo para dedicarle a la oficina, y que los empleados te ‘chinchamos’ , pero hay que darte un poco de vidilla de vez en cuando para que no nos dejes abandonados.

Habrás podido ver que en el cuarto del archivo hay una cama. Sí, has pensado bien. Ya que el sueldo tampoco me da ni para pagarme un alquiler… me he instalado en la oficina. ¿Te pensabas que el café por las mañanas se hacía solo?

Yo estoy a gusto aquí. También es verdad que si pagaras más estaría mejor, pero bueno. El contrato no hablaba de eso así que lo dejaré estar.

¿Te ha quedado claro, jefe, que no me iré mañana?

Un saludo de tu querida subordinada.

Sara

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Como el sol cuando amanece…

Genial. No sé si al jefe se le acabaron los temas, o nos quiere poner a prueba. Por si acaso es una semana-trampa, espero salir al paso y aprobar el examen.

Comparto con vosotros el tema ‘libre’ de Nino Bravo, interpretado por Marta Sánchez.

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Noche

Camino sola, por una calle pobremente iluminada por la luz tenue de las farolas que hacen sus últimos esfuerzos por cumplir su misión. Acelero el paso cuando siento crujir el suelo detrás de mí, y mi oído se agudiza como si fuera un doble sentido.

Abandono el callejón y miro hacia atrás: no consigo ver a nadie, seguro que algún animal nocturno me ha asustado. Sigo caminando y observando por si me encuentro con alguien. No me gustan los desconocidos, pero reconozco su importancia para el funcionamiento del ciclo de la vida. Parece que no hay nadie a esta hora, en la que la mayoría de los mortales duermen. Sólo algún vehículo se lanza a lo largo de la avenida de doble sentido, que a primera hora de la mañana sufrirá un ruidoso atasco.

Finalmente vislumbro una persona justo al doblar la esquina. Se trata de un hombre que camina a unos 5 metros por delante de mí con paso ligero. Me detengo y lo observo en silencio: no parece peligroso. Consigo alcanzarlo y cuando estoy casi a su altura, tropiezo ‘accidentalmente’ y se vuelve para prestarme su ayuda.

Le digo que estoy bien, no sin mostrarme un poco a la defensiva. Ha debido de notarme asustada, pues el desconocido intenta tranquilizarme bromeando sobre la situación. Le confieso que me da un poco de miedo volver a casa sola de noche, porque vivo en las afueras y puede ser peligroso. Parece captar el doble sentido de mis palabras y se ofrece a acompañarme si así me siento más segura.

Paseamos en dirección a mi casa, a pesar de ser noche cerrada no hace demasiado frío. No nos cruzamos con nadie en todo el camino. Cuando llegamos a la puerta del jardín, mi amable acompañante se para en seco. Me mira, se ríe y me pide que abandone la broma. Insisto en que entre en mi casa, y le invitaré a algo. Cuando capta que no bromeo, se da media vuelta y se dispone a salir corriendo, pero ya es tarde.

Lo sujeto del brazo con una fuerza brutal y lo atraigo hacia mí. Me lanzo a su cuello, clavo mis colmillos profundamente y bebo sangre caliente. Abro la puerta del cementerio y entro en casa. Empieza a amanecer, es hora de acostarme, no tengo hambre, y sobre todo, ya no tengo miedo.

vampiresa

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Lo de tropezar con la piedra…

El humano es un ser imperfecto, tarado por naturaleza (unos más, otros menos…) Hemos oído infinidad de veces eso de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero el camino de algunos está plagado de piedras distintas que interrumpen constantemente la marcha.

Diana tuvo su primer novio a los 18 años. La relación no fue muy larga, fueron más duraderas las señales de los golpes que ella recibió el día que decidió dejarle. No lo denunció.

Tardó un tiempo en volver a confiar en alguien, pero con Ander era distinto. Él la trataba como una princesa, y Diana estaba loca por él. El día de su segundo aniversario, Ander tomó unas copas de más y se puso violento cuando ella le pidió que no se pusiera al volante. Un empujón, y Diana acabó en el suelo mientras veía cómo se alejaba el hombre que tanto quería.

Al día siguiente, mientras Ander se recuperaba de la terrible resaca, Diana le recriminaba su actitud de la noche anterior. Pero él no estaba para sermones y así se lo hizo saber a su novia, golpeándola contra la mesa. Diana salió de casa como pudo, sin volver la vista atrás. No lo denunció, pero tampoco perdonó que dos años maravillosos hubieran acabado en un infierno.

De nuevo, no resultó fácil seguir con su vida, pero Diana lo consiguió. Se casó con Óscar y tuvieron dos hijas. Esta vez, las palizas comenzaron al poco tiempo de nacer la segunda, pero Diana aguantó. Había dos pequeñas implicadas y no era tan sencillo huir como las otras veces. Los golpes, los empujones y los malos tratos se convirtieron en una insufrible rutina.

El día en que las manos de bestia rozaron a su hija mayor, un pequeño resorte se activó en el interior de Diana. No paraba de pensar “siempre me pasa lo mismo”, pero en el fondo sabía que ella no tenía la culpa. Agarró lo primero que pilló, y como estaban en el jardín, sin apenas darse cuenta tenía una piedra en su mano, que lanzó con rabia directa a la cabeza de Óscar.

Huyó, con una niña de cada mano, con lo puesto y sin vacilar, hasta la comisaría. Mientras formulaba la denuncia, reconoció en el agente de Policía la mirada del que, a los 18 años, le había propinado el primer golpe.

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Regreso moviendo el esqueleto

Altavoces a la máxima potencia. Miércoles, 6 de la tarde, en un piso de un humilde barrio de Lisboa. 4 personas y un solo baño para prepararnos para la tarde-noche. Como cada miércoles, hay fiesta en el Santiago Alquimista. Performance, pantalla gigante y buena música hasta las tantas de la madrugada.

Parece que en algún momento nos invade la pereza de tener que subir y bajar colinas para llegar a nuestro destino, pero entonces el equipo de música comienza a vibrar con una fuerte inyección de adrenalina, y ya va siendo hora de mover el esqueleto. Y de volver por aquí. Una canción con mucha energía y un regreso con muchas ganas.

Espero que lo disfrutéis y también mováis el esqueleto (con cuidado de no romper ningún hueso… 😉 )

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Una mudanza, una quedada

Por Sara

Disculpadme por mi ausencia la semana pasada, por mi pasividad y por todo, estoy de mudanza y es todo un caos. No tengo tiempo ni para ver la caja tonta. Pero aprovecho ya para reabrir el tema de la quedada. Para mí me vendría mejor en marzo, porque a partir de abril ni siquiera sé si viviré en España. El lugar, por ser equidistantes y todo eso, Madrid.

Si tenéis alguna otra propuesta tanto de fecha como de lugar, ya sabéis.

A ver si se puede hacer una cenita del Blogguercedario, y no os olvidéis de las invitaciones 😀

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