Chau

No puedo hacer otra cosa que dedicarle esta insignificante entrada a ese tipo que ayudó tanto a que todo esto funcionara y volviera a levantarse. Un tipo que conozco nada más a través de estas ventanas, nada más porque gentilmente nos invitó a adentrarse y dar unos largos en sus ríos de letras exquisitas y a veces inspiradas: del que no conozco tal vez nada, o quizás mucho para lo que se puede conocer a alguien estando tirado panza arriba desde tu cama. Un escritor excelente, gracias a quien me enredé en todo este temón de los blogs… Ya ni me acuerdo como fue, pero fue.

Su entrada, tanto aquí como en El reto, me dejaron con algo molesto en la garganta. ¿Decepción? Nah. Tal vez al principio, pero ahora es otra cosa. Una bola peluda atascada en las cuerdas vocales; una piedra que sube hasta la gargantilla, y vuelve a bajar: pequeña, incómoda, ardiente. Tristeza, creo. Voy a extrañarte, Á. Todos, creo yo, lo haremos.

Y ya no sé qué decir. Cualesquiera sean tus motivos, son válidos. Ni siquiera tienes por qué tener motivos: cada uno es libre en este blog, y eso es lo que lo hace tan maravilloso. Espero que este sea más un ALGO ASÍ que un adiós. Pero si es más un adiós que otra cosa…Bueno, no queda otra cosa que hacer que despedirse.

Un abrazo fuerte, te manda una amiga desde el otro lado del charco. Gracias por regalarnos tu inspiración.

(Y ya que nos adentramos en el horrible terreno de lo cursi, te dejo una canción media cursilonga. Pero linda, uruguaya, de esas que me gustan 🙂 Chau!)