Archivo mensual: marzo 2010

Primeras veces…

Fue en el parque de Santa Margarita. Mi madre me llevaba a andar en bicicleta por la explanada. Yo quería ser como los mayores y por supuesto quería andar en la bici con dos ruedas y librarme de aquellos incómodos ruedines… Después de mucho pelear para que me los quitasen y de unos cuantos trompazos, todos muy dignos eso sí, lo conseguí. Fue la primera vez que anduve en bicicleta sin… ruedines y la primera vez que me sentí realmente mayor.

Fue en la piscina climatizada de La Solana. No recuerdo qué edad tenía pero debió ser allá por los diez u once.  No me acordé de ese instante hasta unos añitos más tarde cuando descubrí qué era lo que había pasado. Esto es un secreto que sabe muy poca gente, porque una no va pregonando estas cosas por ahí, pero como aquí estamos como en familia y además no me lee nadie….

Fue en un pueblo con mar una noche… pero no había concierto. Una cocacola en El Carlos, un paseo por la playa hasta llegar a unos banquitos en una zona verde (que no sé si siguen existiendo) detrás de un hoy conocido local de copas veraniego… Fue mi primer beso en condiciones y estuve con mariposas en el estómago durante los meses que duró… Fijaros que hacía años que no me acordaba de esto y ahora que lo estoy escribiendo pienso en que todos deberíamos de haber guardado en un frasco una dosis de aquella inocencia, de aquel optimismo (¡¡¡¡nada en el mundo podía salir mal!!!!!) y de aquella confianza e ilusión para tenerla a mano por si acaso hacía falta con el paso de los años.

Tenia dieciocho años y pongamos que hablo de… Madrid. Siempre he sido bastante independiente  de carácter pero esa era la primera vez  iba a vivir sola. Mis padres me acompañaron a la puerta del lugar en el que iba a vivir, con mis maletas para todo el año y allí me quedé. Fue la primera vez que olí lo que podía significar vivir independiente y fue el principio de seis inolvidables años y de varias grandes amistades, de esas de para toda la vida y que aún hoy, a pesar de la distancia y de los distintos caminos que hemos tomado cada uno, me siento orgullosa de seguir manteniendo vivas.

Fue en otro pueblo con mar (distinto del anterior), también de noche y unos años más tarde de aquel primer beso. Lo más curioso es que ese mismo día pero por la mañana, recuerdo que me desperté y pensé: Hoy es el día, hoy. Y efectivamente lo fue (¡ojalá fuese tan visionaria con otras cosas!!). Él tenía diez años más que yo, que era una pipiola, y me tenía loca, pero loca de verdad. Nos escapamos en coche al chalet de sus padres en medio de la noche y allí, cómodamente con la ventana abierta y oyendo el sonido de los grillos… fue la primera vez. Fantástica me pareció en su momento. ¡No sabía yo lo que quedaba por llegar! Duró unos años y se terminó con mucho dolor de mi corazón. Hace poco lo volví a ver, en otra escena de esas de película (los dos chocamos literalmente al girar por un pasillo de un supermercado) y charlamos durante un rato riéndonos y recordando aquella época. Me sentí bien. Está claro que el tiempo cura bastantes cosas en esta vida.

Y por último y más que nada porque si sigo pensando podría seguir así toda la noche, fue aquí, en mi ciudad preferida (y no me voy a meter en el tema de la semana que viene) hace unos meses…fue la primera vez de otras tantas primeras veces… y mucho me temo que tampoco esta será la última.

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Cruzcampo

La pandilla siempre nos reuníamos en la calle del Instituto. Increíblemente sin móviles éramos capaces de quedar.

En aquellos tiempos hacíamos el amor descafeínado, nos reíamos hasta reventar, bailábamos agarraos, nos besábamos hasta perder el aliento, ellos aprendían a desabrochar sujetadores y nosotras a ser mayorcitas.

Aquel día se acercó al grupo un hombre.  Muy amablemente nos invitó a visitar la fábrica de cerveza Cruzcampo. Como no teníamos otro plan mejor y tampoco miedo, allá que nos subimos al autobús y nos plantamos en la fábrica.

Después de visitar las instalaciones y observar tooodo el proceso de elaboración de la rubia, pasamos al bar.

En aquellos tiempos también les daban alcohol a menores.

Creo que fueron siete tanques de cerveza los que tomé, todos gratis.  Me emborraché tanto que tuvieron que llevarme a casa dos amigos, borrachos también pero solidarizados conmigo.

El autobús a la vuelta se dividió en dos claros grupos: las lloronas, iban delante, y los que nos partíamos de la risa que íbamos sentados detrás.

Cuando entré en casa, no podía dejar de hablar, me dió charlatana la melopea. Y mi madre, tan sensata como siempre, me dijo:  «Tú estás borracha. Hoy no te voy a decir nada porque lo olvidarás, pero mañana te enteras.»

Conclusiones de mi primera borrachera (y que se han ido cumpliendo igualmente a lo largo de mi vida): No me alcoholicé. Me da por reír. Y me acuerdo de todo, o lo que es lo mismo tengo buen beber.

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Fue en el viaje de fin de curso…

Fue en el viaje de fin de curso de aquello que se llamaba la EGB. yo estaba muy emocionado, como todos los chavales de esa edad. Fuimos a Lisboa, que de aquella era otro planeta. En el autobús imaginaos, lo típico, cantos, risas, muchas emociones juntas.

Nos alojamos en un hotel muy cuco, a las afueras, parecía un castillo y tenía piscina con trampolín, pero yo no me atreví a saltar desde los 10 metros que era su altura más alta. Aún tengo las fotos de los paseos en barca por un lago cercano con mis compañeros de habitación, y me acuerdo de uno de ellos que no se lavaba con jabón por que no se que le pasaba, creo que era algo psicológico.

En una de las visitas a Lisboa, era de noche, y habíamos cenado bacalao, bufff.., a mi me sentó como una patada en el estómago. Cuando volvimos al hotel estaba muy mal, con fiebre y sudando, y me quedé solo por que todos se fueron a una fiestuqui que hacían en otra habitación. Pero apareció una chica que era de otro curso, apenas la conocía.

Entró en la habitación, se acercó a mi. No recuerdo muy bien de ese momento, pero si de que se dirigió a mi diciendo; _¡Pobriño!.., y acto seguido me besó. Yo con fiebre, sudando y acojonado, pero al mismo tiempo flipando. En ese momento sentí una sensación alucinante que nunca había tenido, el amor, jajajajajajaja!!!, pero para ella solo fue un jugueteo, porque después de eso jamás me volvió a hacer caso.

Fue mi primera vez en la que una chica me besaba.

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Desde hoy, soy BIS

Espero que no os molestéis por lo que voy a escribir y, sobre todo, os pido vuestra comprensión. No es que lo lleve pensando mucho tiempo aunque la verdad, en estos últimos días ya estando cercana la decisión, me encuentro algo nervioso. El caso es que, por mucho que yo quiera desvirtuar mi fecha de entrada, todo es un proceso natural en el que nadie puede achacar nada, a nadie, y además sé que me va a proporcionar un inmenso placer.

Estoy seguro que, en mi nuevo estado, podré disfrutar de caricias diferentes muy alejadas de todas aquellas que, por forzadas, algunas veces haya podido recibir. Sé que debo compartirlas, pues esa es una característica del bis, y también que no debo propiciar celos o actitudes con conlleven a ello. Si yo doy, a buen seguro que recibiré.

Me solazaré, tan solo con observarle en su plácido sueño. Para mí, esta simple observación, es otra forma de amar, silenciosa pero intensa. Me gustará hacerlo, seguro, pues ese silencio observando todo su cuerpo me retrotraerá al mundo de las memorias íntimas. Será, al despertar, cuando sus bellos ojos azulados se encontraran con los míos junto al esbozo de una de mis sonrisas para decirle: “Te quiero mucho”.  Seguro que lo tendré que repetir y lo haré, sin ningún género de duda:  Sí, sí …, cariño, a ti también te quiero y no sabes cuanto.

Le abrazaré, delicadamente, intentando fundir su cuerpo con el mío. Le comeré a besos todas sus manos, sus carnosos labios. Oleré su maravilloso perfume natural, algo que nunca podrán imitar los mejores laboratorios de perfumería por mucho que se empeñen.

Nada de esto, y mucho más que no logro expresar ahora, puede tener contraindicación para ser bis. Hoy ha llegado la hora y estoy deseando serlo; además, pues soy sincero, así se lo he contado a mi ciudadana de toda la vida, ella que es una gran persona me apoya totalmente. Espero que vosotros tengáis la misma comprensión porque ya no hay vuelta atrás, ni necesito preguntármelo de nuevo.

Su nombre, Martín. Hoy ha nacido y es mi segundo nieto. Ya, por fin, soy BIS abuelo (abuelo por dos veces, pues ya lo era por primera vez por mi nieto Angel).

Salud, ciudadanos.

JOSE MANUEL BELTRAN

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Intolerancia al desnudo masculino

Yo me pregunto: ¿qué tiene de pornográfico éste, mi cuadro?.

El lunes de esta misma semana, sin imaginar las consecuencias de tal acto, publiqué en Facebook un enlace al último post que había publicado en mi blog artístico. Un post sobre el cuadro que acompaña este texto. Es un cuadro que realicé hace cerca de 10 años, y al que ahora mismo le veo unos cuantos defectos, pero es una de esas obras que marcan un antes y un después en la evolución técnica de uno.

No había pasado ni un minuto tras la publicación del enlace cuando me vi asalta por unos cuantos comentarios que tachaban a mi obra de pornográfica y a mi persona de indeseable amenazando con denunciarme. Mi primera reacción fue eliminar el enlace pues lo último que pretendía yo era molestar a los demás. Incluso sentí el impulso de pedir perdón aunque no cedí a él. A pesar de que no era la primera vez que me encontraba con el rechazo hacia mi obra, sí era la primera vez que me veía agredida verbalmente por unas cuantas personas al mismo tiempo que pensaban yo era la reencarnación del «diablo». Me resultó «fuerte».

Tras la eliminación del enlace tampoco pasó un minuto cuando me encontré con mensajes diciéndome que no lo eliminara, que no me dejara influir por la opinión de gente ignorante. Agradecí, no solo de palabra, sino también de corazón, estos comentarios, pues en ese momento los necesitaba. Sin embargo, no volví a colocar el enlace. No quería provocar más polémica.

Me fui a trabajar y no me enteré de lo que pasaba en facebook hasta mi regreso, a la noche. «Mi chico», tras ver lo que había pasado en facebook con mi obra, se había dedicado a poner él el enlace defendiéndola… y creó polémica, vaya si creó polémica. No sólo varias personas aseguraron haberlo denunciado, sino que hubo quien lo insultó y descalificó. De esas personas hubo quien puso en su perfil mensajes en contra de él pidiendo su eliminación de facebook y tachándolo de persona que promovía la pornografía. También lo incluyeron en una lista negra de indeseables en la lista de amigos del facebook. Por suerte, también muchas otras personas acudieron en su defensa y en defensa de mi obra. La mayoría estábamos asombrados de hasta que punto podían llegar algunas personas con su intolerancia.

Y, repito, yo me pregunto ¿qué tiene de pornográfico este cuadro?. Si nos vamos al diccionario, éste define tal palabra como: carácter obsceno de obras literarias o artísicas. Yo personalmente, no acabo de verle la obscenidad al cuadro. Simplemente es el cuerpo de un hombre desnudo. Si estas personas interpretan la simple desnudez como obscenidad ¿se sentirán insultados cuando contemplan su propia desnudez en el espejo tras salir de la ducha? o, lo más probable, ¿harán todo lo posible para no contemplar su cuerpo desnudo, pues tal cosa es una obscenidad?… Es más, cuando realizan el acto sexual ¿utilizarán los mismos camisones del medievo, desde debajo de la barbilla y hasta los pies, para no insultar a su pareja con la obscenidad de la desnudez de su cuerpo?…

En fin, que algunos poco o nada han avanzado desde el Renacimiento, cuando hicieron pintar a Miguel Angel telas tapando la desnudez de los cuerpos de la Capilla Sixtina.

SONVAK

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Lo que sí y lo que no (yo me pregunto)

Lo bueno de estos temas es que dan para casi cualquier cosa.

Y yo me pregunto y pienso en…

lo que me gusta… Andar descalza por mi casa. Morirme de la risa. El viento en la cara. La puntualidad. Un paseo por la playa un día de invierno. El sonido de las olas rompiendo en las rocas mientras me estoy quedando dormida. El sol y una caña, o dos. Un baño caliente con espuma y música. Pintarme las uñas. Que me respondan cuando pregunto. El color blanco. Los abrazos. Subrayar mis libros. Mirar el mar. Las conversaciones inteligentes. Pepita y su ingenio. El olor del Sur. La velas de vainilla. Perderme por ahí. Encontrarme. Las cartas. Los dobles sentidos. Las copas caseras. Ir en tirantes por la noche. Un beso de mi madre. Los sitios bonitos. Inventarme palabras. Sentarme y observar a la gente. Los mensajes de móvil a deshora aunque sean para decir nada. Una foto. Que me miren a los ojos. Mi roca. Comerme un trozo de pan después de un yogur. Los zapatos nuevos y mis botas preferidas. Lo auténtico. El salmón en todas sus variantes. Las palabras con sentido. La empatía.Que las distancias no importen. Nadar desnuda. Los detalles. El olor y el tacto de las sábanas limpias. Las personas, con P mayúscula. Meter la cabeza debajo del agua, cerrar los ojos y oír los sonidos distorsionados del exterior. Los reencuentros tranquilos. Que me escuchen pero sobre todo que me entiendan. Las sorpresas. Las manos de un hombre. Despertarme con música. Las actitudes coherentes. Todo lo que me hace temblar que no sea de frío, de miedo o de dolor. Hablar. El silencio…

 y lo que no me gusta… El color amarillo. La hipocresía y la falsedad. Perder el tiempo. Los sustos. Que me griten. Demasiados cielos encapotados seguidos. Planchar. La comida china. El dolor de cabeza. Los pies fríos. Los chistes. Secarme el pelo. Las excusas. Los ruidos en el cine. Que me juzguen sin saber. Las despedidas. Los atascos y las colas. La dejadez. El chocolate. Que me hagan daño los zapatos. Que me empujen. Que me hagan llorar. Incomodar. La gente que escribe con k en vez de con q y la gente que vive del cuento. Las críticas destructivas. Las películas de animales que hablan. Las distancias no queridas. Los paraguas. Que me mareen. La desconfianza. La vejez de la mente y la del cuerpo cuando hace que se pierda la dignidad. Subir escaleras. La inmadurez. Los sinsentidos. Esperar. Estar sola cuando quiero estar acompañada y estar acompañada cuando quiero estar sola. El fútbol. Hacer llorar. Soñar que soy ciega…

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Sin musas

Hace ya unos años asistí a un Taller de Escritura. De esos que hacen por los Distritos del Ayuntamiento.  Ni siquiera lo terminé, pero algunas cosas de las que dieron me sirvieron algo.

Ni que decir tiene que no me considero ni una cuarta de escritora, ojalá!! pero me gusta escribir, aunque sean «chuminás» como me digo a mí misma.

Una de los consejos que nos dieron es que siempre deberíamos tener a mano papel y lápiz. Apuntar todo lo que se nos pase por la cabeza de lo que luego podamos sacar algo. Aunque sea una palabra, o una frase, o el tema para un cuento, o un sentimiento… lo que sea, apuntarlo, porque es verdad, esas ideas que se nos cruzan comiendo una pizza, luego se olvidan, como los sueños.

Y aquí estoy, sin una idea para esta entrada (evidentemente no apunto nada). Y me pregunto ¿qué hago aquí?.

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Yo me pregunto.

Yo me pregunto…

¿Por qué las cosas pueden cambiar así?

De repente  tu vida se llena de felicidad y durante un tiempo todo es fantástico, pero la realidad se impone(siempre por motivos económicos, claro), y te da un palo de la hostia.

A pesar de que siento que es una razón de peso y más en los tiempos que corren, mi rabia está contenida por el hecho de que algo está cambiando, y no me gusta.

Me siento mal.

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La serpiente de Evaristo

¿Sabes?, la verdad es que no recuerdo bien como llegué hasta allí pero, lo que nunca podrá desaparecer de mi memoria, es el por qué de mi decisión.

Evaristo, esa tarde y antes de regresar a su casa, había tomado unas copas de más. Su cuerpo frágil le decía que ya era suficiente, sin embargo había entrado en la rutina repetitiva de alargar su mano hacia la copa, sin que ya sus papilas gustativas pudiesen apreciar el peculiar sabor del ron. La conversación que él creía mantener con su contertulio –a la sazón el camarero que le servía la bebida- tenía como única respuesta señales de asentimiento, aunadas con pequeños esbozos de sonrisa.

–         Jaime, esta vida es una mierda, ¿sabes?. Tú si que vives bien ahí, al otro lado de esta barra. Sin problemas, porque dime, Jaime,  ¿tú tienes problemas?.

–         Señor Ruiz…..

–         ¡Que no me llames señor, joder!. Yo para ti soy Evaristo- , le replicó él.

–         Pues mire, Evaristo. Todos tenemos problemas pero lo interesante de esta vida es de tratar de solucionarlos. Es así como también nos sentimos felices pues, como tú Evaristo ya sabrás, si la vida de todo el mundo fuese como la del paraíso, ¿Qué coño pintaría allí la serpiente?.

La lógica de Jaime desconcertó a Evaristo, mucho más allá que la bebida. Quizás llevase razón y su decisión, tomada ya hacía varios años, no había sido del todo acertada, sobre todo, al no haber medido bien el tiempo de su duración.

Evaristo decidió hace años dejar su bien remunerado puesto de trabajo en la gran ciudad. Sin mayores explicaciones, ni siquiera con sus amigos más íntimos, procedió a completar una pequeña maleta y abandonar todo sin echar la vista atrás, al igual que hace el fugitivo cuando se evade del penal. No recordaba como, pero arribó en una pequeña isla del trópico americano. Sus ahorros le podían servir de sustento durante mucho tiempo pues, pocas eran las necesidades a las que se veía abocado.

Una inmensa playa de arena fina y blanca era visible desde su cabaña y, a su espalda, los colores de los árboles y plantas de la selva se entremezclaban de tal manera que difícilmente se podía discernir cuál era cuál. Eran muy pocos los habitantes de la isla, y en ellos se notaba la falta de ansiedad, de prisas y, mucho menos, de complicaciones. Cualquier detalle, bien fuere el nacimiento de un nuevo ser como la fortuna de un buen día de pesca, eran motivos suficientes para celebrar una fiesta y, por suerte, los días de pesca abundante eran muchos.

Evaristo se sentía feliz en aquel lugar con aquellas sencillas gentes, con el disfrute de la naturaleza, con todo lo que otros muchos no podían disfrutar por temor a perder sus otros privilegios. Hasta que llegó un día, y otro también, en que todo aquello desapareció.

Ahora, Jaime le había dado la solución. ¿Dónde coño estaría la serpiente?.

JOSE MANUEL BELTRAN

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Mi paraíso…

El paraíso:

Una isla. Arena. Mar. Vegetación tropical, cascada incluída. Días de sol y temperatura ideal.

Un estudio inmenso con dos de sus paredes acristaladas que te hacen sentir más fuera que dentro. Caballetes, pinturas… La música invadiendo el entorno y a ti, mientras la inspiración toma forma de cuerpo de hombre que se escapa del lienzo para raptarte en sus brazos y llevarte a un mundo donde no existen el dolor, la tristeza, la miseria, el hambre, las guerras… Solo existe esa isla, esa arena, ese mar, esa vegatación tropical, cascada incluída, esos días de sol y temperatura ideal, ese estudio inmenso con sus dos paredes acristaladas que te hacen sentir más fuera que dentro, esos caballetes, esas pinturas, esa música invadiendo el entorno y a ti, ese cuerpo de hombre atrapado en tu lienzo…

Mi paraíso.

SONVAK

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