Tenía 6 años y ya comenzaba a ejercitar la herencia y obsesión de mi padre. Eran mis primeras clases, con una raqueta que doblaba el tamaño de mi brazo y un profesor que se quedaba boquiabierto con la potencia y técnica natural con la que afrontaba los golpes. Eran pocos años viendo tenis por la tv, los excitantes duelos de los grandes: Lendl, McEnroe, Bjorg, Connors y algunos más. Y uno siempre ha tenido facilidad con los deportes, facilidad con plagiar los estilos que observa y entusiasmo con la competición.
A tan temprana edad y con tantas horas dedicadas al tenis se me quedaba todo pequeño. Las categorías en las que competía me resultaban aburridas y siempre aspiraba a avanzar en los cuadros finales de mayor edad y derrotar a niños y no tan niños que salían frustrados y humillados de la pista por haber sido vencidos por alguien mucho menor. A medida que pasaban los años las horas de entrenamiento eran todavía más, y comenzaba a ser importante y a trabajar el factor físico, en menor medida pero con mayor esmero, pues resultaba crucial una buena planificación para que no interrumpiese mi desarrollo y crecimiento.
Recuerdo aquellos veranos, en clubes de tenis de toda Galicia, en los que iba con la gente de mi club a competir y acampábamos durante una semana que era el tiempo que duraba más o menos un torneo. Era fabuloso, divertido y excitante. Yo siempre era el peque de mi club, y con diferencia. El siguiente en edad tenía como mínimo 16 años, mientras que yo no llegaba todavía a 13 y los mayores rondaban los 21. Ya entonces apuntaba maneras y se me veía esa vena juerguista que me ha acompañado toda mi vida y que ha arruinado muchos proyectos.
Y esas mismas ganas de pasármelo bien y de disfrutar de la vida fue lo que me hizo dejar el tenis, con 15 años, que decisión tan discutible y tan complicada de afrontar con mi padre. No tuve valor para decírselo de palabra y le escribí una carta. Ahora me doy cuenta que fue un punto de inflexión muy grande en mi vida, y no estoy seguro de si estoy satisfecho o decepcionado, pero me pregunto quien sería hoy si hubiese escogido el deporte a la juerga?