Y es que la noticia no es para menos.
Yo casi había visto de todo en esta vida, pero si de algo me alegro es que por mucho que creas que has visto todo, va y pasa algo que siempre te sorprende y te hace creer que algo hay en el mundo que aún te queda por ver.
El acontecimiento o noticia es el siguiente:
«Un hombre de Granada denuncia a una prostituta por dejarle insatisfecho»
Este hombre, panadero para más señas, contrató los servicios de una meretriz, o sea un prostituta, en cierto lugar de alterne de alto standing, donde se cotiza la «limpieza de sable» a unos 160 euros por barba, que en los tiempos que corren es una verdadera «pasta».
Pues el pobre hombre, dándose cuenta que 160 euros son muchas barras de pan a hacer todos los días, consideró que la «moza» no se los había ganado por los servicios prestados, con lo que , ni corto ni perezoso, acudió a la Oficina del Consumidor para poner la queja por los servicios recibidos en el prostíbulo, no eran los esperados, y que los 160 euros no se los había ganado la fenómena como Dios manda.
Oye!! yo había oido de gente que defiende sus derechos, pero creo que esto se escapaba a mi imaginación. Como no se logró solucionar la insatisfacción del panadero, denunció en la OC y la Junta de Arbitraje trató de mediar entre las partes, pero la prostituta no se presentó a la vista.
Esto es lo que se dice, «un tío con un par», y no se bien puestos, pero bien «cargados» si que los tenía, lo que demuestra que el servicio ofrecido por la «señorita de la vida» no había sido el correcto, porque lo que el tiene es «una mala follá».
En parte tiene razón, porque sentirse estafado en una adquisición, en este caso en una prestación de servicios, merece ser denunciado, pero en este caso, la publicidad del hecho ha alcanzado límites inimaginables.
Me imagino que si el panadero es un hombre casado, la mujer esté bien orgullosa este bien satisfecha y contenta de como el marido defiende sus intereses, en aras de la defesa de la economía familiar. O igual se enfada, cuando si hubiese callado y pagado, «ojos que no ven… corazón que no siente», y en vez de eso, paga y no calla, con lo que debería de estar llena de orgullo de ver como el esposo deiende sus derechos.
Si es que las mujeres nunca están contentas con nada.
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