La Navidad es un estado del alma que sólo unos pocos privilegiados disfrutamos.
La Navidad no tiene color ni forma, ni sabor, ni olor, ni tan siquiera un hueco fijo en el diciembre de mi calendario.
La Navidad es un lujo que sólo unos pocos podemos permitirnos una vez al año, es como una nube con forma de algo que no todos ven y que otros, sin embargo, captamos de un solo vistazo haciéndonos sentir una felicidad absurda. Tan absurda quizás como este post de madrugada y para nada divino que hoy paren mis dedos sin que ningún ángel ni pastor pueda presenciarlo.
Ayer no era Navidad y sin embargo ya para mí lo era porque entre todos así lo provocaron…
Miguel vino a felicitarme y me llenó el corazón de estrellas cogiéndome en brazos.
Iván se adelantó a la hora y me regaló su tiempo y compañia, y aunque en el trabajo no tenemos chimenea por un momento sentí el fuego a nuestro lado chisporroteando.
Isa abrió una botella de cava a deshora para brindar por todas las risas y urgencias compartidas y nos bebimos todo nuestro cariño de un solo trago.
Sonia me llamó y preparamos juntas a miles de kilómetros el pavo y él vino a visitarme de sorpresa y me cubrió el cuello de espumillón de besos improvisados.
Ya una vez en casa a vuelta del trabajo me aguardaba el mejor de los regalos, los abrazos y besos de cinco maravillosos elfos desarmados que ajenos a la tragedia del mundo que nos rodea me estaban esperando… Y la Navidad me atrapó de nuevo antes de tiempo…Como cada año.
εïз