Fue hace más de veinte años, en el instituto… durante el recreo de la mañana. Empezó como una sensación extraña, mientras estaba hablando con una amiga.
Luego fue en aumento y minutos después me faltaba el aire. El desasosiego fue en aumento y temiendo otra cosa busque al profesor de religión, para confesarme, pues me puse en el peor de los casos. Acabada esta la sensación no desaparecía y la dificultad para respirar permanecía… pero al menos me sentía que podía morir en paz.
A lo largo de la mañana los síntomas fueron remitiendo, pero al llegar a casa tenia la noticia… mi abuelo se encontraba mal y mis padres se iban a casa de mi tía, donde vivía ese mes.
Ya noche cerrada llamaron: mi abuelo había muerto. No se me notaba exteriormente, pero pasé por lo que entonces se llamaba una mala etapa y hoy diríamos depresión. Tardé varios años en aceptarlo y volver “a la normalidad”.
Luego se repitió unos años después… durante el ingreso de mi suegra. En el hospital diagnosticaron mi ataque como ansiedad o pánico… pero tres días después mi suegra moría.
Con el tiempo, y quizás la costumbre, estas premoniciones han sido menos fuertes… requerido menos tiempo de pastillas para las nervios, en realidad la última, pese a la acumulación he podido superarla sin ellas. Pero ahí están ¿premonición o empatia? No lo sé. También es cierto que, en algunas otras ocasiones, he tenido ataques de ansiedad no asociados a la muerte de un familiar… y que algún familiar cercano en el árbol genealógico, pero no en contacto y cercanía, se ha ido sin afectarme.
Hoy es día de esperanza y de regocijo… pero ante la muerte seguimos teniendo dudas y temores. Recientemente han sido malos meses, con dos fallecimientos muy cercanos… y aunque la vida sigue, hace que te replantees muchas cosas. Algunas pueden variar, otras no. En ocasiones sientes la necesidad de hacer todo, antes que se acabe el tiempo, en otras no tienes ganas de hacer nada.
Después de esa primera vez, la intensidad ha sido menor… pero no por ello ha dejado de afectarme. También la duración fue menor en las nuevas ocasiones. Y aunque espero que al compartirlo con vosotros me ayude a superarlo, puede decirse que aún estoy en el pozo de esta última vez… que ha sido la primera que se me han acumulado dos juntas.
Aunque no nos conozcamos, deseo que te recuperes pronto. Un beso.
grave trance y complicada etapa, ahora comprendo tus comentarios de antaño. sólo puedo decirte que lo siento mucho y recordarte algo que estoy seguro que ya sabes, y es que los que sufren son los que se quedan, no los que se van, que estoy seguro que querrían que sonrieses lo antes posible y aprovechases tu tiempo que ellos ya no tienen, así que saca fuerzas de flaqueza, esboza una sonrisa y piensa que seguro que hay gente que te necesita y que quiere la mejor versión de ti, ánimo Jose, un abrazo fuerte fuerte!!!
Gracias Nieves.
Gracias Sito… ya sé que hay que sobreponerse… y es en lo que estoy.
Ciertamente hacia tiempo que quería retomar mi actuación aquí, pero me faltaba el animo y la excusa… lo que encontré el domingo por la tarde, después de volver de una excursión de Pascua, aunque me temo que redactando me paré un poco de hora.
No garantizo que pueda, aún, todas las semanas, pero trataré de pasarme más por aquí y de estar más presente.
No sé que decirte Lustorgan… Sé lo que es y sé que las palabras que uno mismo se dice o que te dicen los demás, por muy buena que sea la intención, no suelen servir de nada…
Aceptar la muerte como algo natural es difícil cuando te enfrentas al hecho de que aquella o aquellas personas que tanto amabas no van a estar ahí, para que uno pueda seguir disfrutádolas…
Ojalá pudiera escribir algo que sirviera de ayuda… pero este tema puede conmigo… me bloquea… Este mes se cumplen 6 años del fallecimiento de mi hermano y el dolor sigue igual, no de la misma manera, pero sí igual…
Un fuerte abrazo.
Aunque pienses que no, tus palabras, Sonvak, ayudan, quizás más, al menos lo mismo, que muchas palabras de consuelo.
No creo tener palabras que valgan la pena, Lustorgan. Solamente que me alegro (aunque tristemente) de leerte de nuevo.
Te dejo a Vallejo: creo que él describe algunas cosas mejor que nadie.
«Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!»
Muchos ánimos!