por Xinax
El teléfono sonó a las once de la mañana. Era domingo, hacía un día espectacular para ser diciembre. La tranquilidad llegaba a su fin, era lo que tenía estar de guardia de asistencia a detenidos en Barcelona y , además, en fechas navideñas.
-Diga?
-La Sra. Xinax?
-Si, soy yo..
-Hola, llamo del turno de oficio, tiene una detenida en la comisaría de Via Laietana, la esperan a las 12.
-A ver, un momento, que voy a por un boli y me das los datos….
– ….
-Ya, dime…
-Se llama L.M, y está detenida por robo con fuerza e intimidación.
-Que ideal, para ser domingo. En fin, voy para allá. Gracias.
Su hermano, que pasaba a su lado, abrazado a su recién estrenado casco integral para su novísima moto mega gorda, le dijo: – Tienes que salir? Tienes que salir? Te llevo? Te llevo?….Ella debió ser más inteligente, y negarse. Esa evidente ansiedad en sus preguntas era indicio indiscutible de que, probablemente a los dos nanosegundos de estar sobre la moto, iba a arrepentirse de no haber llamado a un taxi.
Debidamente casquificada, y abrigada como el muñeco michelin, se subió en la moto. Y el kamikaze se lanzó a correr a mil por hora por la ronda del litoral, como si estuviera huyendo de una explosión nuclear. Ella pensó en darle un “cascazo” (sustituir por el más ortodoxo : cabezazo), pero luego pensó que si se provocaba un derrame cerebral era más probable que terminase volando, así que siguió, más que agarrada al asidero soldada a él.
Cuando llegaron a la puerta de la comisaría, su hermano le dijo:» te espero, te espero, y te llevo de nuevo a casa?». Y sólo le faltaba el ladrido, parecía un chucho a punto de salir a recoger el palito del juego. Ahí ella estuvo hábil. No, no sabía cuanto iba a tardar, que se fuera él y si acaso ya le llamaría, y así hacía más viajes. Y se fue el chavalote, más feliz que una perdiz.
Subió las escaleras, después del control, y tras preguntar a qué planta tenía que ir.
-Buenas, soy Xinax, tengo una detenida…
-Si, me dice el nombre…
-Sra. L.M,
-Ahmmmmmmm, si… vaya, vaya le ha tocado a usted… un momento, que voy a avisar al compañero, enseguida le traemos a la detenida…
Ella seguía sin estar muy despejada, esa forma de mirarla y ese “le ha tocado a usted” eran unas buenas pistas, pero sus neuronas seguían tiritando aferradas a las paredes de su cráneo después del viajecito en moto, así que lo dejó estar y se fue hacia un banco, sacando el paquete de tabaco, encendió un cigarrito dispuesta a esperar, que eso si era lo habitual.
A los cinco minutos llegaron tres policías: uno custodiaba a una señora de unos 80 años, a la que llevaba dulcemente del brazo, era una ancianita de aspecto tranquilo y bonachón, toda vestida de negro, delantal y zapatillas. Y los otros dos le precedían, buscando a alguien con mirada ansiosa. Se fijaron en ella, se aproximaron, saludando:
-Buenos días, es usted la abogada de la Sra. LM?
-si, cuando me la suben?
-Aquí la tiene -señalaban a la abuelita, y no dejaban de mirarla, esperando su reacción.
-Esta abuela?? Robo con fuerza? Intimidación?…vamos, hombre, no me toquen los cojones, que los santos inocentes es mañana….joderrrrrrrrrrr
Y no, no era una broma. Pero los polis se rieron de su cara y en su cara, durante el resto de la mañana y probablemente la del día siguiente que era un 28 de diciembre. Que casualidad.