Por: Sara
Recuerdo mi primera vez. Fue en Bilbao, y había mucha gente. Yo estaba muy ilusionada por la novedad, todo era en grandes dimensiones y me pareció un rito especial. No recuerdo mi edad exactamente, tendría unos 6 ó 7 años.
¡Parad, parad! A ver lo que estáis pensando que os veo venir. Por supuesto estoy hablando de la primera vez que fui al cine. Y lo que vi fue ‘Aladdin’. Por aquella época aún acostumbraban a hacer un intermedio de unos 10 minutos a mitad de la película para que saliéramos a por palomitas y las salas se llenaban en todas las sesiones.
El hecho de no tener un cine cerca hacía que las pocas veces que acudía fueran especiales. Luego llegaron las manitas en la oscuridad con el amor de la adolescencia ante un pastelón de película. Cuando tuve el cine cerca empecé a ir con la frecuencia que mi economía y ánimo lo permitía, sobre todo el día del espectador. En Lisboa descubrí la ‘cinemateca’, salas de cine en las que por 2 euros podías ver películas que ya no estaban en cartelera.
Hasta que el ADSL se impuso en nuestras vidas y el precio de una entrada de cine se puso por las nubes. Sentada en mi sillón o tirada cómodamente en el sofá puedo ver las últimas películas antes de que se estrenen, sin que nadie me moleste con toses, estornudos, ronquidos y ruidos varios. Sin que se me ponga alguien alto y cabezón delante que me tape la mitad de la pantalla, sin tener que aguantarme para ir al baño a que ponga ‘THE END’, gratis, y en el idioma que más me guste.
Yo me quedo con mi ordenador, y tú, ¿qué prefieres? ¿Sala o salón?
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Archivado bajo Q - Sara - Activo
Etiquetado con cine