Archivo diario: 18 noviembre 2009

La Soledad Comienza

La Soledad Comienza

Cerrando los ojos se apaga el universo,
pequeño telón para escenario tan inmenso,
¿te falta algo, te sientes solo? No importa,
pues un corazón grande, se llena con poco

La noche ya llegó, la soledad comienza
tus ojos se cierran, la soledad comienza

Cerrando los ojos se apaga el universo,
pequeño telón para escenario tan inmenso,
¿te falta algo, te sientes solo? No importa,
pues un corazón grande, se llena con poco

No estás solo si hablas con la almohada,
sufrir es el modo de estar activo sin hacer nada,
emborracharse no sustituye la falta de compañía,
pues de soledad te llenas conforme la botella se vacía.
da igual cervezas que cubatas
beber alcohol no es malo peor es el agua que si no la bebes te mata,
deje de contar ovejas para poder dormir
y cuento los defectos que me quiero corregir
no me fío, todo es mentira
¿por que fiarse del reloj si cada vez que lo miras señala una cosa distinta?
me carga y amarga la agonía
palabra muy corta que a veces sentimos tan larga,
intimidad necesitamos todos,
el sol pone nubes a modo de cortina porque quiere estar solo.
Millones de personas en la Tierra y todavía
hay quien pasea aislado por calles en pleno día.
Adán tal vez fue negro, Eva tal vez blanca, ¡Sí!
lo digo por el color del futuro, lo vemos gris,
en cárceles anímicas vivimos los hombres,
conócete a ti mismo es decir palpa tus barrotes.
Escucha, te puede interesar
no es que los Mc´s mientan es que ahora los mentirosos quieren rapear,
la amistad a veces nos la niegan,
existen agendas minúsculas para gente con pocos colegas,
con la familia terminaras por romper
y es que se deja a una madre para hacer madre a otra mujer,
me da mucha pena,
la voz del enemigo nos acusa, el silencio del amigo nos condena.

SI oyes las notas de la música, está en DO, puede que en RE,
no la busques en FA, por que está MI alma,
ya que la música es la compañera que yo mismo elegí,
por ser sencillo por fuera y complicado por dentro,
ex novias todas cortaron conmigo, solo me encuentro,
no funcionéis como un aeropuerto, ¡Que va!
que tu vida no dependa de si alguien llega o se va.
La única soledad que acepto sigue gustándome,
es morena, 1.70 y le llaman “La Sole”,
pero tener pareja no me fascina,
el primer beso es mágico, el segundo íntimo, el tercero rutina.
Todavía duelen los romances que ya son historia,
ningún amor muere, sólo cambia de lugar en la memoria,
económicamente la cosa va mejor,
pero no se paga con dinero las deudas del corazón, tía,
hice viajes a la luna sin tener naves,
di pasos de astronauta por cada uno de tus lunares,
el perfume en las sábanas delataba tu presencia,
hoy en la cama, sólo se huele a ausencia.
En serio, sacar al perro es la excusa del hombre solitario para dar un paseo,
sin quererlo cultivamos la soledad como a una planta,
encerrarte en casa es darle calor y llorar es regarla,
borra todas mis canciones que tengas,
el disco duro de tu ordenador
no entiende los versos de este poeta,
esta letra, nació de una cicatriz,
allí donde mi herida se junta con la vuestra.

La noche ya llegó, la soledad comienza
tus ojos se cierran, la soledad comienza
La noche ya llegó, la soledad comienza
tus ojos se cierran, la soledad comienza

Cerrando los ojos se apaga el universo,
pequeño telón para escenario tan inmenso,
¿te falta algo, te sientes solo? No importa,
pues un corazón grande, se llena con poco.

Oh! ¿Te sientes solo? Mejor Rap Solo que mal acompañado, R. A. P, Oh!

Xhelazz


SANDRA


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Elviras

El tema semanal no me inspira, lo reconozco. Si paso revista a mis primeros besos resulta una crónica bastante mediocre. O nostálgica, por todos aquellos primeros besos que no llegaron a ser.

Quizá el que menos impacto tuvo en mi vida fue el primero. El primero de todos. El que me dio mi madre al nacer… si no hubiese sido por el comentario de mi padre: “Puaaagg, que asco, ¿no? Y que feo…” Evidentemente esto me lo han contado pues afortunadamente no guardo recuerdos de ese momento. Pero encima lo relatan como si fuera una cosa graciosa…

Los siguientes catorce años, más o menos, los pasé pensando que la gente era realmente asquerosa. Besarse, bocas, babas… y con lo escrupuloso que era yo. Los miraba extrañado; a mis primos, por la calle, en el cine. De verdad que no había quien los entendiera. Y encima parecía que les gustaba. Así iba el mundo…

Pero algo tendrá el agua cuando la bendicen y supongo que fue la consabida revolución hormonal lo que me hizo comenzar a plantearme que, a lo mejor, aquello no era tan negativo después de todo. Iba a tener que probarlo para ver de qué iba. Y me pasé los siguientes cuatro años intentando, con ahínco,  encontrar una voluntaria que, conmigo como conejillo de indias, me ayudara a profundizar en la investigación. Al parecer el auge del voluntariado no había llegado aún y no la hallé. A seguir esperando.

Fue a la avanzada y vergonzante edad de dieciocho años, en aquel entonces aún menor de edad, cuando los hados me fueron propicios, a su manera, y por fin pude experimentar las sensaciones tanto tiempo buscadas. Quiso el azar, Cupido, o alguno de esos hados cabronazos escondidos por ahí, que conociera a una compañera de estudios de nombre Elvira. Simpática, guapa, experimentada y tres años mayor que yo, se dispuso a introducirme en los deliciosos mundos del erotismo. Al fin había llegado el día. Y sí, estamos hablando de un beso, de un simple beso. El resto, lo que en algunos casos y en algunas parejas, puede ir a continuación, para mi entraba de lleno en el mundo de la ciencia ficción.

Pero se me va el hilo. Decía que, al fin, había llegado el día.  Advertí a la tal Elvira que mi experiencia no era algo digno de tener en cuenta (vamos, el cine y la TV), por si tenía a bien impartirme unas breves explicaciones teóricas antes de llegar a la práctica. Evidentemente no estaba por la labor (desde aquel día, comprendí que la teoría del examen es mejor llevarla aprendida antes de que este tenga lugar… y me da mejores resultados). Como al parecer mis ganas de salir de la ignorancia no estaban acordes con mi, digamos, valor, la chica no tuvo más remedio que echarse “p’adelante” y tomar la iniciativa. ¿Sabéis lo que significa no tener ni idea? ¿Sabéis lo que significa ser un patoso? Pues entonces os podéis hacer una perfecta idea de mi actuación. Y no lo entiendo, caray. Se trataba de un beso, no de demostrar la teoría de la relatividad, pero cuanto más interesado estás en una cosa, en que salga bien, más posibilidades tienes de cagarla. Y la cagué. Demasiada vehemencia por parte de ella, una total falta de cooperación y coordinación por mi parte, arrojaron un balance penoso para mí.

Ella salió del lance, afortunadamente, indemne (lo cual creo que me evitó bastante pitorreo posterior) pero yo acabé con un mordisco en la lengua, un entrechocar realmente desagradable de dientes y el labio inferior partido y sangrando por dos sitios. Os juro que yo no sé si es que fui un desastre redomado, o es que ella era la mujer pantera, pero aquello estuvo más cerca de una batalla que de una relación romántica. Había salido yo mejor parado y con menos señales, de algunas peleas. Y por si no lo habéis adivinado, toda la prometedora relación con Elvira acabó justo en el momento de separar nuestras bocas. Además, la orquesta que debía tocar, como en las películas, la banda sonora y elevar el volumen de la música en ese momento, no acudió a la cita y era… no sé, como si faltara algo. También puede tener que ver en la traumática experiencia el hecho de que en esa época no me había operado aún del tabique nasal, no podía respirar por la nariz y casi me ahogo. En fin…

Por supuesto os podéis imaginar que la segunda vez, con voluntaria distinta y tiempo después, comenzara con cierta prevención. Y no, no llevé el botiquín,  ni le pedí el certificado de vacunación contra la rabia, malpensados. Con la práctica fui aprendiendo, para salir del paso nada más, y conseguí que dejara de ser una experiencia traumática; pero, con esos principios, realmente tampoco llegó a ser mi deporte favorito. Aunque esa chica alguna huella me dejó, aparte del labio partido: Las dos siguientes también se llamaron Elvira. ¿Extraño, no?

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