Archivo diario: 17 noviembre 2009

Como el primer beso.

¿Nos estamos besando? Por fin. Estoy tan emocionada que se me van a salir las mariposas por la boca. Estaría gracioso, una boca llena de mariposas. No, qué asco,  ¡puagh!  Porqué además son como peludas.¡Fuera,  fuera!  echa de tu mente las mariposas,  que jodiendo los momentos no tienes precio. Calla y disfruta.  

Joder,  parezco nueva. Ni que fuera la primera vez que me besan. Se me ha olvidado todo. Ah claro, tengo que abrir la boca, pero si la abro mucho y él también, se hará el vacío. Madre mía, hay que fastidiarse que mi vena científica salga ahora, toda la vida adormecida y ahora en el peor momento me viene a la mente.  Creo que no se hará el vacío,  para eso tendría que ser que no entrara nada de aire. Bueno, da igual.

 Si la abro poco y él también,  parecemos peces. No, no, ese pensamiento tampoco,  que te entra la risa y es peor. Mejor entreabierta. Vale, así mejor. ¿Habrá que girar la cabeza como en las pelis? ¿ Hacia qué lado? Y él sabrá qué quiero girarla o me partiré el cuello. Lo haré poco a poco, menos mal que tengo poca nariz.

¿ Cómo lo hará la gente con mucha nariz? No es el momento de preocuparse de los narizotas.

 ¿Qué es eso? ¿Su lengua?  Bueno., pues ahí va la mía., choquemos lenguas. Mmmmm…no está mal. ¿ y si pruebo a cerrar un poco más los labios? A lo mejor cree que quiero terminar, que no, que no es que quiera, pero en algún momento habrá que terminar, ¿ no? Porque además, está muy bien que sea tan alto y tan fuerte,  pero me va a dar tortícolis y él se va a partir el cuello. ¿Qué hago con los brazos? Si los quito de su cintura y se los paso por el cuello pareceré su llavero o que lleva colgando a la Virgen del Pilar, mejor los dejo donde están, que parece que por ahora no se me han agarrotado. Eso sí, cómo me siga estrujando me parte la espalda.

 A ver si dejo de pensar ya, que no se me ocurren más que chorradas,  y disfruto. Con la de tiempo que llevamos esperando.

 Cómo me vuelva a coger la cara entre sus manazas y me mire..me derrito.

 ..mmm…Puff…¿llevo la ropa interior conjuntada?

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El primer beso

—Entonces, ¿qué dices?
A Laurita le pareció ver una gota de nervioso sudor desplazarse por la sien de aquel chico, y eso casi la hace reír, pero intentó controlarse. De hecho, toda la situación la tenía tentada, pero no porque fuera graciosa en absoluto: contrario a su acompañante, el reflejo de la chica cuando estaba nerviosa era echarse a reír de la forma más estúpida e infantil posible. Pero no ahora; tenía que moderarse. ¡Dios! Esto era un momento serio.
— ¿Laura? ¿No vas a decir nada?
Ella sacudió un poco la cabeza, sin saber a ciencia cierta qué decir. Sus manos no se dignaban a quedarse quietas: paseaban por su cuerpo, pasando de alisarse la camisa a arrugarse la pollera, y luego de enrular sus cabellos a arañarse el cuello suavemente.
—Eh…no sé. Está bien, supongo…Sí…
— ¿Hablas en serio?
Los ojos del joven se iluminaron, destellando algo parecido a esperanza o amor o tentación. Laura titubeó, pero finalmente asintió un poco más segura. Aquello no estaba mal, ¿no? Él se veía bien, se vestía bien, era divertido, la hacía reír… ¿Sería el indicado? ¿Había, tras la ardua y dolorosa búsqueda, finalmente encontrado al hombre junto al que pasaría el resto de sus días?
«Dios, Laura, debes dejar de mirar novelas»
— ¿Laurita?
La chica salió de su ensimismamiento, para descubrir que el chico sudoroso todavía estaba allí, mirándola, ahora con un gesto distinto, que nunca había visto antes. Disimuladamente, dio un pequeño paso atrás.
«¿Y ahora, qué?»
Él se acercó unos centímetros y le tomó una mano. Al mínimo contacto, una nube de mariposas pareció bajar (nada graciosamente) desde el centro de la garganta, a increíble velocidad, hasta posarse cerca de la ingle de la chica, para quedarse allí, revoloteando molestamente. Este recién estrenado cosquilleo la desconcertó y desconcentró, y su mente se quedó en blanco por unos segundos: suficientes para que él tomara la iniciativa.
Acercó su boca a la de ella y la besó.
Laurita frunció sus labios, confundida.

Así que, ¿eso era? ¿Por eso tanto alboroto, tanto drama?
No se sintió flotar, como describían en todas aquellas películas…No sintió el mundo girar a su alrededor y las cosas desaparecer en un torbellino de luz y color; no sintió que las nubes la acariciaran y que el sol le quemara las mejillas y que los labios de él se fundieran con los suyos, como había leído en todos aquellos libros…
De hecho, no sintió nada. Incluso el horrible cosquilleo cerca de su ingle se apagó. Porque aquello era… ¡asqueroso! La lengua del chico se movía de forma espeluznante, repugnante; su aliento era pegajoso y fuerte; su saliva, seca… Duró apenas unos segundos, pero fueron suficientes para dejarla con la sensación más extraña e inesperada de toda su vida. Cero magia, cero emoción: solo dos bocas que se encontraban como por accidente y que no encajaban juntas.
Aquel incómodo y torpe beso fue tan decepcionante que Laurita decidió que no estaba lista para tener novio todavía. Y descubrió –o más bien, el descubrimiento la golpeó en la cabeza- que la vida real no tiene nada de parecido con las películas. Un verdadero desengaño.
¡El mito del “mágico primer beso” era un fraude!

DANIELA

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