Archivo diario: 10 noviembre 2009

Un día en mi vida

Un día en mi vida, debo decir, es como uno de cualquier otra persona. En él puedo ver, mientras el sol se come las horas, cómo la rutina se salpica de cosas paranormales y maravillosas; puedo ver, mientras las estrellas van saliendo de a una y la luna va ganando terreno, cómo lo común se entremezcla con lo extraño, hilvanando lenta y descuidadamente el mestizo tejido del tiempo. Mi vida no es como la de los extravagantes personajes de esas series de aventuras, en donde cada día implica una actividad completamente nueva, desconocida y desafiante…Tampoco como los de esos personajes dramáticos que viven inmersos y ahogados en su propio océano gris de rutina. En mis días, como en los de todos, la rutina y lo espléndido conviven, como conviven el aire infinito y los gorriones recién nacidos, las estrellas y las luciérnagas, un suave silbido y el silencio sepulcral de una montaña rocosa y nevada.

Pero lo curioso es que en mi caso, son los gorriones, las luciérnagas y los silbidos suaves lo que hacen verdaderamente maravillosas mis horas de vida. Encuentro más increíble pasar la tarde del martes escapada de todo, tomando sol en el parque de la ciudad con mis amigas, lejos del ruido de los autos, cerca de las risas y los gorriones y los silbidos –y más tarde, las luciérnagas-, que haber sido ofrecida, tan sólo unas horas antes, una beca para estudios en una universidad privada.

—No puedo creer que dijeras que no así nomás, como si eso pasara todos los días.

—No es tan maravilloso. Ni siquiera sé qué es lo que quiero hacer. ¿Qué punto tiene?

—Pero una beca es una beca.

Me pasan el mate, y yo admiro fascinada la textura de las hierbas, la espuma medio amarilla del agua hirviendo que hace que algo cruja en el fondo; el resplandor de la bombilla de metal que provoca el sol me enceguezca por unos instantes, casi como si fuera una luz divina que traspasa los ojos y baja con facilidad hasta el centro.

—Esa universidad no me interesa, no tiene nada de lo que quiero. Son sólo carreritas cortas que te sirven para salir a laburar de secretaria o asistente de algún contador o en alguna empresa, cosas así—intento explicar, distraída, todavía sin sacar la vista de la infusión.

—Dale, no le converses al mate que yo también quiero.

—Che, pero en serio, ¿no te parece que dejaste ir una oportunidad así, como agua entre los dedos?

Me encojo de hombros.

—No es mi oportunidad, no sería justo quitársela a alguien que sí le interese sólo “por las dudas”, ¿no?

—Supongo—se rindió mi amiga. —Dale, bo, ¡el mate!

Bebo el mate y se lo entrego. Lejos, por entre algún camino arbolado, alguien silba bajito, y yo sonrío.

DANIELA

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Decisiones diarias

– ¡¡ Qué sea la última vez que decides sin mí! ¡Estoy harto de que decidas y yo sea el último en enterarme!

– No te pongas así, me han llamado para quedar a cenar y al cine y me pareció buen plan y dije que sí. No creo que sea para ponerse hecho una furia.

– Es que hoy es el cine, mañana el zoo o lo que sea y yo no decido nada.

– Me parece que te estás yendo de madre, no es para ponerse así. No lo he hecho con mala intención

– Es que yo tengo que decidir también, es mi casa y mi vida.

– ¿Quieres decidir?…pues vale.

Al día siguiente a las 8 de la mañana. Él se dispone a salir por la puerta, ella acude a la puerta:

– Adios – dice él-.

– Antes de que te vayas, ¿qué le pongo a la pequeña? Porque el chandal de la guarde está sucio, asi que hay que decidir que le ponemos ¿vestido o pantalón?

Él se gira extrañado,  ya en el ascensor, la mira y dice: pantalón.

– ¿Pantalón? vale… ¿rojo de peto o vaqueros azules?

– Azules- dice él sin pensárselo mucho-.

– Vale..que tengas un buen día.

9 de la mañana. Ella conduce al trabajo, le da al manos libres.

– Hola

– Hola cariño.

– ¿Pasa algo?

– No, no pasa nada. Llamaba para que decidamos qué le digo a la chica que prepare de comer hoy.

– ¿De comer? Pues…pasta.

– ¿Con tomate o con besamel?

– Con tomate.

– Vale, que tengas un buen día.

 11 de la mañana. Ella en medio minuto que tiene en el curro, le llama. Él cuelga. Ella vuelve a llamarle. Él cuelga. Ella insiste.

– Hola, ¿Qué pasa?

– Hola cariño. No pasa nada. Llamaba porque me han llamado del colegio para una entrevista. Y hay que decidir si vamos o no.  

– Es que estoy trabajando.

– Ya, yo también, pero es que hay que decidirlo ahora. Aparca un par de neuronas de tu trabajo de la nasa y dedicalo a la decisión.

– Pues sí, di qué sí a la reunión.

– Pero… ¿vas a ir tú?  ¿o voy a ir yo? Eso también hay que decidirlo, te lo digo para que lo vayas pensando

5 de la tarde.

– Hola.

– Hola, ¿ que has decidido que merienden las niñas?

– Estoy reunido..

– Ya, yo también..pero es que hay que decidirlo. ¿o quieres que decida la chica?

– Pues que les de yogur.

– Vale.

7 de la tarde. Ella ha salido del curro y está en la compra.

Esta vez él tarda en cogerlo…pero sabe que no tiene escapatoria.

– ¿Si?

– Hola, que estoy en la compra y claro esto es un sinvivir de decisiones. ¿Compramos un paquete de 16 rollos de papel higiénico o uno de 32? ¿Compramos berenjenas o calabacines? ¿Pollo en trozos o entero? ¿Yogures enteros o desnatados? ¿Cerveza mahou o estrella damn?

– … ¿Esto es en serio?

– ¿En serio? ¿El qué? ¿ A que te refieres? Estamos haciendo la compra, no quiero que haya malentendidos. Y por cierto, hay que decidir qué cenan las niñas.

– ¿¿LAS NIÑAS?? pues… pasta y yogur.

– ¿Pasta y yogur?  Igual que en la comida. Qué práctico y nutritivo, pero por mi que no quede.

 Mil llamadas más…

– ¿Cariño…

–  ¿Oye qué…

 – ¿Que te parece…

 – ¿Vamos a…

 Él cuelga sabiendo que ha caído en su propia trampa.

Lo que no sabe es que ella aguantará dos semanas enseñándole como es un día en su vida.

 Haber elegido muerte.

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