Archivo diario: 30 octubre 2009

La magia del sexo

Hoy cedo mi turno a Carmela Díaz, amiga de una amiga mía que ha escrito un texto delicioso y que me honra compartir:

«Escribiendo de sexo con el corazón»

Desconozco el momento exacto de la Historia – puedo intuirlo, como todos, pero no estaba allí para corroborarlo – en que algunos iluminados intentaron convertir en tabú el sexo, en algo prohibido y pecaminoso. Si hasta la Biblia en el Cantar de los Cantares proclama: “El amor divino se consigue a partir del amor carnal”.

Compadezco a los que en pleno siglo XXI autocensuran su cuerpo y tienen dudas respecto a la naturalidad y necesidad de disfrutar de una sexualidad plena. No concibo el sexo como obligación o rutina, sino como deseo ilimitado, admiración infinita, pasión arrolladora, química inexplicable, atracción de alto voltaje y enorme complicidad, dejando fluir el lenguaje de la piel y la expresividad del erotismo. Historias de tremenda entrega, intensidad hiriente, frenesí, risas continuas, cariño sincero, locuras, noches en vela, encuentros desenfrenados, devoción, admiración mutua, recuerdos inolvidables, besos hipnóticos…

Hartarse de hacer el amor con caricias delicadas, miradas pícaras, profundas, seductoras, mezcla de ternura y deseo a partes iguales. Reposar agotados con las bocas pegadas de tanto besarse, cara con cara. Abrazos irresistibles que te inmovilizan pero no te asfixian, te protegen. Piernas entrelazadas para dormir más enredados.

Buscarse en mitad de la noche para disfrutar la agradable sensación de que el cielo espera otra vez con el mismo arte, esmero y entrega hasta el amanecer. Convertir el silencio en la mejor de las palabras, la más bella e intensa.

Disfrutar de emociones grabadas a fuego sobre la piel con una pasión desbordante por más años que transcurren – el deseo puro no entiende de plazos – Desatender la razón y no alcanzar a establecer un mínimo grado de coherencia en la intimidad. Sentir millones de deliciosas mariposas dando pataditas puñeteras en la boca del estómago ante la anatomía que nos hace perder la cabeza.

Son momentos únicos que te hacen ganar confianza, crecer como mujer, que descubren facetas de tu personalidad que habían estado aletargadas, experiencias vitales que desconocías que existían, que te permiten coleccionar recuerdos inmensos para siempre. Sentirte auténtica, espontánea, libre en cada momento compartido. Desnudar el espíritu, ser capaz de mostrar sin pudor todas tus caras: la que te da vergüenza, la que pensabas que quedaría oculta, la más salvaje, sensual, atrevida, caliente, morbosa, pero también la más cariñosa, desinteresada, generosa, sumisa, tierna. No hay que convertir en costumbre al amante que nos regala plenitud, debemos cuidarle como el mejor de los privilegios. Por encima de dudas, habladurías, hipocresía y doble moral, derrochemos valentía y coraje para disfrutar de la verdadera esencia de la vida y de uno mismo.

¿Aún alguien se atreve a insinuar que estas fascinantes sensaciones son malignas?
Desgraciadamente por motivos sociales, culturales, religiosos o educacionales todavía hay millones de mujeres que conviven con una sexualidad vetada, con un cuerpo negado a su completo conocimiento y disfrute.

PD. Dedicado a quien pulió el diamante, domó a la fierecilla, transformó a Cenicienta en princesa y convirtió fantasías en realidad.

Aquí el artículo original

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Perdiendo la inocencia…

Sentadas en una esquina del patio del colegio, dos niñas charlaban concentradas, sin ser conscientes del bullicio que las rodeaba. Sus rostros reflejaban auténtica seriedad y preocupación.

-¿Estás segura? -le preguntó María a Laura.

-Sí, me lo dijo Víctor y él no suele mentir.

María se quedó mirando pensativa al frente, viendo sin ver como los demás niños jugaban a su alrededor.

-Vamos a tener que comprobarlo… -dijo María tras el momento de meditación sobre la revelación que le había hecho su amiga.

-Sí… -la voz de Laura reflejaba tristeza. Ambas se sentían tristes ante la idea de comprobar que lo que había dichoVíctor pudiese ser cierto.

*  *  *

Ese mediodía, mientras comía, María observaba con atención a sus padres. Confiaba en ellos. Los quería. Sabía que la querían. Le resultaba imposible creer que pudiesen estar mintiéndole. Se preguntaba a si misma cómo haría para descubrir la verdad… Bueno, sabía lo que tenía que hacer, pero no sabía cómo encontrar el momento para hacerlo sin que ellos la pillasen. Tendría que tener paciencia, y eso era algo realmente difícil.

Después de la comida su padre se marchó a trabajar y su madre se puso a limpiar la cocina. Pensó que aquel podía ser un buen momento… pero le daba miedo. Pasó repetidamente por delante de la puerta de la habitación de sus padres sin atreverse a entrar. Miraba al interior de aquella habitación como si fuese un santuario que su presencia profanaría. Siempre le había parecido una habitación llena de secretos por descubrir, y ahora todavía se lo parecía más.

Cuando acabó de limpiar la cocina, su madre se tumbó en el sofá y María se quedó pendiente, con el corazón en vilo, esperando a que se quedase dormida. Estaba muy nerviosa.

En el momento que se sintió segura del dormir de su madre, se levantó con sigilio y se dirigió a la habitación. Entró sintiendo que aquella habitación la imponía más que nunca y se preguntó por dónde empezar. Estaba claro que había lugares en los que no podría investigar pues quedaban fuera de su alcance.

Primero miró debajo de la cama… sin resultados, lo cual en cierta manera le hizo sentir alivio. Después se volvió hacia el armario y se quedó mirándolo con seriedad. Miró hacia la puerta escuchando con atención antes de abrir con cuidado las puertas del armario. Se puso de puntillas y estiró al máximo su cuerpo para intentar espiar en la parte más alta del armario. No vió nada sospechoso. En los estantes tampoco. Se agachó para investigar por el suelo del armario… y entonces su corazón dió un vuelco. Apenas había sido un destello, pero estaba segura de haber visto algo. Apartó con cuidado lo que estaba por delante, intentado no hacer ruido alguno, y entonces lo vió. Su corazón ya no podía latir más rápido. Era un paquete de regalo envuelto en un papel rojo lleno de estrellas plateadas. No conocía su contenido, pero en aquel momento para ella aquel regalo contenía el posible final de una gran ilusión. Con celeridad lo volvió a esconder y se retiró a su habitación para reflexionar sobre su descubrimiento. Al final llegó a la conclusión de que lo mejor era esperar.

*  *  *

Había llegado el momento de la verdad. Esa noche le había costado y mucho quedarse dormida pero la mañana ya había llegado y el árbol de navidad esperaba. Se dirigió hacia él despacio, con la respiración contenida. Había muchos regalos, pero ella solo estaba pendiente de uno, aquel que no tardó en aparecer ante sus ojos. Se sentó en el suelo, mirando aquella prueba irrefuctable y se sintió triste. Se sintió profundamente estafada: los Reyes Magos no existían… La magia había desaparecido. Los ojos se le llenaron de lágrimas.

 

SONVAK

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When you wish upon a star…

La noche de las lágrimas de San Lorenzo o perseidas de este verano pasado escribí para mi blog esta pequeña entrada con la que quise dejar reflejada la magia que sentí al ver a mis dos hijos buscando magia en el cielo.

Hoy quiero compartirlo con vosotros porque aunque no lo haya escrito para esta ocasión refleja perfectamente qué es la magia para mí…Espero contagiaros de ella con esta canción y mis palabras…

El cielo se pobló de sueños y nosotros, tumbados en el suelo y agarrándonos de las manos lanzamos con la fuerza propulsora de nuestros nuestros corazones nuestros deseos a cazarlos.
 
Cazamos cinco y los dejamos volar luego de nuevo con nuestros deseos amarrados a ellos con cintas de colores a donde los sueños se cumplen..a donde todo es posible…a donde se hagan realidad…
 
Quizás algunos de sus sueños no lleguen a cumplirse nunca, pero cómo decírselo si el brillo de ilusión en sus ojos persiguiéndolos, buscando perseidas, era más fuerte que el de todas las estrellas del cielo juntas…
 
Anoche buscamos juntos magia en el cielo…yo la encontré…tumbada a mi lado.
 
εïз

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