Archivo diario: 28 octubre 2009

Mi magia

Mi magia

Con el transcurso del tiempo veo que no cambio, temporadas malas y temporadas malísimas, todo lo relaciono con los mismo, quizás me estoy volviendo algo egoísta, lo sé, pero estoy cabreada con la vida que me ha tocado vivir en teste mundo, infierno o como quieras llamarlo, se han llevado parte de mi y no consigo recuperar mi otra parte. Todas las mañanas intento levantarme y decir, – venga, hoy será mi día, pero no, ya no pienso en positivo, el día termina como siempre, ¡desastroso!

Sólo quiero estar sola y no quiero saber nada, ni de nada ni de nadie, ni andar dando explicaciones de porqué hago esto o lo otro o dejo de hacerlo, nadie lo entiende. Todo me aburre nada me divierte, me gusta tumbarme en mi cama y estar a solas con mis recuerdos, al final acabo llorando y me siento tan mal que acabo durmiéndome para poder soñar, pero no, ni eso puedo hacer, sólo tengo pesadillas, pesadillas que acaban como siempre.

Aún así, sigo adelante, porque pienso que algún día todo esto cambiará, aunque ya no me queden sentimientos y no me afecten las cosas que les pase a los demás, aunque haya perdido mi magia y sólo viva pendiente de lo mío, de intentar asimilarlo, hasta entonces no volveré a derramar ni una lágrima más. Porque en ese momento habré asimilado mi vida y no quiero asimilarla. No quiero vivir sin mi magia.

Sandra

 

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¿Existe la magia?

-Venga ya Gonzalo, la magia no existe.

– Que te digo que sí y que tú mismo la has experimentado muchas veces.

Los dos amigos charlaban animadamente mientras paseaban, sin prisa, sobre la alfombra de hojas caídas que el otoño había depositado en el Parque del Retiro. La cálida tarde otoñal, con los últimos rayos del sol iluminando aún el despejado cielo, invitaba a la calma, al sosiego, a disfrutar de buena compañía y de una animada conversación.

-Pero bueno, ¿es que tú, incrédulo, ateo, escéptico y crítico, vas a creer en magias y otras supercherías ahora?

– No, Cayetano, no me estoy refiriendo a los trucos de los ilusionistas ni a los timos de los videntes y demás gentuza.  Te estoy hablando de otro tipo de magia. De esa que, cuando sucede, te sobrecoge, te corta la respiración y notas un vacío en el estómago mientras se te pone la piel de gallina y el vello de punta.

-Eso es un susto, tío.

-Serás gilipollas… Vale, sí, de acuerdo, eso sucede también en un susto. Pero todos hemos vivido situaciones inesperadas en las que nos suceden esos síntomas cuando nos damos cuenta de que algo que pensábamos imposible,  o maravilloso, o especial, ha sucedido.

-Y eso un milagro, vamos.

– Joder, si es que no se puede hablar contigo. Milagros. Milagros es la chica que va a limpiar a casa de mi madre, coño. Te estoy hablando de momentos… de… Vamos a ver ¿Qué te sucedió cuando diste el primer beso a una chica? (si es que a ti ha tenido alguien el estómago de besarte alguna vez…)

-Imbécil.

-Sí, pero recuérdalo. Anda haz un esfuerzo. ¿O cuando llorabas porque el Madrid había ganado, después de tantos años, la séptima Copa de Europa?  ¿No llorabas, gritabas y saltabas? Acuérdate de que te vi.

– Sí, es verdad, lloraba, pero porque me acordaba de mi padre, que murió con las ganas de verle otra vez campeón, que desde el año 66 era mucho tiempo y ya creíamos que era imposible.

-¿Y no fue ese un momento mágico Cayetano?

– Hombre Gonzalo, fue muy especial y muy emotivo, pero mágico…

– Bien. Pues piensa en cuando tu mujer te dijo que estaba embarazada. De tu primer hijo. O cuando le viste por primera vez, le cogiste y agarró tu dedo con su manita.

-Bueno…

-Mira, para cada uno pueden ser distinto. Según nuestra forma de ser, creencias, experiencias anteriores, recuerdos, todo aquello que conforma nuestro yo actual, condiciona nuestra forma de sentir. Pero todos tenemos algún instante en que nos hemos quedado con la boca abierta y la sensación de elevarnos, casi de levitar, ante lo que sucedía. Unos pueden sentir la magia del amor, otros de la paternidad, de momentos de belleza sobrecogedora ante un espectáculo de la naturaleza, de instantes especiales por una conjunción de circunstancias excepcionales que quizás no se vuelvan a dar, o de vete a saber qué. Pero sientes, lo sientes en las tripas, que aquello es tan especial, tan nuevo o raro, tan hecho para ti, que notas como la magia lo envuelve como regalo para ti.

– Caray Gonzalo, pues sí que te vuelves tú poeta con esto del otoño. Vale, aceptamos pulpo… Suponiendo que eso que describes lo podamos llamar magia, sí, he tenido algunas experiencias de ese tipo. ¿Y tú? Habrás tenido también ¿no?…

– Sí tío, claro. Ya te digo que a todo el mundo le pasa alguna vez. Quizá lo describan de forma distinta, o lo llamen de manera diferente.

– Venga, no seas rollo y cuéntame la tuya.

– Ja, ja, ja, ja, ja. No Cayetano, hoy no. Eso queda para otro post.

-¡Será capullo el mamonazo…!

 

Por Aspective

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