Archivo diario: 20 octubre 2009

Ágora de Amenabar

Todo un reto es hacer una crítica destructiva de la peli Ágora sin que la gente piense que entré al cine después de haberme fumado media docena de porros. Nada más lejos de la realidad. Lo más cerca que estuve de la intoxicación fue por el olor asqueroso del bocadillo que se estaba comiendo la tía que estaba sentada a mi lado. Yo pensaba que la tendencia actual era ver las películas en casa como si estuvieras en un cine: en pantalla grande, a oscuras y con palomitas y no, es al revés, la gente paga una entrada para estar como en el salón de su casa: la pizza, la bebida, meterle mano a su mujer… etc. Estuve a punto de mirar a ver si se habían traído las zapatillas de estar en casa.
 
( Si quieres ir a ver la película sin saber de qué vaNO SIGAS LEYENDO)
 
A lo que iba, que me disperso, la película es un coñazo. Antes de spoilearla completamente, unas consideraciones previas:
 
– Amenabar ha descubierto el Google Earth y le ha molado cantidad, asi que estás viendo una charleta entre dos personajes y de repente, la cámara sube, sube, sube y estás viendo Alejandría desde el punto de vista de la MIR. La primera vez tiene gracia, la segunda dices «hombre mira…ahí esta el Canal de Suez», la tercera dices » uy, nubes en el Estrecho», y a partir de ahí, piensas, qué brasas con la vista aérea.
 
– La música. Amenabar compone su propia música…ohhhhh…que bien en Tesis, que tío más completo, el artista global, como mola, como ajusta la música a la tensión, etc. Lo malo es que se lo ha creído y como cree que a la gente le gusta, te pasas la peli atronado por la música grandilocuente. Es como cuando vas a casa de tu abuela en enero y hay potaje y dices » abuela es el mejor potaje de mi vida, es el mejor, podría comerlo siempre» y cada vez que vas hay potaje. Tu abuela lo hace con buena intención, pero en agosto, potaje no pega. Pues lo mismo.
 
– Movimiento circular de cámara y planos aéreos. Mareo. Tiene una explicación mística porque la idea de la perfección del círculo está todo el rato en la película, pero repetido hasta la extenuación te dan ganas de gritar: ¡para quieto con la cámara!
 
– Mi teoría: en Alejandría no habia mujeres,  sólo sale Hipatia en toda la película.  Sienceramente creo que los tíos se curran lo que se curran porque de alguna manera tenían que calmar sus ardores.
 
Hechas estas consideraciones, aqui va el destripe.
 
Hipatia es una lista muy lista que da clases en Alejandría a una panda de postpúberes ricachos entre los que hay cristianos y no cristianos. Tiene un esclavo, Davos, interpretado por un actor que se pasa las dos horas con cara de «no llego, no llego… ¿donde hay un baño?», que por lo visto está enamoradísimo de ella pero como está tan preocupado por lo del baño, entre los dos hay la misma tensión sexual que entre mi ficus y mi tronco de Brasil. En la clase de tontunos hay un tal Orestes que bebe los vientos por Hipatia. Esto queda claro porque el muy pavo hace el ridículo en el teatro de Alejandría tocando el flautín y declárandole su amor. Ella al día siguiente, en contestación a este alarde romántico, le entrega delante de la clase un pañuelo con ¡tachan!..¡ la sangre de su ciclo, para que vea que es imperfecta! No puedo dar una explicación más concienzuda de esto y juro que no me lo he inventado.
 
Mientras Hipatia está a sus cositas filosóficas y de planetas, los cristianos cada vez son más en la ciudad y entonces un día, los compañeros de Hipatia, todos filósofos doctos, decicen empuñar las armas y atacar a los judios. Lucha, sangre, gente corriendo, cámara en redondo, música atronando. Resultado, los cristianos son más y luchan mejor, acojonan a los otros que se encierran en la biblioteca. Al final el emperador dice a los paganos que se vayan  de la biblioteca y que los cristianos pueden entrar en ella. Los paganos culturetas e Hipatia, se apresuran a coger todos los libros  que pueden para evitar que los cristianos malísimos los detruyan. A todo esto Davos se ha hecho cristiano y llega a casa de Hipatia con una espada, la besuquea en plan «soy joven y estoy más salido que el pico de una mesa» y  ella, con cara de buena, le para y le libera. Él se pira y se une a una especie de secta de cristianos que se llaman «los parabolanos» ( no viene en wikipedia) y que para que os hagáis una idea van vestidos de negro y son una especie de cruce entre los guerreros de la Yihad Islámica y el emperador de la Guerra de la Galaxias.
 
Aqui ya llevaba yo media película acordándome de los Mont Phyton y su vida de Brian cuando, de repente, sacan unos letreros sobre otra panorámica de Google Earth que dice algo así como » paso muchísimo tiempo». Hipatia curiosamente sigue teniendo la misma pinta, pero los adolescentes de antes ahora son tíos hechos y derechos y Orestes, que era un completo cretino, es ahora cristiano y Prefecto de Alejandria ( una lástima que los carteles sobreimpresionados no explicaran el cambio de personaje). Los cristianos son muy malos y encabezados por Cirilo  pegan a los judios. Los judios se cabrean y pegan a los cristianos. Los cristianos les meten una paliza a los judios que no queda ni uno. Basicamente es media hora de gente zurrándose mientras tú te agarras a la butaca del mareo que tienes e intentas abstraerte de la música. Al final Cirilo que es muy malo quiere matar a Hipatia, que a todo esto sigue dando la brasa con el círculo, el sol y que curiosamente la noche antes de que se la carguen descubre que la tierra gira alrededor del sol, no en círculo, sino en elipse. Mecachis… con lo bien que le hubieran venido unos dias para publicar el descubrimiento.
 
Orestes intenta defender a Hipatia; llega Sinesio,  un exalumno que ahora es obispo, pero que es mejor que Cirilo ( va vestido de blanco para que te des cuenta de que aunque es cristiano ,es bueno y no como el malísimo de Cirilo que parece Bin Laden ) y convence a Orestes de que la religión es lo más. Mandan a los parabolanos a por Hipatia, la prenden y entonces llega Davos que se ha pasado toda la pelicula con cara de estreñido y decide que en vez de dejar que la lapiden viva ( Jehova, Jehova… claro homenaje a los Monty Phyton), los va a mandar a por piedras y él aprovechando el despiste, la asfixia y así sufrirá menos. Creo que es el momento culminante de la peli porque había muchísima música, flashbacks e Hipatia que en su último aliento mira arriba y ¿qué ve?… ¡una ventana con forma de elipse!
 
Creo que no estoy hecha para el conceptualismoy pensándolo bien lo que ha sido todo un reto, ha sido mantenerme despierta las 2 horas de suplicio.

por  molinos

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¡Salta!

De frente a un abismo, así me siento a veces. Quieta, sola. El sonido de un viento arruinado y caliente se confunde con el de mi respiración acompasada, trabajosa;  ese viento levanta tierra,  hace que me lloren los ojos, que se me seque la piel más rápido de lo que me gustaría.

Alrededor no hay nada más que tierra. Atrás, hay un colorido que deslumbra; hay verde y rojo a montones, hay brillantes azules y amarillos, también, de cuando en cuando, suaves tonos pasteles o apagadas sepias, y hasta sorprendentemente breves monocromáticos. Pero no puedo tocarlos: hay un vidrio, una ventana, que me separa de los viejos colores que me llenaban de vida y me inundaban de ganas y de lágrimas… Ahora, la tierra seca y el viento que la levanta me ponen nerviosa. Miro con nostalgia a la ventana y creo ver una pequeña rendija. Quizás podría abrirla. Pero al querer hacerlo, algo me detiene: no algo que viene de afuera, del viento o de los colores o de la tierra; no, más bien, algo que viene de muy adentro.

Me vuelvo hacia el abismo. Es todo un reto, decidirse a saltar. No hay arnés, ni cuerdas de seguridad, ni siquiera un mísero casco. No hay garantías de que al caer no me destrozaré la cara contra las rocas de una saliente, o  no terminaré ahogada en un torrentoso río, porque el fondo del abismo permanece oscuro, incierto, temible. Y un poco seductor.

Suspiro, resignada. Puedo saltar, o quedarme en esa espera infinita, entre el pasado y lo incierto, entre lo conocido y lo prometedor, mientras la tierra se me pega en la cara y me impide respirar cómodamente. Doy un paso adelante.

Aquella vieja canción de La Trampa se me viene a la mente, y comienzo a tararear bajito, para que el viento no me escuche:

“La mala suerte no es verdad

Caída libre

Y el peso de mi libertad

Sin decidirme…

Miré al vacío y me entregué

Busqué la gloria y no encontré

Cerré los ojos y temblé

Y en esa suerte me enterré”

Cierro los puños, buscando en vano un coraje inexistente (o muy bien escondido). Y me rindo.

Abro los brazos, como si quisiera volar. Prefiero el salto que esperar a decidirme.

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