Archivo diario: 15 octubre 2009

De rubias, negros y otras leyendas

Cuenta la leyenda, no por antigua menos cierta, que en algún paraje castellano habitaba una bella dama junto a su marido labrador. Ambos se dedicaban en cuerpo y alma a su tierra, en las cuales se dejaban las manos con el único fin de tener algo de comer cada día y cada noche. Su armonía era tal que no necesitaban nada más, se complementaban y querían plenamente hasta el punto de no relacionarse con nadie más, no era necesario, no era vital. Una única cosa les diferenciaba, su aspecto físico. Ella, melena rubia, ojos azules y piel clara. El, un ogro, grande y feo como el mismísimo diablo. Como les decía nada de eso les importaba. Un “buen” día cuando caminaba nuestra doncella dirección a su morada se encontró un caballero cortándole el paso. El apuesto caballero de piel negra, fornido y elegante, a lomos de un corcel blanco que impresionaría a cualquiera, no dudo en dirigirse a ella. Su melena rubia y ojos claros le habían nublado, hasta el punto de ofrecerle marchar con el hasta su castillo, donde le esperaba la riqueza mas grande que ella podía imaginar. Nuestra doncella dudo un instante pero echando la vista atrás pensó que era una oportunidad única y que su amado encontraría otra persona mas acorde a su belleza y además pensaría que ella habría muerto y así pues el daño al corazón seria menor que si se lo dijera ella misma. Y así fue.

 Con el paso de los años, muchos años, la cosa cambio. El apuesto caballero de piel oscura se arruino y tuvieron que vender el castillo con todo lo que en el había, nada les quedo para ellos, tan solo una pequeña porción de tierra. Cuentan que en esa época cierto campesino se había hecho rico con su trabajo y había comprado las tierras de su vecino y que poco después compro las tierras de su otro vecino y así hasta poseer todas las tierras de cultivo de la región castellana en cuestión. Dicen que llego un momento en que dicho campesino lindo sus tierras con las del arruinado caballero de piel morena y dicen que no les arrebato esas tierras, que se construyo un castillo alrededor de ellas y continuamente hacia fiestas en sus torres. Dicen que ese nuevo rico era algo así como un ogro, grande y feo como el mismísimo diablo, pero rico. De aquí podríamos deducir que las rubias son tontas y que al final los que no paran de follar son los negros, pero también podríamos concluir que una historia son solo palabras y que algo importante debe constar con el paso de los años para que se pueda hablar de leyenda, urbana, rural, etc..o simplemente leyenda.

Lino

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El hombre de la discoteca

Después de tantos años no estoy seguro de si existió o es producto de la imaginación de la gente. No que va!!!, qué digo!!!, claro que existió, si en realidad estoy seguro y me acuerdo perfectamente de él. Su nombre era Castillo, era un tipo muy especial. Era conocido en toda La Coruña y frecuentaba los lugares de moda. Tanto por la tarde como por las noches se dejaba ver en las discotecas más punteras, en los pubs de moda  e incluso en la calle de los vinos haciendo una activa vida social. Lo alucinante de Castillo es que era subnormal, y no lo digo como un insulto, sino como una enfermedad o una limitación psíquica. Sí, era retrasado mental. Y no hacía falta fijarse para darse cuenta. Su forma de vestir, su forma de actuar, su mirada, su rostro, todo indicaba que Castillo padecía un retraso mental. Pero por una vez, la sociedad estaba como apiñada tras un persona, tras un nombre, tras un problema. Cualquiera que lo veía en éste o aquel local lo saludaba con cariño, a lo que Castillo siempre respondía con una sonrisa y un monosílabo cualquiera. Incluso las chicas bailaban con él con todo respeto para divertirse, CON ÉL. Sólo de vez en cuando algún tipo con unas copas de más intentaba vacilarlo o putearle, o conseguir unas risas gratuitas y maliciosas a su costa. Y entonces era cuando sucedía el milagro. Todo el entorno, toda la gente que estaba alrededor de Castillo cambiaba el gesto, hombres y mujeres, se asociaban con cara de crispación e intervenían con dureza hacia el tipo malicioso, le paraban los pies y exigían que lo echasen del local. Castillo estaba completamente arropado, no era listo ni normal, pero había conseguido despertar el cariño y la admiración de toda una ciudad. Y eso lo convertía en algo especial, en algo que recuerdo con admiración y respeto, y sobre todo con mucho cariño. Gracias por esos años Castillo!!!!

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