Archivo diario: 13 octubre 2009

Leyendas urbanas

Las leyendas urbanas son un tema complejo, en especial porque nadie sabe de dónde salieron. Me pregunto, ¿a quién se le ocurrió inventar que un espíritu deprimido de mujer va todas las noches al borde del arroyo, cerca del molino, a llorar desconsoladamente? ¿De quién fue la astuta idea de decirles a los niños que, si se portan mal, viene el Viejo de la Bolsa y los lleva a quién sabe donde, a hacerles quién sabe que? ¿Fue, tal vez, un anciano decrépito y sádico el que comenzó a contar la historia del niño al que se le escapó el perro hacía las vías del tren, y cuando fue a buscarlo fue masacrado por uno que pasaba, y ahora su espíritu vaga por las vías, llamando aún a su perro, entre sollozos? ¿Es, acaso, un acuerdo tácito y unánime de toda la población, quizá con el objetivo de alejar a sus hijos de los desagües y las canaletas, hacer creer que en las alcantarillas nadan criaturas devora-hombres y monstruos verdes y asquerosos?

Me imagino un comité Crealeyendas que se reúne en asamblea una vez al año, lleno de viejitos sonrientes y burlones con muchas lecciones que enseñar y nadie que realmente los escuche. Sus discusiones abordan temas varios, como las instrucciones para lograr que las leyendas no se pierdan en el tiempo, las actualizaciones del manual casero de “Cómo contar y a quién”, o las invenciones de nuevas patrañas sin sentido que se fijen para siempre en el imaginario colectivo; todo esto, mientras se toman un tesito con sucaril y degustan galletas saladas, porque es lo único que su estómago debilucho puede pasar…

Lamentablemente, este comité es solo otro producto de mi exacerbada imaginación. Y de nuevo me pregunto: ¿de dónde sale una leyenda urbana? ¿Son basadas, acaso, en hechos reales pasados? Se me viene a la cabeza la historia del Viernes 13, por excelencia el día de la mala suerte, que en realidad es un simbolismo que recuerda un lejano viernes 13 de 1307 cuando se llevó a cabo una matanza y captura masiva de Templarios por parte del rey Felipe IV de Francia. Esta leyenda tiene fundamento, entonces. Pero, ¿lo tienen “La Llorona” y “El Viejo de la Bolsa”? Y, ¿tienen alguna relevancia en la vida de la ciudad? ¿Cambiaría el «folklore» y la cultura si estas estupideces no existieran?

Probablemente. El folklore y la cultura, después de todo, están repletos de estupideces. El hombre, ¡qué ser extraño!

DANIELA

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