La puerta se cerró a sus espaldas y los tres se miraron socarronamente y después contemplaron la habitación en la cual los habían encerrado.
No había mucho que contemplar. Simplemente una mesa redonda, y tres sillas. Sobre la mesa, colocado en el centro, un tablero ouija en el que se podían leer las distintas letras del abecedario, los números, y las palabras «sí» y «no». En el centro del tablero, un vaso de cristal boca abajo. A un lado de la mesa, papel y bolígrafo.
-Y ahora, ¿qué se supone que debemos hacer? -el que hablaba era un hombre jóven, moreno, tremendamente atractivo, y conocido por todos como «Codeblue».
-Pues, lo primero, sentarnos -Aspec hizo un gesto invitando a la mujer a ser la primera en tomar asiento. Era alto, guapo, y con un magnetismo que hacía que las mujeres cayeran rendidas a sus pies.
Con una sonrisa, Sonvak se encaminó hacia la silla que estaba a su derecha. La pobre chica no tenía ningún atractivo físico, con lo cual los hombres solían verla como un compañero más.
Ya sentados, los tres contemplaron el tablero y se miraron. Les faltaba poco para partirse de risa.
-A poner los dedos encima del vaso -Sonvak se rió- y después, uno de nosotros tendrá que preguntar «¿hay alguien ahí?»… o algo por el estilo, je.
-Claro qué hay alguien ahí!!!, justo detras de la puerta… unos cuantos… -los tres se rieron de aquella situación.
-Venga, que con lo vacía que está esta habitación, no podemos hacer mucho más -Aspec puso el dedo encima del vaso, a continuación, Codeblue y Sonvak lo imitaron. Aspec carraspeó, dispuesto a decir la frase… pero resultó imposible. Las carcajadas de los tres se oían al otro lado de la puerta.
-Vale… lo diré yo. -Volvieron a colocar los dedos encima del vaso. Sonvak respiró hondo para no volver a partirse de risa.- ¿alguna entidad desea comunicarse con nosotros? -los tres apretaban los labios intentando contener la hilaridad.
Esperaron unos segundos, mientras el que más y el que menos pensaba «¡¡menuda chorrada!!». Se comunicaban con la mirada, preguntándose «¿y ahora qué?». Sin embargo, no apartaron en ningún momento los dedos del vaso.
Aspec tomó el relevo:
-Si «alguna entidad» desea comunicarse con nosotros, que lo haga ya… que no tenemos todo el tiempo del mundo. -Sonvak y Codeblue contenieron la carcajada que subía por sus gargantas y… precisamente en ese momento… el vaso comenzó a moverse.
Intercambiaron miradas, preguntándose cúal de ellos lo estaba haciendo… pero no dijeron nada… al fin y al cabo, lo único que querían era acabar.
El vaso se detuvo sobre la palabra «sí».
-¿Quién eres? -preguntó Codeblue, con curiosidad por ver qué se inventaba el que estuviese moviendo el vaso.
El vaso se desplazó deteniéndose sobre la palabra «no».
-¿Significa que no quieres decir quién eres? -interrogó Sonvak.
La respuesta era afirmativa.
-¿Tienes algún mensaje para nosotros? -la voz de Aspec indicaba claramente que no se estaba creyendo nada de aquello.
El vaso, tras desplazarse a la palabra «sí», comenzó un lento recorrido por las letras del abecedario. Codeblue, por tener el papel y el bolígrafo a su lado, comenzó a apuntarlas.
Cuando el vaso se detuvo, Aspec y Sonvak miraron a Codeblue.
-¿Qué dice? -preguntó Sonvak.
Codeblue dió la vuelta a la nota, de forma que tanto Aspec como Sonvak pudiesen leerla. Garabateadas a toda prisa se leían tres palabras: «Sálvese quien pueda«.
SONVAK
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