Este es el peor día de mi vida.

Los nervios acababan con su paciencia, lo que estaba escuchando al otro lado del auricular era que Cristina no había llegado a su casa. Trató de explicarle que él no sabía, que sí, en realidad se miraron hasta ya pasadas las once pero que la dejó donde siempre la acompaña. No tuvo mucho resultado con su explicación porque los gritos aun se seguían oyendo, aturdido, tanto por los alaridos como por la situación optó por calmarse un poco, entonces se dirigió de nuevo al papá de Cristina quién estaba furico y le dijo que iría para su casa.

Sin avisar a su madre que saldría, tomó su bicicleta y pedaleó sin parar hasta llegar a la casa de su novia. Cansado, un poco agitado por la velocidad en la que había ido tocó a la puerta, mientras abrían, apoyó sus manos en las rodillas para poder agarrar un poco de aliento, respiró profundamente y en eso la puerta se abrió.  Don Roberto, que así se llamaba el papá de Cristina lo agarró del cuello y le gritó: -“Mas te vale que no le haya pasado nada a mi hija, porque tú serás el culpable, solo tú”- nervioso y sin decir nada José solo bajó la mirada.

-“Ahora, solo quiero que te quedes aquí  en la sala, esperando en el teléfono cualquier llamada que pudieran hacer sobre mi hija, no vayas a despertar a mi mujer, está muy enferma del corazón y cualquier impresión de esta naturaleza le puede provocar la muerte” – dijo el señor mientras se dirigía a la puerta y terminó: -“Voy a ver si puedo encontrarla, ya llamé a la policía, la andan buscando, regreso más tarde”.

Con el sonar de ese reloj tan inquietante que tenia en la pared de frente, José solo observaba el teléfono, deseando que nadie llamara, o que tal vez si hablara alguien fuera ella. Ojalá, era lo que más deseaba en esos momentos, la espera era una tortura, pensó que quizá aquello sería un sueño, algo que pasaría al amanecer.  Volteó hacia la pared, se fijó en la hora, ya casi eran las tres de la mañana, el tiempo pasaba lento, afuera se escuchaba solo algunos carros que pasaban por la calle. Si el hubiera salido en ese momento se habría dado cuenta de que hacia un viento muy frío, casi para calar los huesos. También se habría dado cuenta de que alguien se arrastraba por el callejón cerca de la casa. Pero no salió.

A las cuatro de la mañana, sonó el teléfono, nervioso, las manos casi no podían sostener el auricular, se lo llevó al oído y entonces dijo: -“¿H-hola? “– calló por un instante, al otro lado se escuchaban ciertos ruidos pero no se podía distinguir claramente de que eran.  Al fin, después de aquellos eternos segundos alguien habló : -“Hola, soy Roberto, solo llamo para preguntarte si sabes algo tu ahí”- José le respondió que aún no sabia nada, el señor se mostraba preocupado y ya no le hablaba en tono de violencia, José lo notó, pero no quiso decir nada. No sabia que decir. Solo se limitó a colgar cuando la conversación había terminado y el señor le indicó que siguiera al pendiente.

En la delegación de policía no pudieron hacer mucho, levantaron el reporte pero dijeron que no harían nada hasta pasadas las veinticuatro horas de desaparición, eso seria hasta la noche siguiente. Don Roberto  no se podía esperar, tenia que actuar. Así que se dirigió por si mismo a buscar en las zonas donde pudo haber estado. Llamó de nuevo como a las cinco a José para preguntarle exactamente hasta donde había acompañado a su hija. Ya con las indicaciones exactas emprendió una búsqueda por los alrededores de la zona donde vivía.  Caminó mucho, buscó entre todas las partes donde pudo haber estado, hasta que la encontró.

Los ojos se le cerraban pero aún así, hacia hasta lo imposible por no dormirse, tenia que estar ahí, la pendiente por si alguien más llamaba y le daba noticias sobre Cristina, esa niña tan hermosa, de la cual se había enamorado y que ahora estaba pérdida por ahí, quien sabe donde. Las seis de la mañana ya, era la hora que el reloj marcaba. Ese reloj que había hecho que se acostumbrara a su incesante tic tac, durante toda la madrugada.

Amanecía ya, el sol casi se asomaba, el resplandor que se miraba en el cielo era digno de admirarse, quizá en otra situación habría hasta tomado fotos, aunque nunca se despertaba tan temprano para poder admirar aquella obra de la naturaleza, pero en este caso tuvo que hacerlo, por algo que no estaba en él, o mas bien  si, podría ser el culpable de lo que estaba pasando. Los “hubiera” llegaron a su mente;  si hubiera tenido mas valor y la hubiera acompañado hasta su casa, si me hubiera dado cuenta de la hora nos hubiéramos venido mas  temprano, si hubiera hecho caso a lo que me había dicho el director. En fin, una gran cantidad de cosas lo empezaron a hacer sentir culpable, de todo lo que estaba pasando, las lagrimas empezaron a salirse de sus ojos mojando aquellas frías mejillas que habían pasado la noche en vela. Ese sentimiento de impotencia, se había tardado en llegar, tal vez porque ahora veía que el día ya empezaba y ella no estaba ahí, ni siquiera se sabia nada, por eso se sentía peor que nunca, “apenas inicia y este ha sido el peor de día de mi vida”

La desesperación creció en los últimos minutos de aquella larga hora, porque esperaba que amaneciera y ella ya estuviera con el, pero algo en su interior le decía que aquello no era tan posible de que pasara. Las cosas quizá estaban mas graves de lo que se imaginara. Pero aun así tenia una cierta esperanza de que solo estuviera bien, su corazón le quería decir que si, que todo estaba bien, que había sido tan solo un susto, pero su mente no quería asimilarlo tan así, los malos pensamientos venían e iban cada vez mas seguido, pensar mal en esas situaciones siempre hace que uno se imagine las peores cosas.

Lástima, en esta ocasión José no estaba equivocado.

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8 comentarios

Archivado bajo W - Cuauhtémoc

8 Respuestas a “Este es el peor día de mi vida.

  1. Un relato inquietante y más cuando sólo hace unos días que han encontrado a la chica gallega «muerta».

    Saludos,

    08Sandra

  2. A la orden de día. Qué desesperación produce la duda, el desconocimiento, el no saber… y cada día el mundo está más loco, y hay que andarse con mil ojos.
    Por cierto, tengo una duda: qué significa ‘furico’???
    Un besooo

  3. Me dejaste nerviosa. Por eso el relato es bueno: porque transmite su vibra.
    Creo que lo más terrible del mundo, tal vez más terrible que la tragedia, es la espera en la incertidumbre. Es más fuerte que uno.

    »Sara: fúrico, ca. adj. El Salv., Méx. y Ven. furioso (ǁ poseído de furia).
    Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

    jajaja yo también tenía la duda. Mira, si se copió con copyright y todo, un lujo, jeje.

  4. Muchas gracias por sus comentarios a todos y pues que bien que les haya gustado esta parte de la historia, quise detenerme un poco en los sentimientos, en la persona que vive el momento, ese momento angustioso el cual parece eterno.

    o8Sandra: Conste que yo no sabia lo de la chica muerta eh. Yo estoy acá al otro lado del oceano aunque por aqui tambien abundan ese tipo de situaciones desgraciadamente. Muchas gracias por tus comentarios que bien que te gustó. Seguiremos escribiendo.

    Sara: Tambien quise darle un toque de suspenso, aunque ya la proxima entrada sea para darle solución al misterio que les prometo será muy inesperado.

    Efectivamente fúrico se refiere a alguien enojado, con coraje, con furia valga la redundancia, aqui en México usamos esa palabra para referirnos a eso.

    Muy bien hecho Danielita. Aunque trato de poner palabras que sean universales en todas partes del mundo de repente se me escapa alguna que sea nada mas de estos lugares. Pero pues que bien que le hayan entendido a mi historia.

    Gracias de nuevo saluditos

  5. Gracias, Temo, espero el desenlace!! Besitos

  6. La situación de espera e incertidumbre es de las más desasosegantes y angustiosas que se pueden dar. Un ataque de angustia, como el que puede provocar una espera que, según se alarga, en lugar de estar más cerca del fin, nos puede conducir a peores desenlaces, es, realmente, como un paseo por el infierno.
    Espero con ganas el desenlace final de esta inquietante historia.

  7. Cómo se ralentiza el tiempo y qué forma de crecer la angustia ante este tipo de hechos, que por desgracia ocurren en el mundo a diario.

    Muy bien Cuauhtémoc. Ahora me toca a mí pasar el miedo antes de salir al estrado.

  8. N - Sonvak - Activo

    Pues sí, la espera es desesperante. La historia me ha dejado desasosegada, pero viendo tu comentario me quedo con la esperanza de que el inesperado final sea para bien de la chica.

    Me ha gustado…

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