Lo sé, por eso sigo sola hasta que una voz me interrumpa de nuevo.

Es que ya era la cuarta vez que alguien la interrumpía mientras daba su discurso de homenaje por aquel anhelado premio que le habían concedido.

No sabía realmente porque se lo habían concedido a ella, pero ahí estaba, en el «púlpito». Sabía que en esos menesteres ella no era mala; muchos años de experiencia; de hecho miles de «clientes» habían pasado por su trabajo deleitándose de ese excelente manjar que hoy la había encumbrado.

«Y mamá era la que me había enseñado», «si estuviese ella aquí para que me viese», pensó por un momento, con esa pedazo de placa entre sus manos para ella merecidísimo, pero para otras no tanto, a tenor de las veces que ya la llevaban interrumpiendo mientras lanzaba al aire sus frases de agradecimiento por el premio otorgado.

Y es que la envidia es muy mala y levanta muchas ampollas, más cuando hay premios de por medio y dependen de las opiniones subjetivas de un jurado. Pero ella sabía que esta vez se lo merecía. Muchas veces había deseado ese reconocimiento y al fín estaba ahí. Son de esas ocasiones en las que se sentía orgullosa de su saber hacer y años de «tocar huevos» le habían valido la pena.

La ilusión que todos los años tenía, era la primera vez que la sentía en su cuerpo en forma de alegría desbordada. Pero estaba claro que había «gentuza» que no la iban a dejar disfrutar de su momento, por otro lado tan merecido.

Si ya se lo había dicho su marido «como tú no me las ha hecho nunca nadie». Hasta en una ocasión, durante un verano calurosos de los noventa, las había probado su vecino, que se había quedado solo en casa porque su señora y sus retoños se habían ido a pasar unos días a casa de su suegra y a ella le había dado pena que el pobre hombre quedase desatendido con lo que se armó de valor fue a su casa, cogió sus huevos , et voila!! una obra maestra que el pobre hombre agradeció hasta la eternidad: «nadie me la ha hecho nunca como usted» repetía una y otra vez el hmbrecillo mientras se babeaba con cara de tonto.

Y ella lo sabía, en lo suyo era muy buena, y ahora este reconocimiento así lo decía.

Solo le surgía una duda, ¿cómo le iba a sentar a su marido el tener que poner esa placa en el armario y que todo el mundo la leyese?

Premios del Barrio de la Estación de Chinchilla de Rioseco 2009, rezaba la parte oficial de la placa, mientras que debajo ponía el galadón: «Primer premio a la Tortillera del Año«.

Próximo turno: J – Lustorgan – Activo

6 comentarios

Archivado bajo JoseLuis

6 Respuestas a “Lo sé, por eso sigo sola hasta que una voz me interrumpa de nuevo.

  1. Jajajajajaja, eso me recuerda a mi un comentario que he hecho por ahí, por esos mundos bloggeros, no ha mucho, parecido a esa frase final, para hacer guasa. Eso sí, desde el inicio del relato no imaginaba que iban por ahí los tiros, pensaba en postres, en ningún momento en tortillas, jajajaja 🙂

    Y esa frase da pie a que el siguiente emprenda una cruzada que puede dar mucho juego en el campo de la homosexualidad femenina 😉

    Besitosssss

  2. N - Sonvak - Activo

    jajajajajaja… muy bueno!!

  3. N - Sonvak - Activo

    Por cierto, Jose Luis, Volvoreta lleva ya un par de turnos de vacaciones… hay que fijarse en la lista 🙂

  4. Jajajajjaj vamos! Llegando al final, ya no sabía que pensar jajaj

  5. Muy logrado… aunque como veras he decidido seguir por la senda gastronómica.
    Saludos y hasta la tercera semana de agosto.

  6. R - Gorio - Activo

    Un post muy elocuente.

    Saludos.

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