Me llamo John Garret. No soy deportista, filósofo ni presentador de TV en horario estelar. Soy un hombre arropado por el anonimato de quién vive solo durante más de dos décadas. Vivo en Upper East Side, Manhattan, New York (NY). Viajo todos los dias en la línea C del tren suburbano por eso puedo contar esta historia. Mejor dicho narrarles lo que viví durante tres dias del mes pasado. Ustedes disculpen si para hacerlo utilizo la primera persona del singular. Osea el yo. No soy narcisista.
–La verdad siempre que sueño. Sueño con peces, con mares y acantilados.
Siempre salgo de mi departamento una hora antes de la entrada a mi trabajo. Ese día como es mi costumbre bajé de mi departamento en la calle 59 st. para tomar hacia la estación de Columbus circle. Camino cerca de tres bloques. En ese trayecto la matinal sonata de NY me acompaña: autobuses, claxones y taxis sonoros, en una ciudad trepidante. Cientos de autos aglomeran las avenidas y las aceras repletas de personas presurosas a sus centros de trabajo. Es casi imposible caminar sin entrar en contacto con hombros, culos, brazos y caderas. Yo me tomo mi tiempo, tengo previsto 15 minutos de reserva para hacer ese trayecto antes de abordar la culebra metálica del sistema metropolitano de transporte.
–Yo no lo sé de cierto: Quería ser antrópologo. Quería viajar. Quería ser libre.
Una más de mis costumbres es viajar en el último vagón. Ese día decidí tomar la última fila abrí la revista de caballeros que leo desde hace 20 años. Fuí de sus primeros suscriptores, incluso me mandaron ya mi carnet de lector distinguido. En qué estaba?. No sé porqué me confundo?. Fácilmente me distraigo sin querer. Bueno, pasé las avenidas 155, 145, 116, 81, 72 etcétera hasta llegar a la estación de transferencia para tomar la línea 1 y llegar al Lincoln Center que es dónde trabajo. Al bajar junto a mi una ancianita dormía plácidamente. Nos habíamos hecho compañía desde el inicio del viaje.
–Una mujer y un hombre un día se quieren. Solos se penetran. Se van muriendo el uno y el otro.
–Soy piscis, no lo he dicho.
Para un viejo como yo, resulta inquietante el que la memoria sea capaz de recuperar pasajes de la vida con tanta nitidez y convocar de manera vívida al hada de los recuerdos: 30 años en la ciudad de NY nunca son suficientes para entender la vida cosmoplita de nosotros los neoyorquinos. El glamour se respira por todos lados, es un estilo de vida. Yo, sin embargo, me he dedicado a hacer lo mío: bien hecho, aunque algunos piensen que no ha válido la pena. Gano 6 dólares por hora. No es suficiente?. Para mi sí. Vivo bien y como bien. Me encargo desde hace 28 años de una de las series de cristales interiores del piso 4 del edificio B en el ala norte.
No es cosa fácil mantener impecables 8 cristales panorámicos. Tuvé oportunidad de pertenecer al equipo de limpieza exterior. Ni pensarlo, nunca me gustó la idea de volar a 45 metros de altura sujeto a una plataforma de madera. He de ser honesto se gana bien. 24 dólares la hora. Pero prefiero mi vida sencilla y sin sobresaltos de la cara interior.
Mi vida puede parecerles rutinaria. No lo es. Desde que inicia Central Park yo ya siento una gran emoción porque uno de los días más felices de mi vida fue cuando por fin pudé conocer el Museo de Historia Natural. Así que el sólo pasar por esa avenida me trae gratos recuerdos, me hace feliz, a mi manera, humildemente feliz. A esa altura yo ya pienso, como relojito suizo, programar dejar mi asiento con antelación para ser de los primeros en bajar el cabuz. Hoy como ayer, la ancianita duerme angelicalmente. Cómo me recuerda a mi abuela mexicana. Sí, mexicana, me llamo en realidad Juan Garrido, pues con la nacionalidad adopte el John Garret, suena mejor y me parece mucho más elegante inscrito en el carnet del seguro de desempleo.
Hoy ha sido un día tremendamente díficil. A la hora del «break» dos jóvenes asistentes han reñido por falta de café descafeinado en la cocina y se han precipitado lanzándose el poco que han podido obtener; y éste a ido a parar el vidrio número 6. Me dieron ganas de matarles!!!. Tres horas he invertido en poner las cosas en orden. He llegado exhausto a casa y sin ganas del ritual de la cena y el posterior de leer mi revista y «pasar por agua» la noche. Llamar a Manuelita.
He amanecido con mucho entusiasmo. Hoy es inicio de fin de semana. Friday en inglés, el cuál domino a la perfección, sin acentos ni clichés. Bajo el tren como siempre, y como hace tres días «mi abuelita» duerme felizmente. Las lineas ABCDE y 1 conectan con Brooklyn. Bueno, no estoy seguro. Es tan complejo el sistema de trenes que no alcanzaron las letras del bloggercedario para nombrarlas. De la A a la Z estan completas y continúa con los números de la 1 a la línea 10, creo. Es un prodigio de tecnología, puntualidad y sincronía y uno de los mayores orgullos de la ciudad de NY. Por la tarde me entero que una ancianita ha vagado por tres días en el último vagón de la línea C: Muerta. Nadie se ha percatado de su deceso.
Esta aldea global nos ha vuelto insensibles. Existen instantes mágicos como cuándo Korda inmortalizó al Che con áquella foto…
Próximo turno para: R – Ariel Shinigami – Activo
Salta turno a: Q – Sara – Activo