Estaba leyendo la frasecita una y otra vez, justo cuando sonó el timbre de mi puerta. Al abrir, allí estaba mi guapo chico con su chupa de andar en moto. ¿Qué mejor forma de encontrar inspiración?. Y sí… me inspiró el siguiente relato:
Una frase. Una, aparentemente, «simple» frase que él había pronunciado al igual que si estuviese comentando el tiempo. De su boca partieron las palabras «que el coño sea desconocido» hasta llegar a los oídos de Montse (Montse-rratita).
Montse no recordaba ya en que momento se había enamorado de Aspec (Aspective). Había sido algo inevitable, al igual que el quedarse embarazada por usar preservativos que ya habían perdido su vigencia. Intentaba una y otra vez enviar los mensajes corporales adecuados para que Aspec tomase algún tipo de iniciativa al respecto, sin embargo parecían no haber dado resultado. Hasta que, sin pretenderlo, lo oyó conversar con sus amigos y decir «que no había nada más motivador que el hecho de que el coño fuese desconocido«. ¿Así era cómo pensaba él?. ¿Ese era el tipo de hombre del que se había enamorado?. Algo comenzó a hervir dentro de ella, quizá aquel genio tan vivo que la había metido en problemas más de una vez. Y su cabeza comenzó a funcionar.
* * *
En la habitación la luz brillaba por su casi ausencia, así como los muebles. Un hombre estaba sujeto por unas cadenas, que lo mantenían erguido a pesar de su inconsciencia. Su rostro caía hacía el pecho desnudo y su piel brillaba por el sudor. Su respiración parecía normal. Sus brazos estirados al límite, soportando el peso del cuerpo. Una mujer lo contemplaba, sentada en una tosca silla.
* * *
Montse, sentada en una silla, esperaba que su presa se despertase de aquella inconsciencia provocada y, mientras, disfrutaba de la contemplación de su cuerpo. Había hecho que lo desnudasen antes de sujetarlo con las cadenas y, si siempre le había parecido muy atractivo, la realidad era que desnudo todavía se lo parecía más.
Observaba su cuerpo una y otra vez, con detalle, y parándose contínuamente en el centro del mismo, dónde, como solían decir las novelas románticas, descansaba su virilidad, relajada, vulnerable… apetecible.
Realmente era lo que le apetecía, más que castigarlo, acariciarlo.
* * *
El dolor en los brazos comenzaba a despertar a Aspec de su inconsciencia. El dolor y la incomodidad. Notaba algo raro, algo fuera de lo normal. Se sentía aturdido y dolorido. Poco a poco abrió los ojos, a los que poca luz llegaron. Levantó el rostro y lo primero que alcanzó a ver fue a Montse, sentada en aquella rara silla, que lo miraba fijamente. Miró hacia los lados. Intentó mirar hacia arriba para ver qué lo mantenía sujeto. Y su mirada regresó a Montse. Estaba claro que ella era la causante de que aquel dolor martirizase sus brazos.
-¿Se puede saber qué demonios está pasando aquí?- su voz sonaba ronca y el tono que había utilizado era bajo sin dejar de ser amenazante o quizá por ello siéndolo más.
Montse pensaba en qué decir. Era curioso, pero aún siendo él el que estaba sujeto, sentía que era ella la que estaba en desventaja. De repente, la idea que había tenido no le pareció tan buena. Y lo peor de todo era que si lo soltaba aquello tendría sus consecuencias, evidentemente. Estaba segura de que no la denunciaría, pues ningún hombre se sentía inclinado a admitir ante sí mismo y menos antes los demás que una mujer había conseguido someterlo. Y desde luego, mucho menos Aspec, tan dado a presumir de su hombría.
Con todo el control que pudo, Montse comenzó a hablar:
-El otro día te oí hablar con tus compañeros. Te oí decir sin más «que lo que más te motivaba era que el coño fuese desconocido«. ¿A cuántas mujeres has utilizado para satisfacer tus preferencias por lo «desconocido«? ¿A cuántas mujeres les has pisoteado sus sentimientos?… Pero… ¿sabes?, lo peor de todo es que tenía pensado hacer eso contigo, utilizarte, sin embargo he llegado a la conclusión de que sería darte aquello que te gusta: otro coño desconocido. Así que haré que te suelten y te dejaré marchar… sin embargo no lo dudes, si tomas cualquier tipo de represalia al respecto, volverás a colgar de estas cadenas… y esa vez…- lo miró fijamente a los ojos, a escasa distancia de su rostro-… no tendré piedad.
Aspec no tuvo tiempo de contestar, ni tan siquiera de digerir todo lo que ella había dicho, pues Montse ya estaba desapareciendo tras la puerta. Sólo sabía una cosa… la excitación recorría sus venas pidiéndole que hiciese a aquella hembra suya.
Próximo turno: M -Daniela – Activo