– Carlos, ¡Carlos! Te estoy hablando y no me haces caso… -repitió Lucy por tercera vez-. Pero muchacho, ¿tú estás sordo o qué? ¡Que te pongas la camisa a ver si te sirve!
– ¿Qué? ¿Qué camisa? -Carlos se había olvidado de que estaba con Lucy en una mal surtida tienda, de las prohibidas, y de que una de las empleadas había salido y regresado con varias camisas para proponérselas. Prefería camisas de color entero y aquellas más tonos cromáticos no podían tener, pero no estaba como para ponerse a escoger. Si Lucy finalmente le iba a comprar una, eso era cosa de ella y, las que estaban frente a él, tampoco estaban como para botarlas-. No, no, deja la probadera. Esa misma, Lucy, esa misma. Yo sé que me queda bien -y se alejó hacia la puerta, molesto con las secreciones en su pantalón, a las que también había olvidado.
Lucy intercambió algunas palabras con las vendedoras y sacó el monedero de la cartera. Temió que no tuviesen cambio para un billete de a 100 pero se equivocó: las negociantes estaban apertrechadas. Una de ellas se despidió minutos más tarde con esperanzas de asegurar una visita futura de sus nuevos clientes:
– Bueno, ya ustedes saben dónde me tienen. Cualquier cosa que quieran, de cualquier tipo, fíjense, no duden en pasar por aquí. Yo busco a alquien que sirva de enlace o señuelo y me pongo en contacto enseguida con mis proveedores. Lo que ustedes necesiten lo van a encontrar segurito segurito.
Las mujeres se despidieron y Lucy salió de la tienda para reunirse con Carlos, que ya estaba en la acera. Y se despidió también de él.
– Carlos, me voy para mi casa. Otro día nos vemos… No me pongas esa cara… Ay, chico, es que estoy cansada y quiero dormir algo -y con la misma le dió un beso en la mejilla derecha y le puso en las manos una bolsa con la camisa que acababa de comprar-. Yo voy por tu casa.
Carlos vió alejarse a Lucy, perplejo, y prefirió darse la vuelta para no verla desaparecer otra vez. Otra vez. Pensó unos segundos y decidió caminar rumbo al Malecón. Unos doscientos metros más adelante cruzó la ancha calle que separaba a la serpentina de concreto de la injusta ciudad. Se sentó en el muro y se reconoció en las insistentes aguas, perdidas de amor por una roca que no se inmutaba ni al ser acariciada.
Se quedó un rato escrutando el horizonte. Ante la belleza del paisaje iba a tararear un bolero pero fue una sentencia lo que le salío de los labios: Lucy, tu indiferencia me recuerda que hay un día en que vamos a ser enterrados.
Próximo turno para: T – Carolinagromani – Activo
Carlos no importa amigo… «…una mujer se ha perdido conocer el delirio y el polvo, se ha perdido esta bella locura su breve cintura de bajo de (tí)…» como dice Silvio.
Aguaya, genial como siempre tu post. Ah, espero que tu personaje no recurra –cargado de testosterona como está– al deshaogo de los petardos de manera manual.
Un abrazo.
Pero ¿después de la V no iba Codeblue?… jolines que lío me he hecho al entrar hoy por estes lares.
Muy buen post Aguaya!!!!
La etiqueta que ha puesto Aguaya es perfecta: desamor.
Me parece que Carlos lo lleva crudo. Y me cae bien el tipo este. ¿Será porque me identifico con él?
La crueles mujeres indiferentes, sin hacer caso ni percibir el volcán interior que le consume.
¡Como son las mujeres!
En fin, excelente post.
(¿me puedes filtrar el final?. Porque si van a acabar mal no sigo leyendo. Me gustan los finales felices)
Enhorabuena. Un abrazo
Qué bonito ese final donde el agua y la roca se hacen insensibles…besos…preciosa foto
Ningún sitio mejor que el malecón para pensar.
Un relato excelente y sobre todo la habilidad para enlazarlo con la frase y continuar tu propio relato.
Enhorabuena guapa y besitosssss
Pobre Carlos, me da que se va a quedar con un palmo de narices.
Sonvak, en las próximas 10 rondas vamos con el orden invertido para dar la posibilidad de venganza con la última frase. Os envié un correo explicando el tema pero si tienes dudas pregúntame ok?
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A mí tambien me sorprende la capacidad que tienes de enlazar la frase para poder continuar con tu historia, me gusta que lo hagas en capítulos, por lo menos no me dejas sin final. Me gustan los protagonistas y eso que al principio yo no conectaba muy bien con Carlos, jeje, pero como ya te dije, cada vez voy conociendo más al personaje y entendiéndolo mejor.
Pobre Carlos una vez más pierde contacto con ella, pero una promesa ella le hizo y esperemos que cumpla. Ella irá por su casa, esperemos que pronto. Porque si no, ¿quien sabe como se desahogará Carlos el deseo latente que tiene por Lucy, seguimos la historia.