… Se inicio la competición. Hombre contra hombre, o mejor dicho doce contra doce.
Con las ultimas tecnologías y con las mejores intenciones, dos aves parecían aunque no se despegaban del agua… vela contra vela las dos naves surcaban la mar.
Equipo contra equipo, para probar cual es el mejor llevarse la codiciada copa, que al final quedo donde estaba.
Así pudimos, en Valencia, disfrutar la 32 Copa América, Copa de América o Copa de la América que nadie se pone de acuerdo en como traducir “América’s Cups”. Así somos en España, hasta dos simples palabras pueden dar toda una discusión.
Y felices se nos prometía que si ganaba, cosa improbable, el desafío español o si ganaba el propio Defensor, que pese a su maestría marinera pertenece a un país como Suiza, que no tiene mar, repetiríamos…
Y gano el defensor y… y… surgió la chapuza nacional.
Difícil era de entender que un club náutico distinto del Club náutico de Valencia lanzara el desafío y luego se compitiera en aguas de otro club náutico español, teniendo en cuenta que el Defensor, que es el que debería poner las aguas no tiene mar… sin embargo hay quien se oponía a que el Club náutico de Valencia fuera el desafiante… Y se “invento” un Club náutico Español, con sede en Madrid, que tampoco tiene mar… y que además no cumplía las normas de haber realizado una previa competición internacional.
Se pacto y repacto que se realizaría así el desafío… y así se aceptaría, como paso, a cambio de unas normas muy favorables para el defensor.
Pero el resto no son convidados de piedra y la chapuza nacional se convirtió en un pleito de largo recorrido en los tribunales de Nueva York y quien sabe si la Copa volverá a Valencia.
Y todos eso por la chapuza de unos, a los que lo le gusta, creo que ni existamos, capaces de llámanos de muchas formas (Costa mediterránea, Levante, país…) menos como nos Llamamos: Reino de Valencia.
Y es que la envidia es el patrimonio nacional.
Turno para: K – Alejandro Marticorena – Activo