Archivo diario: 5 febrero 2009

Nuevos tiempos y mejores hombres…

Te sorprende que yo lo diga. Siempre los adultos mayores creen que en su época, cuando eran jóvenes, era mejor que ahora. Pero, para mí no. Claro que gozaba de belleza, de salud, de juventud, pero mi vida hubiese sido muy diferente si yo hubiera nacido 40 ó 50 años más tarde. Si hubiera nacido ahora.

Me has pedido que venga a vivir a tu casa. No ves que no lo puedo aceptar? Ahora que vives sola, estás independiente, tienes un buen trabajo, un buen sueldo, tienes todo lo que yo no tuve. El día menos pensado te enamorarás y querrás casarte con tu pareja. Sería muy egoísta por mi parte irme ahora, dejar toda mi vida y volver a empezar con 80 años. No puedo ni quiero ser una carga para nadie. Y por muy bien que esté ahora, piensa que el día de mañana que yo ya no me encuentre bien, aquí estaré muy bien atendida.

Sí que hace muchos años pensé en colgar los hábitos y empezar de nuevo, pero fuera de este convento no sabía como podría ganarme la vida y el mundo exterior me daba pánico. He dedicado mi vida a Dios, a la fe, a la docencia y me he sentido muy llena interiormente, pero hubo el momento que tuve aquella depresión tan grande por la muerte de mi hermano, tu padre, que encerrada en estas paredes creía que me iba a morir. Han pasado muchos años y sigo con la depresión. Mi infancia y la de tu padre fue muy dura.

La vida aquí en el convento no es fácil, todas a pesar de nuestras edades avanzadas, seguimos trabajando diariamente. Y ahora me han puesto en la portería de la escuela. Y yo ya estoy cansada.

Entre las hermanas la convivencia a veces tampoco es fácil, la madre superiora que es mucho más joven que yo, imagínate tiene 60, me tiene en el punto de mira y no me deja llamarte ni por teléfono para no gastar. Tengo siempre frío, supongo que es por la edad y ella por la noche nos para la calefacción, por lo mismo. Me riñe por todo como si yo fuera una niña.

Yo te agradezco todo tu interés pero ahora ya no concibo mi vida fuera de la casa, duramente he clavado mis raíces en esta tierra.

Próximo turno para: T – Noel Plebeyo – Activo

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…Es bueno ser parte de esto.

Es bueno ser parte de esto…  -era la frase preferida del general-.

En unos momentos más cambiaría de opinión p0rque la partida de cartas tendría, abruptamente, que interrumpirse. No sé si era ficción o realidad. Quizá desde la nochevieja no se escuchaba, a intervalos irregulares, estos sonidos despeinados de las carabinas y los fusiles de asalto.

-El general ya debe estar dormido, me dije, tenía la mala constumbre de acostarse muy temprano y seguro no llegarían hasta sus oídos los estruendos y traqueteos de las armas de fuego, que sugerían una violencia cavernaria.

El último de los asuntos que me hubiera gustado tratar con ésta premura, era precisamente éste. Desde la última batalla en que perdimos la mitad de nuestro territorio –la del Alamo– no había tenido la necesidad de irrumpir en la vieja casona de la calle Neptuno.

Sea lo que sea había que «ponerle el cascabel al gato». No se trataba de un asunto de Breton Woods ni de política de marras sino de un asunto de estado.  Me recibió Eutimio, apologista personal y secretario particular del general  –duerme ya el general, le pregunté. No, me repondió. Avísele que me encuentro aquí. No soltaría prenda de la información. Ya había tenido la oportunidad de meditar las palabras y como ajedrecista experiementado, trataría de ser prudente y no soltar de sopetón la noticia.

Esta vez el general no dijo un hola de saludo. Se le veía serio y taimado, y quizá por ello, no puedo contenerse: «Puta madre que es tan urgente que me saca de mi juego de poker». A zancadas, con paso marcial recorrió los metros que separaban el patio central  de su oficina, la del señor gobernador y general de división Nepomuceno Arguello. Eutimio nunca lo habia visto tan encabronado, así que apresuro el paso y abrió cortesmente la puerta de la oficina. -No se adorné, señor licenciado, vamos al grano de las cosas, le dijo.

Una vez cubierto el protocolo oficial y sabiendo que el general se controla de un momento a otro, que de mar embravecido pasa a apacible lago, le espetó. De acuerdo con sus intrucciones voy a realizar un esfuerzo de sintesís: «En estos momentos, sufrimos de una nueva incursión armada en el Fuerte de Montesclaros».

-No me chingues, le respondió casi por impulso.

-Expliquemelo de nuevo, como se lo explicaría a un niño de escolar. «Las fuerzas invasoras de la primera potencia mundial, atacan de nuevo nuestra patria y basado en mi exhaustivo conocimiento del sistema político y jurídico de aquella nación, creo que ésta es producto de una resolución legislativa que ordena pagar con territorio nuestra deuda externa». Híjole, mi general, ya nos chingamos sentenció.

-Aquí es donde la puerca torció el rabo de la historia. «Bueno, si ya nos quitaron las bajacalifornias, nuevo mexico y arizona, pues ni modo, entreguemos ahora la otra mitad del país, pues será mejor esperar nuevos tiempos y mejores hombres…

Próximo turno para: T – Carolinagromani – Activo

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