«Ustedes recuerdan bien todos los hechos que nos llevaron aquí. Si ahora estamos en esta situación extrema fue por esos hombres que, por no tener la experiencia, el tino o el criterio necesarios, sembraron las causas de que ahora estemos así. Y uno de esos hombres es el que en este momento pretende erigirse como líder y decirnos que nos conviene volver al lugar del desastre.
«Yo les digo que no, señores: este hombre, así como los demás –Dios sabe si habrán sobrevivido o no– se equivocaron, esa equivocación está costando vidas y no seríamos justos si permitiésemos una oportunidad más a quien ya demostró formar parte de un equipo de incompetentes. Su falta nos condujo, y nos conducirá, nuevamente al desastre.
«Mi propuesta se basa simplemente en esperar: sin duda la ayuda estará en camino pues me consta que se ha pedido oportunamente. Nada perderemos con esperar a que esa ayuda llegue. Pero si volvemos al lugar del desastre no sabemos con qué vamos a encontrarnos –de seguro, nada grato, y todos hemos sufrido ya lo suficiente– y además deberemos hacernos cargo de las consecuencias del desastre y de quienes hayan sobrevivido. Y yo les digo que en estas circunstancias no estamos en condiciones de ayudar a nadie más pues a duras penas podemos ayudarnos a nosotros mismos.
Quedémonos aquí, señores, es la única garantía que tenemos de no empeorar nuestra ya caótica situación.«
El RMS Titanic desapareció bajo las heladas aguas del Mar del Norte unos 40 minutos después de esas palabras, pronunciadas por uno de los pasajeros de uno de los pocos botes que sirvieron para salvar a los escasos sobrevivientes.
El buque Carpathia llegaría recién al amanecer para sacarlos del agua. El autor de esas palabras lloraría de emoción al comprobar que, finalmente, lograban salvarse.
L – Juan Diego Polo – Activo