No se lo deseo a nadie, el título del artículo le viene como anillo al dedo a Sandra. ¿no la conocéis?, pues es una pena, es buena chica, aunque no creo que Sandra se deje conocer y es que Sandra ha cambiado muchísimo, ya no es aquella niña alegre, optimista, contenta, divertida e incluso pizpireta a la que le gustaba estudiar y destacar en todo lo que hacía, porque tenía un lema «las cosas o se hacen bien o no se hacen», ya no es aquella niña que se exigía demasiado hasta el punto de enfadarse con ella misma si en Física y Química sacaba un 9 en vez de un 10.
Sandra ya no va a fiestas, no baila, no sale con sus amigas, no se pinta la cara, no se fía de la gente, elige cuidadosamente a quien contarle algo de su vida y aun así se lo piensa dos veces antes de hacerlo. Sandra ahora se refugia de sus penas detrás de unos escritos, es una persona adulta a la que la vida le ha robado casi todo, le robó un amargo día de primavera a su mejor y más fiel amigo, su perro, le robó el trabajo, le robó la familia, le robó un amor imposible y casi le roba la propia vida. Se ha vuelto una persona seria y comedida, ya no ríe como antes, sus grandes ojos color miel están tristes y cuando menos se lo espera lloran, le da igual destacar, aunque sigue manteniendo su lema de niña «las cosas o se hacen bien o no se hacen». Sandra, es dura con ella misma y se culpa de todo lo ocurrido, sin pensar que las cosas pasan porque tienen que pasar, aún así, Sandra no ceja en su empeño y siempre está dispuesta a aprender, levemente sonríe cuando alguien la felicita por algo, desde hace algún tiempo Sandra tiene algún nuevo amigo que sin saberlo la ha ayudado mucho y que le gustaría conocer en persona pero no se atreve a decírselo, porque piensa que la entiende y la comprende. A Sandra le falta cariño, le falta calor humano, Sandra se siente sola en medio de la gente y piensa que si la soledad prolongada no es buscada, puede parir estas cosas.

¿Hasta cuándo? Se pregunta Sandra
D – Rosma – Activo