¿Por qué nos empeñamos en disfrazar la realidad? Esta pregunta o reflexión tiene su miga y es que casi todos/as cuando hacemos esto, lo hacemos bien por comodidad o bien por cobardía. Cargar de culpas a terceros es lo más sencillo, lo más cómodo, y ese precisamente es el camino más fácil para el extravío definitivo. No se deben confundir los deseos con la realidad, esto lo sabe casi todo el mundo, pero no siempre es posible llevarlo a la práctica. A menudo nos empeñamos en que las cosas son como deseamos que sean, y pasamos por alto su realidad. En una palabra: metemos la pata. Platón insiste en la objetividad de las ideas: ellas están ahí independientemente de nosotros, nuestros deseos no las cambian, ni las hacen más grandes ni más pequeñas, ni les mudan el color.

Valor del Número Pi
¿Sabes que existe el número PI? Al número pi le importa un pePIno que lo sepas o no. El número pi tiene mucho trabajo en este mundo, ya que él regula, entre otras cosas, el volumen de todas las esferas y cilindros. Sin él no se podría calcular, por ejemplo, la cilindrada de un coche. Ahora bien, lo sepas o no, te parezca un rollo o algo muy interesante, ¿qué más le da a pi? El es como es, y lo que tú pienses de él le trae sin cuidado: ningún deseo tuyo podría cambiarlo. Las ideas son como son, querámoslo o no. Por eso, no por mucho empeñarte en algo vas a tener razón. No por mucho madrugar amanece más temprano, aunque también habría que decir: no por pensar poco se tienen las ideas más claras.

Una curiosidad...
D – Rosma – Activo