Archivo diario: 5 noviembre 2008

¿Quién no tiene un “cementerio de trastos o recuerdos ilustres” en casa o en la cabeza?

La memoria es uno de los motores de la vida. Casi siempre activa un mecanismo que provoca que perduren los aspectos positivos del pasado, y aunque no siempre, según la gravedad, consigue que vayamos borrando paulatinamente aquellos episodios que nos afectaron o en los que sufrimos y lo pasamos mal. ¿Cuántas veces en una comida familiar el tema de conversación de una familia es el recuerdo de las anécdotas que ocurrieron cuando los hijos eran pequeños? ¿cuántas veces en una reunión de amigos acabamos hablando de anécdotas del pasado? ¿cuántas veces ante situaciones adversas buscamos en nuestro disco duro la experiencia del recuerdo que nos brinde la solución para salir airosos?

Una de las formas de mantener vivos los recuerdos o mejor dicho, de disfrutarlos en un futuro próximo es plasmarlos en fotografías. Siempre que acudo a una fiesta con amigos o familiares agradezco mucho a las personas que se toman la molestia de llevar una cámara y hacer fotografías, aunque en ocasiones ha sucedido que me lo he pasado mejor viendo las fotos de ésta o aquella fiesta que en la propia fiesta. Yo soy de los que prefieren fotos naturales (sin posar, improvisadas) a estar cada dos por tres interrumpiendo una conversación, un baile, etc. para hacer la fotografía. Me parece además absurdo escenas como las que he vivido en la que el típico muermo en una fiesta (todo el rato sentado en un sofá con su copa y callado) se levantaba de repente con una sonrisa falsa e hipócrita para posar cuando alguien enfocaba la cámara hacia él. No por Dios, hazle la foto sin que se entere, y así reflejará un recuerdo real cuando veamos las fotos. ¿Por qué nos empeñamos en disfrazar la realidad?

B – Suki – Activo salta turno:

C – 08sandra – Activo

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